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J. F.
San Sebastián
Sábado, 12 de abril 2025, 07:09
El prestigioso cocinero guipuzcoano Karlos Arguiñano protagonizó un momento divertido y revelador en 'El Hormiguero', conducido por Pablo Motos, hace unos meses que ha vuelto a ponerse de actualidad en las últimas hora al viralizarse. A raíz de una pregunta sobre qué llevar como obsequio al ser invitado a comer o cenar, Arguiñano desveló su particular y apreciado presente: «huevos frescos de sus propias gallinas».
Según relató el chef, esta costumbre es una de sus señas de identidad. El propietario del restaurante del mismo nombre ubicado en Zarautz considera que no hay que ir a casa de nadie con las manos vacías, así que les lleva como obsequio un par de docenas de huevos de sus propias gallinas, tal y como reveló ante la audiencia de 'El Hormiguero'. Consciente de la posibilidad de que no todos puedan replicar su ofrenda, bromeó diciendo: «Yo en un piso como mucho puedo tener una gallina en el balcón, ¿no?», así que el hecho de poder regalar varios no está al alcance de cualquiera: «El regalo más importante que hago yo son huevos». Algo que se pone aún más de valor en los últimos tiempos ante el aumento del precio de los huevos.
La reacción que suscita este regalo es, al parecer, muy positiva. Arguiñano enfatizó la alegría que produce su obsequio: «¿Tú sabes la alegría que le das a un tío que le das dos docenas de huevos de tus gallinas?». El chef explicó que cuenta con alrededor de 50 gallinas que diariamente ponen entre 25 y 30 huevos, aunque precisó que «en invierno ponen menos, según la temperatura, con frío achican la producción». Además contó que las suyas están siempre en libertad.
Pero la singularidad del regalo de Arguiñano no reside solo en su origen casero, sino también en su calidad. El cocinero compartió las reacciones entusiastas de quienes reciben sus huevos: «Me llaman y me dicen que tienen otro color al más habitual, un color especial,... me dicen, oye, que la yema se queda pegada al plato...», destacando así la frescura y la calidad superior de sus huevos en comparación con los que se pueden adquirir habitualmente en tiendas o supermercados.
Karlos Arguiñano es un gran defensor del huevo en la alimentación, «uno de los mejores inventos de la naturaleza» y que considera un producto fundamenta, «humilde y agradecido». Hasta tal punto que ha manifestado que a una isla desierta solo se llevaría media docena de gallinas y un gallo pues los huevos se pueden cocinar de mil maneras, desde escalfado, cocido, revuelto «y está presente en muchos postres».
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