Borrar
Jorge Dioni López posa en unas obras cerca de su casa. ÓSCAR CHAMORRO
«Residir en una vivienda unifamiliar es cosa de pioneros»
Jorge Dioni López | Periodista y profesor

«Residir en una vivienda unifamiliar es cosa de pioneros»

Ha publicado 'La España de las piscinas', donde analiza la construcción desaforada de grandes urbanizaciones en las afueras de las ciudades y los efectos sociales que ese urbanismo sin control genera

césar coca

Domingo, 27 de junio 2021, 00:26

Existen muchas formas de analizar la evolución de un país. A Jorge Dioni López (Benavente, Zamora, 1974) se le ocurrió que una de ellas era centrarse en la construcción acelerada de grandes urbanizaciones en las afueras de las ciudades, a las que se fueron a vivir millones de españoles en los años del gran crecimiento económico previo a la crisis de 2008. Lo explica en 'La España de las piscinas' (Ed. Arpa), donde muestra las consecuencias de un modelo de urbanismo que nadie ha controlado. Consecuencias que se traducen en cambios en las prioridades sociales y que alcanzan incluso al voto. Él mismo vive en uno de esos complejos en un municipio del cinturón de Madrid, así que además de las conclusiones sobre su estudio puede hablar también en primera persona.

- Hemos pasado de una ardilla que recorría la península de árbol en árbol a que, como pasa en 'El nadador' de John Cheever, casi se podría hacer lo mismo de piscina en piscina. ¿Eso simboliza una transformación social?

- En un momento dado, sí. De 1996 a 2008 esto era la 'turboEspaña'. Había una gran efervescencia. Yo entonces trabajaba en la Liga de Baloncesto y veías la pujanza de las constructoras, que patrocinaban tantos equipos. Como la construcción aquí va por oleadas, entonces todo el mundo pensaba que había que aprovechar y la piscina y el chalé eran el objetivo.

- ¿Cómo se ha podido desarrollar ese modelo mientras los especialistas advierten del alto consumo de recursos (sobre todo agua y energía) de esas viviendas?

- Las advertencias son una cosa y otra es la realidad. Una vez que estás en la fiesta te da igual. Tú quieres tu piscina. Ha pasado en tantos pueblos de Murcia y Alicante, donde sufren una escasez endémica de agua y hay pueblos en los que existe una piscina cada tres habitantes. Las autoridades conocían esos estudios sobre el consumo de recursos de esas grandes urbanizaciones y no hicieron nada. Al revés, compitieron entre ellas.

- ¿En qué sentido?

- Por ver quién tenía más y mayores proyectos, sin que ninguna instancia superior planificara el urbanismo e impidiera esa competencia entre ayuntamientos. Ahora vivimos las consecuencias: tanta gente que reside en esas zonas y tiene que desplazarse a la ciudad, consumiendo gasolina, pagando peajes y contaminando.

- ¿Quién nos vendió ese modelo como el ideal?

- Es una mezcla. El chalé aparece como la línea de llegada. Igual que para Antonio Alcántara fue un sueño comprar un piso, para su nieto lo fue tener un chalé. Las administraciones no vigilaron, los propietarios de los terrenos los vendían a buen precio, las instituciones financieras daban facilidades para conseguir créditos...

- Y algunas se construyeron directamente en medio de la nada.

- Sí. Por un lado está mal, pero puedes hacer una barbacoa y tender una hamaca. Y a veces viene el panadero o el frutero para que no tengas que hacer tres kilómetros hasta la tienda del pueblo. Además, tienes la sensación de pionero, y al tiempo vives aislado y eres vulnerable. Por eso recibes de otra manera las informaciones sobre robos y empiezas a considerar la seguridad como un factor esencial. Y no culpo a nadie de ello, por supuesto.

Un sucedáneo del lujo

- ¿Cómo es posible que se haya acabado entendiendo que la vida así es un lujo?

- Porque se parece al lujo. Igual que en todos los productos, hay varias gamas. Hace cuarenta años, un chalé era un símbolo de estatus. Ahora el mercado te da la posibilidad de acceder a algo que se parece a aquello igual que hay móviles que se parecen a los 'iphone'. Y tienen una piscinita, aunque sea pequeña.

- En su libro ha estudiado cómo el voto se homogeneiza en esas urbanizaciones. ¿Hay más variedad de voto en un barrio típicamente burgués o marcadamente obrero que en esos lugares?

- La homogeneización era mucho más clara cuando Ciudadanos fue un partido importante porque encajaba muy bien con una propuesta de centro derecha: pocos impuestos, sin cargas referidas al control de la Iglesia, un modo de vida moderno y un nacionalismo más cercano a lo deportivo, tipo aúpa Rafa, que a lo militar. Pero el partido perdió su discurso y con ello los votos de esos lugares.

- ¿Y a quién votarán ahora los residentes en esos macrocomplejos?

- Dependerá de las ciudades que les acogen. En algunas puede tener peso una opción moderada, defensora de los servicios públicos y verde, que puede encarnar Más Madrid. Por resumir, entre Ayuso y Quilapayún, elegirán a Ayuso.

- ¿Desorienta más a la izquierda que Pablo Iglesias se vaya a vivir a una de esas urbanizaciones que se hubiera trasladado a un piso de 150 metros en Chamberí, que es mucho más caro?

- El chalé es mucho más simbólico y por ello desorienta más que si se hubiese comprado un piso en el centro de la ciudad, que con absoluta certeza es más caro. El pecado original del partido es que hacían gala de austeridad. Al principio decían que iban a ir a Bruselas en clase turista. Yo también he usado el 'low cost' para ir a ver a amigos. Pero si vas a trabajar todas las semanas no puedes estar levantándote a las cuatro y volar a Charleroi para coger un tren hasta Bruselas. Si te votan por lo que eres en vez de por lo que haces, caes en la trampa, porque todo el mundo cambia.

- ¿Esas colonias de chalés o adosados son el triunfo del individualismo?

- Todavía en una urbanización hay una comunidad de vecinos. Una vivienda unifamiliar es como una cosa de pioneros. Frank Lloyd Wright defendía una casa unifamiliar en la que cada ocupante tuviera su propia habitación para que así pudiera hacer lo que quisiera. Pero eso es para quien pueda pagarlo.

Cuestión de identidad

- ¿Y la identidad? Uno puede sentirse de un barrio de una ciudad o un pueblo, pero ¿cómo hacerlo de una urbanización en un municipio cuyo núcleo apenas se pisa?

- En muchos casos hablamos de complejos cuya relación con el Ayuntamiento es escasísima. En realidad, te enteras de dónde está cuando te llegan los primeros recibos con los impuestos, así que no empiezas bien. Luego sucede que la Policía local no es suficiente para vigilar todo, ni el servicio de recogida de basuras puede llegar cada día hasta el último rincón. Por eso hay una gran desafección hacia las instituciones y a veces quieren incluso segregarse del pueblo.

- ¿Ha habido diferencias entre los partidos en esta cuestión? ¿Ayuntamientos de izquierdas y derechas han gestionado de distinta manera?

- Cuando llegó el boom, la única diferencia podría ser la exigencia de construir algo más de vivienda pública o la asignación por sorteo, pero el modelo era en esencia el mismo: urbanizaciones al peso. ¿Y para quién? ¿Quién iría a vivir? ¿Cuándo? ¿Qué apoyo recibirían quienes fueran? De eso nadie se preocupó demasiado, así que si superabas todos esos problemas eras un pionero, un emprendedor, alguien que merece la pena.

- ¿Qué nos dicen algunos enormes fracasos de esos proyectos? Complejos como el de Seseña, con miles de viviendas vacías durante años...

- Nos dicen algo, pero no lo escuchamos. Gramsci decía que la Historia enseña pero no tiene alumnos. En Madrid están planteadas ahora 130.000 viviendas nuevas. Si muestras alguna duda sobre esos planes eres un antiguo o vas contra el progreso. Lo que quieren es construir algo así como una ciudad de la dimensión de Valladolid.

- Escribe que estas urbanizaciones son muy aburridas. En algunas puedes salir a andar por sus calles y no ver a un ser humano en media hora. Usted que vive en una, ¿qué le parece eso?

- La mía no es del todo así, pero es cierto lo que dice. En algunas puedes salir a pasear el perro y no encontrar a nadie porque salvo para eso nadie sale a pasear. Además son complicadas de iluminar, lo que a ciertas horas las hace muy hostiles. En cambio, hay vida interior, relaciones entre vecinos. Reivindiquemos la vida aburrida a cierta edad.

- Cuando se habla de volver al campo, ¿nos referimos a estas construcciones?

- No son exactamente el campo pero tienes más libertad de movimientos. Si la pandemia termina, la atracción de las ciudades seguirá siendo enorme. La idea de que puedes vivir fuera porque estás teletrabajando no funciona ni lo hará en el futuro si todo vuelve a la normalidad. Tienes que estar dentro del flujo de la ciudad, asistir a comidas y reuniones, juntarte con la gente, aunque luego vivas fuera.

El campo o la ciudad

- ¿Y la sensación personal? ¿Quienes viven ahí se ven en un entorno rural o urbano?

- Depende del lugar. Madrid tiene tal poder de atracción que quienes viven en urbanizaciones próximas se ven a sí mismos como residentes en la ciudad. Quizá en localidades de Valladolid o Salamanca no suceda así aunque estrictamente estén más cerca del centro de las ciudades que los de Madrid, pero la sensación de pueblo es mayor.

- ¿Qué tendría que suceder para que usted volviera a vivir en un barrio de Madrid?

- Pues no lo sé, porque es carísimo. Lo que he ido viendo en estos años es que comprar una vivienda es una buena idea por la enorme subida de los alquileres, que nadie ha controlado. Cuando eres estudiante eso no te importa, te cambias de zona cuantas veces quieras, pero cuando tienes una familia es distinto. Lo de vivir en el centro tiene su época.

- ¿Y cuál es?

- Es propio de gente joven, que llega a casa a las seis de la mañana, se ducha y se va a trabajar. Por eso yo no he valorado lo de volver al centro. Además, en el caso de Madrid, como el centro es demencial, ni me lo planteo.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

diariovasco «Residir en una vivienda unifamiliar es cosa de pioneros»