Un abuelo pasea con su nieto por la plaza Gipuzkoa. ARIZMENDI
El árbol de la ciencia

El precio del cerebro grande

El parto doloroso es una consecuencia de la postura bípeda y el gran cerebro de los humanos

Domingo, 14 de agosto 2022, 06:26

Parirás con dolor. Esta amenaza bíblica es una consecuencia de la evolución humana por selección natural. La principal causa del parto doloroso es la adopción de la postura bípeda que permitió otras prestaciones como desplazarse grandes distancias, liberar las manos para fabricar utensilios u otear ... el horizonte para descubrir depredadores. La pelvis homínida era más corta y ancha que la de un cuadrúpedo. Debido a la forma de los huesos y las inserciones musculares precisas para caminar erguido, el diámetro del canal del parto se redujo. Desde entonces, el feto atraviesa esta estrechez para ser expulsado y nacer. Una odisea para ver la luz de un mundo necesitado de esperanza.

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La crianza compartida con otros miembros del grupo, en especial los abuelos, es una adaptación

No obstante, el parto era tanto más complicado cuanto más grande era el cerebro. La solución encontrada por la selección natural fue que las crías nacieran pequeñas y muy inmaduras. El desarrollo del cerebro se pospuso al periodo posnatal. El cerebro de un macaco al nacer ha completado el 70% de su desarrollo, el de un chimpancé un 40% y el de un ser humano un 20%. La indefensión al nacer era absoluta y la infancia muy prolongada, ocasionando una necesidad de lactancia y cuidado durante varios años.

Para asegurar la supervivencia y la crianza del retoño, la mujer prehistórica no podía volver a quedarse embarazada lo que reducía la tasa de natalidad y amenazaba la supervivencia de la especie. ¿Cómo superar este embrollo? Los homínidos adelantaron la edad del destete dando lugar a la niñez, una fase de la maduración exclusivamente humana (sucede lo mismo con la adolescencia). Desde entonces, el desarrollo del ser humano y la maduración de su cerebro pasa por las etapas de infancia, niñez, adolescencia y juventud antes de convertirse en adulto, cosa que no sucede en otros animales que suelen tener cierta autonomía ya en la infancia y pasan una juventud corta. La excepción son algunas especies sociales y longevas como elefantes, delfines o córvidos que disfrutan también de largas infancias.

Gracias a esta adaptación y desdoblamiento de la infancia en dos fases, la tasa de natalidad no se redujo hasta extremos peligrosos para la supervivencia de la especie. Sin embargo, adelantar el destete implicaba sustituir la lactancia por otra pauta de alimentación que incluyera tantos nutrientes como los contenidos en la leche materna (grasas y proteínas) y que fuera muy energética porque el cerebro se desarrolla de manera pasmosa en esta etapa vital y consume mucha energía. La carne, previamente masticada por un adulto, fue la solución idónea. El otro mecanismo que compensó la necesidad de tanta energía para la maduración cerebral fue el lento crecimiento del cuerpo. Por este motivo, los niños son un poco cabezones (o tienen un cuerpo pequeño para tanta cabeza, como quieran verlo). Pero claro, si la madre tenía más descendientes a los que cuidar, ¿quién le ayudaba? Otros miembros del grupo, generalmente con cierta relación de parentesco, cuya participación en el proceso de maduración del niño era, por lo tanto, muy activa. Además, esta solución adaptativa promovió la interacción y la cohesión social del grupo, que a la postre ha sido la razón primordial del éxito humano como especie dominadora del planeta.

Se nace con un cerebro muy inmaduro por lo que se requiere una infancia prolongada

El cerebro de un niño experimenta un desarrollo anatómico y funcional impresionantes. Se nace con escasas e inmaduras neuronas y conexiones, pero a los 15 meses hay un exceso de neuronas que se mantiene hasta la adolescencia. A los 6 años el cerebro ya ha adquirido el 95% de su peso y consume el máximo de energía. En esta época se crean 250.000 neuronas/minuto y 1.8 millones de conexiones sinápticas/segundo. Es una barbaridad que convierte el cerebro infantil en una auténtica esponja que absorbe la información y aprende intensamente. La niñez es una época de exploración en la que se sientan las bases de la personalidad y del futuro emocional. El entorno es fundamental para el desarrollo adecuado de esas capacidades. Hace miles de años y hoy. ¿Comprende ahora el valor de los abuelos? Piénselo y sonría cuando cuide a sus nietos.

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