Euskadi se ha marcado como objetivo ser capaz de reducir durante esta próxima década hasta en un 30% su tasa de generación de residuos (en relación con el PIB) y recuperar el 85% de sus desechos no peligrosos, de modo que solo un 15% de ... ellos acabe en vertederos. Unas instalaciones que acogerán «exclusivamente» aquellos materiales que no sean valorizables ni reutilizables porque la tecnología no lo permite, pero que se almacenarán de forma «ordenada y clasificada» para que puedan ser recuperados en el momento que existan soluciones que permitan su reconversión. Ello obligará a adaptar los actuales vertederos, que en el futuro operarán más como «almacén» de materiales catalogados que como pozos de basura donde se depositan todos los residuos mezclados. Un futuro en el que no hay sitio para el de Zaldibar, que una vez concluya la búsqueda del cuerpo de Joaquín Beltrán, uno de los trabajadores de la instalación desaparecidos en el derrumbe de hace un año (6 de febrero), será estabilizado y sellado definitivamente.
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Así lo ha asegurado este lunes la consejera de Desarrollo Económico, Sostenibilidad y Medio Ambiente del Gobierno Vasco, Arantxa Tapia, durante una comparecencia virtual para presentar el Plan de Prevención y Gestión de Residuos de Euskadi 2030. Tapia se encuentra confinada en su domicilio tras haber dado positivo por Covid el pasado jueves. El plan estima que serán necesarias inversiones por valor de 97 millones de euros, entre otras cuestiones para adaptar las infraestructuras actuales y crear una instalación público-privada para el almacenamiento intermedio y control de calidad de áridos, tierras y otras materias primas secundarias.
El camino no será fácil. La catástrofe de Zaldibar y el cierre de los vertederos de Mutiloa y Larrabetzu han reducido la capacidad de depósito de residuos en 800.000 metros cúbicos. Los diez vertederos en activo pueden acoger durante la próxima década 4 millones de metros cúbicos, y las previsiones apuntan a que en ese tiempo Euskadi necesitará disponer de al menos 7,5 millones.
A pesar de ello, la consejera ha asegurado que «no se va a abrir ningún vertedero más» y que ese déficit se cubrirá con la ampliación de alguno de los existentes, públicos o privados, que aún tienen capacidad para ello, o la adaptación de alguno de los receptores de inertes, como el de Epele en Bergara, para que pueda acoger también residuos no peligrosos. Tapia ha señalado que esta cuestión es un aspecto «bastante crítico» del plan que se compensará con un aumento del reciclaje y un «esfuerzo importante de las empresas» para aumentar las tasas de reutilización de materiales y reducir así los vertidos.
Para impulsar el cambio, el plan apuesta no solo por favorecer el reciclaje y reutilización de materiales. También se fija en la casilla de llegada: dar una salida rentable a esos materiales de segunda generación. Tapia ha reiterado en varias ocasiones la necesidad de «crear un mercado» para estos «productos secundarios», por lo que se impulsarán medidas de impulso de la compra pública y privada de estos materiales. Un mercado que constituye una oportunidad para la industria vasca si es capaz de generar «más actividad, más empleo y más competitividad»
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El plan, que este lunes ha iniciado su tramitación, contempla diez actuaciones principales que son activar inversiones prioritarias que minimicen el vertido y fomenten la reutilización de residuos; garantizar la autosuficiencia del vertido en Euskadi hasta 2030 y, de forma paralela minimizar el vertido como opción final; realizar los desarrollos legislativos necesarios; implantar un canon de vertido o incineración en línea con las directivas europeas y la legislación estatal bajo el principio de que «no puede resultar más barato verter que reciclar»; incrementar los recursos de inspección y sanción para los incumplimientos; crear una instalación público-privada de almacenamiento intermedio y control de calidad de áridos, tierras y otras materias primas secundarias; apoyar soluciones definitivas para los residuos plásticos que eviten su vertido en vertederos; fomentar la compra pública y privada de materiales secundarios; trabajar en la prevención y el fomento de la reutilización y el reciclaje de alta calidad de envases; y elaborar, junto a las diputaciones y Osalan, un plan para la recogida y gestión del fibrocemento estructural desmantelado.
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