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Marta fdez. vallejo
Jueves, 6 de mayo 2021, 06:54
El irrintzi es un grito único a nivel acústico y, además, es bueno para la salud de las cuerdas vocales. Incluso se podría aplicar ... su técnica en el tratamiento de algunos trastornos foniátricos. Son las conclusiones de una tesis doctoral realizada por la especialista en foniatría Ana Martínez en la Clínica Universidad de Navarra, en el que participaron 12 mujeres irrintzilaris.
El estudio se llevó a cabo en el Laboratorio de Voz de la clínica y se estudiaron 36 muestras de las participantes, todas ellas mujeres para «homogeneizar la muestra» y también porque en la actualidad lo practican en mayor medida que los hombres. Las irrintzilaris aprenden el grito ancestral vasco por imitación y la técnica les sale «de forma natural», apunta la autora de la tesis. Comprobó por medio del espectograma, la herramienta para determinar el timbre de las voces, que «los irrintzis tienen un espectro armónico con una morfología diferente a la habitual. Dibujan una M mayúscula cuando lo normal es que tracen líneas paralelas o que hagan ondulaciones. No se había visto nunca», añade.
Además de tener un sello especial, los irrintzis alcanzan frecuencias e intensidades muy altas. «Tuvimos que separar un metro el micrófono para no saturar la señal del registro y aún así superaban los 90 decibelios», añade la doctora Martínez.
A pesar de ese volumen tan elevado «que en principio podría provocar patología vocal, no la produce en las irrintzilaris». De hecho, una de las principales conclusiones de la tesis es la «seguridad y eficacia vocal» de este grito tradicional de la cultura vasca, detalla el doctor Secundino Fernández, especialista de Otorrinolaringología de la clínica, decano de la Facultad de Medicina y director de la tesis.
Sobre el origen del irrintzi hay varias teorías, desde que era una forma de comunicarse entre los pastores hasta que fue un grito de guerra. Ahora su uso es festivo. Los irrintzilaris adoptan una postura característica con las piernas abiertas a la altura de las caderas, con flexión de las rodillas para anclarse bien al suelo y la cabeza hacia atrás, que facilita su ténica. El equipo médico que colaboró en la tesis observó que la laringe sube mucho y la lengua se compacta. Y hay un movimiento de mandíbula y punta de la lengua.
«Esa técnica está descrita en terapias de rehabilitación de problemas de voz», añade Ana Martínez. Permitiría su aplicación clínica en el tratamiento logopédico de disfonías por esfuerzo vocal, a la vez que serviría para mejorar la técnica de canto.
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