J.M.
Martes, 11 de febrero 2025, 10:31
A menudo prestamos atención a la ropa y las sábanas, pero hay un elemento del hogar que olvidamos en nuestra rutina de limpieza, especialmente durante los meses más fríos. Según los especialistas en higiene y dermatología, este descuido puede acarrear consecuencias negativas para nuestra salud. Al igual que la ropa o la ropa de cama, ciertos accesorios que usamos con frecuencia acumulan polvo, ácaros y alérgenos. Esto hace esencial mantenerlos limpios de forma regular. La pregunta es: ¿cómo hacerlo correctamente y con qué frecuencia?
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Lavar este objeto doméstico parece una tarea sencilla, pero no es tan fácil como podría parecer. A diferencia de una simple camiseta o una funda de almohada, las mantas tienden a ser más sensibles, especialmente si están fabricadas con materiales naturales como lana o cachemira.
Para empezar, lo primero que debemos hacer es revisar la etiqueta de cuidado, tal como haríamos con cualquier prenda de vestir. Si se permite el lavado a máquina, es importante optar por un ciclo delicado y agua fría o a una temperatura máxima de 30°C. Además, se recomienda usar un detergente suave y evitar el suavizante, ya que este último puede dañar las fibras.
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Cuando se trata de materiales sintéticos, como el poliéster, el lavado a máquina suele ser más permisivo. No obstante, es fundamental evitar temperaturas demasiado altas para no dañar la manta. Al finalizar el ciclo de lavado, es preferible dejar que el objeto se seque al aire en lugar de usar una secadora, para conservar su textura y forma original.
Por otro lado, si tu manta es de lana o cachemira, lo ideal es lavarla a mano con agua tibia y un detergente específico para lana. Es crucial evitar retorcerlo para eliminar el exceso de agua. En su lugar, se debe envolver en una toalla y presionar suavemente antes de colocarla sobre una superficie plana para secar.
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La frecuencia con la que se debe lavar una manta varía según su uso. Si principalmente se utiliza como adorno en el sofá, un lavado cada dos o tres meses puede ser suficiente. Sin embargo, si se utiliza a diario o es el favorito de los niños o las mascotas, es recomendable lavarlo cada dos semanas.
En situaciones especiales, como después de haber estado enfermo, es aconsejable lavar inmediatamente este objeto para evitar la proliferación de gérmenes, de la misma forma que haríamos con nuestra ropa.
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Por último, si después de lavarlo aún persiste un olor desagradable, una opción es agregar bicarbonato de sodio al lavado. Este es un excelente desodorante natural que también funciona con la ropa. Para un toque extra de frescura, se puede dejar secar al sol, que tiene propiedades antibacterianas.
Si el mal olor persiste, un truco antiguo es rociar una mezcla de agua y vinagre blanco antes de realizar el lavado. Sin embargo, hay que tener cuidado de no usarlo en exceso, especialmente si se trata de materiales delicados.Cada cuánto hay que lavar las mantas
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