Secciones
Servicios
Destacamos
Domingo, 1 de abril 2018, 13:56
Llevo 15 años fuera de la calle, el mismo tiempo que pasé en ella, y sucedió al principio... Pues lo recuerdo como si fuera ahora. Una noche, tres chavales bien vestidos, con buen léxico, se acercaron a hablarme y empecé a desconfiar. Pero uno de ellos dijo: 'Que le vaya bien', y yo pensé: '¿Se van a ir sin hacerme nada?'. Entonces vi el adoquín y, desde tres metros, me lo tiró a la cara. Me partió el tabique nasal; si me da más arriba me deja ciego o me mata. Se fueron riendo...». Dibujante de Bruguera, el catalán Miquel Fuster (Barcelona, 1944) acabó en la calle con cuarenta y pico por esas cosas de la vida; un desamor, un incendio que asoló su casa, el alcohol...
Aquella agresión no fue la única: «Los cajeros son siniestros, te van a quemar y estás encerrado, los fines de semana van a sacar dinero de madrugada hasta el culo de todo y te pasas el rato temblando... Una vez me dijeron: 'Este es de la cofradía de Don Simón'. 'Soy pintor', contesté. Se me quedó mirando y soltó: 'Te voy a dar una patada en los cojones y vas a ver'...». Decidió irse al bosque, a Las Planas, tras la montaña del Tibidabo, con manta, vino y tabaco. «El bosque de noche da mucho miedo, pero peor son los cajeros». Vinieron perros salvajes y los asustó gritando. Con algunas personas no funcionaría. De todos sus compañeros de la calle, ninguno se libró de ataques. «Te ven indefenso y lo hacen por diversión... Mala gente, cobardes en grupo, desalmados. Si les hablas mucho -dice- puede que te dejen en paz».
Más que de aporofobia, habla de vulnerabilidad: «Atacan al vulnerable, no se meten con un tío de 100 kilos, pero sí con uno de 50». Cuando la Fundación Arrels lo recogió, pesaba 42 kilos con 1,82 metros de altura; se le cerró el estómago, dejó de ir a los comedores sociales y se alimentó años «con vino, Coca Cola, azúcar y 14 paracetamoles diarios». Reconoce que la peor parte se la llevan las mujeres: «Tíos que van de fiesta y las violan... Aunque si no caen en el alcohol, que las machaca más que a los hombres, salen más fácilmente, encuentran trabajo...». Fuster, que vive bajo techo gracias a Arrels, contó su experiencia en el cómic '15 años en la calle', donde reflejó la agresión: «Se giró hacia mí... Era una sonrisa lenta que transformó el brillo de sus ojos en un júbilo anticipado de crueldad...».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La juzgan por lucrarse de otra marca y vender cocinas de peor calidad
El Norte de Castilla
Los libros vuelven a la Biblioteca Municipal de Santander
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Recomendaciones para ti
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.