
El árbol de la ciencia
Las neuronas de Pink FloydSecciones
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El árbol de la ciencia
Las neuronas de Pink FloydDicen que el verano es parco en noticias y abundante en rumores. Sin embargo, esta imagen del estío es engañosa y cada año depara noticias ... que ocuparían portadas en otro momento. La ciencia no veranea y nos ha deleitado con tres estudios asombrosos que tienen como protagonistas al cerebro y a la inteligencia artificial (IA). En el primero, neurocirujanos y bioingenieros neoyorkinos implantaron dos microchips en las regiones cerebrales que sustentan la movilidad y la sensibilidad a un paciente con tetraplejia por una lesión en la médula cervical. Con ello lograron que el paciente moviera su mano al dictado del pensamiento y que la información sensitiva generada por el movimiento volviera al cerebro para ser procesada y así ajustar al máximo su precisión. Este doble bypass neural, dirigido por un programa de IA, asegura la retroalimentación sensitiva imprescindible para ejecutar movimientos con destreza (Cuando se 'duerme' un brazo, toda la extremidad parece flotar y es imposible moverla con precisión).
En el segundo, una joven ha recuperado el habla que perdió tras un ictus gracias a un chip insertado en las áreas del lenguaje y a un programa de IA que transformaba en palabras la actividad neuronal recogida. Un trabajo previo mostró que la IA decodificaba la actividad neuronal captada con un aparato de resonancia cerebral mientras una persona leía. El presente estudio es más preciso porque parte de la actividad neuronal directa. Por último, neurocientíficos británicos captaron el sonido de la música directamente del cerebro de 29 pacientes mientras se les implantaban microelectrodos en el lóbulo temporal para controlar sus crisis de epilepsia. Mientras los pacientes cantaban 'Otro ladrillo en el muro' de Pink Floyd, los microelectrodos recogían la actividad de las neuronas más próximas y la trasmitían a un ordenador provisto de un programa de IA que decodificaba las señales recibidas y las recodificaba para reproducir el sonido y las palabras. Y como si de magia se tratara, se escucha la canción. Ciertamente el sonido no es limpio y se oye como si se cantara bajo el agua. La imperfección puede deberse a que los microelectrodos se colocaron a intervalos de 3 o 5 mm en la corteza auditiva. De hecho, el sonido más claro procedía de las descargas de los localizados cada 3 mm, lo que hace suponer que la reproducción sería más nítida si se implantaran más electrodos y más juntos.
Aparentemente estos estudios van en la línea de quienes piensan que la IA podrá emular la función cerebral porque la actividad eléctrica de las neuronas es un sistema de información digital (binario, de 1 y 0, como el que emplea un ordenador) y el cerebro se comporta de igual modo para todas sus funciones. No es tan sencillo. Por ejemplo, la música es un lenguaje especial que contiene más elementos que los fonemas que conforman el lenguaje oral. ¿Podrá la IA decodificar los patrones de actividad neuronal ligados a sus aspectos emocionales y cognitivos? Para expertos como M Nicolelis, la IA no llegará a ese extremo porque el cerebro computa la información de modo especial.
Su teoría del cerebro relativista explica que el cerebro utiliza el sistema digital para procesar la información simple que llega de los sentidos. Pero, las funciones cerebrales más complejas, que resultan de la integración de esa información con las emociones y las experiencias vividas almacenadas en forma de recuerdos, se rigen por un sistema diferente, analógico. Esta combinación única de computación híbrida, digital y analógica, permite el trabajo coordinado y sincronizado de regiones cerebrales alejadas con una flexibilidad y fluidez continuas y actualizadas de forma permanente tras captar la realidad del momento. Hoy por hoy está fuera del alcance de la IA. De hecho, en el estudio no se halló actividad asociada a la imaginación de la canción. Esta teoría se une a otras que ven al cerebro como una máquina de hacer predicciones o computaciones cuánticas o sujeto a una modularidad repetitiva. Sea como sea, un maravilloso ordenador biológico.
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