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Sabiendo lo que saben ahora, retrasarían la edad de acceso a las redes sociales. Tampoco darían a sus hijos un móvil con 12 o 13 años, como lo tuvieron ellos, y echarían mano del control parental con más contundencia a esas edades. «Claro que somos conscientes de los peligros de las redes sociales, al final te metes en un mundo en el que tienes acceso a todo», expone un grupo de alumnos de 1º y 2º de Bachiller del centro donostiarra Aldapeta María Ikastetxea. Observan cómo cada vez «los padres», los adultos en general, «están más desconectados de los jóvenes». Tras lanzar la petición a este centro donostiarra, nos reunimos con diez chavales de edades comprendidas entre 16 y 18 años para hablar sobre el impacto de las redes sociales en su día a día y si reconocen los peligros a los que están expuestos. Algunos de ellos han visto ya la serie 'Adolescencia', que retrata una realidad que estos jóvenes reconocen, en cierta medida, en algunos casos llevado «al extremo», aunque el revuelo que está generando entre los adultos no ha sido tal entre los más jóvenes. «Creo que en este caso la serie ha sorprendido más a los padres», dice Aran Liceaga, alumna de 2º de Bachiller. «Nosotros lo vemos todo más normalizado o naturalizado, como los mensajes que se mandan entre ellos... No sorprende tanto».
¿Exageran los adultos al alertar sobre el uso de las redes sociales cuando es un menor el que las maneja? «Sí», considera la mayoría, pero «porque no las conocen. Tienen mucho desconocimiento sobre las redes», aunque hay quien cree «necesario» advertir a los jóvenes «porque al final te metes en un mundo en el que tienes acceso a todo y eso tiene sus peligros». De alguna forma u otra la mayoría se ha topado con contenidos inapropiados, como vídeos subidos de tono y «que puede ver un niño». «Hablando antes entre nosotros hemos llegado a la conclusión de que las redes sociales están perjudicando a los jóvenes. Por ejemplo, ver la vida de los influencers, que son personas de 20 o 30 años que te muestran su vida, al final tú quieres ser como ellos. Igual no a nuestra edad, pero cuando eres más pequeño quieres hacer las cosas que hacen ellos, vestir como ellos, etc. Son como tus personas de referencia y quizá te obliga a madurar antes y a hacer cosas que posiblemente a tu edad no deberías», comenta Eneko Rosco, de 17 años.
Eneko Rosco
17 años
Precisamente la serie retrata la necesidad del protagonista, de 13 años, de ser aceptado socialmente y buscar constantemente el reconocimiento de los demás, algo que «me ha impactado», afirma Josu Arizpeleta, que se sorprende por «esa imagen que tiene el chaval de sí mismo, la baja autoestima que tiene y la importancia que le da a cómo le ve la gente...».
Ninguno se ha visto en esta tesitura pero sí admiten que «igual subes algo, no llega a la cantidad de likes que tú querías y te vienes un poco abajo, pero sin más».
El primer móvil que llegó a sus manos fue al pasar a 1º de la ESO (12-13 años), al igual que el resto de sus compañeros, y todos reconocen que a esa edad no estaban lo suficientemente capacitados como para usar de forma segura internet o redes como Instagram o TikTok, donde pasan una media de entre «tres y cuatro horas» al día «sin que te des cuenta». «Ahora con 16 y 17 años sí nos manejamos, pero quizá más pequeños, con 8 o 10 años, te regalan un móvil y tienes que tener mucho más cuidado, porque no tienes ni idea».
Sobre la eficacia de los controles parentales, varios alumnos comentan que sí que lo tuvieron cuando les dieron el móvil por primera vez, pero «ahora ya no». En este sentido, mencionan la facilidad que tienen los menores hoy en día de sortear los sistemas de verificación de edad a la hora de abrir una cuenta en una red social, al igual que llegar a contenidos tóxicos como a los que hace referencia la serie. No están familiarizados con los términos 'manosfera' o 'incel', aunque «hay podcast que puedes escuchar que hablan del valor de la mujer o cómo tiene que ser un hombre», añade Arizpeleta.
Aran Liceaga
18 años
Además de la misoginia, la serie profundiza también en los brutales efectos del acoso escolar, un tema que hace mudar el gesto del grupo y que el tono de la conversación no admita la risa. «Es un problema serio al que no se le da la importancia que debería. Ahora ha ocurrido con un chaval en silla de ruedas –en alusión a la reciente agresión a un menor con parálisis cerebral en un instituto de Santander por parte de cuatro adolescentes–. Espero que no salgan de rositas», comenta uno de los alumnos. «La gente no es totalmente consciente del daño que genera el 'bullying' y el peligro que conlleva. Hay niños de 12, 13, 14 años que se han suicidado por el acoso que han recibido».
En su entorno, quien más quien menos ha conocido un caso de acoso. «El año pasado vino un chico a nuestro cole y nos contó que en el anterior centro le habían hecho 'bullying'», cuenta Aran, a la que le sorprende cómo el protagonista de la serie no acudió a sus padres para contar lo que estaba ocurriendo. «Impacta que esté sufriendo 'bullying' teniendo la familia ahí...», subraya Ignacio Tamés, alumno de 1º de Bachiller, que vio la serie junto a su madre y cuenta cómo ella se emocionó en el último capítulo al ver en escena a un padre abatido por no haberse dado cuenta de todo lo que estaba ocurriendo en la cabeza de su hijo.
Josu Arizpeleta
17 años
Llegados a este punto, este grupo de jóvenes cree que los adultos cada vez están «más desconectados» de los adolescentes, pero «cada vez hacen más esfuerzo por enterarse, porque ven los peligros que hay». Sin embargo, ni siquiera son capaces de descifrar los códigos de los 'emojis' con los que se comunican. Aunque desconocen el significado de los símbolos que muestra la serie británica, también aquí se usan otros como «una berenjena para hacer referencia al pene, el melocotón para el culo y para insultar, por ejemplo en vez de 'autista' usan la palabra 'bautista' para que TikTok no lo borre».
Aunque ninguno de estos jóvenes fue víctima de los chats masivos que llegaron a más de 7.000 escolares de Gipuzkoa, estos hechos pusieron en alerta a toda la comunidad educativa y fueron suficientes para llevar al centro donostiarra a prohibir el uso de móviles en el recinto en horario escolar. «Aprendimos de ello y tomamos nota. La influencia del móvil y las redes sociales para algunas cosas es positiva, pero en manos de un chaval que está en desarrollo puede ser un arma de destrucción masiva», afirma el director del colegio, José Eizmendi. El centro que dirige está volcado en diferentes acciones en este sentido, como haber impulsado con las familias el movimiento Altxa Burua.
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