La cronista Katerina Gordéyeva. R. C.

La rusa disidente Katerina Gordéyeva sigue la tradición de grandes cronistas en 'Llévate mi dolor'

La periodista, curtida en Chechenia o Irak y exiliada desde la anexión de Crimea, acompaña los pasos de los civiles atrapados en medio de una guerra fraticida

Lunes, 17 de marzo 2025, 00:49

La humanidad descubierta debajo de los escombros que deja una guerra en marcha, quizás inconclusa, tiene voz en 'Llévate mi dolor' (editorial Comanegra), el libro ... de no ficción de Katerina Gordéyeva. Rusa de nacimiento pero con familia en la región ucraniana invadida por Putin, y exiliada tras la anexión de Crimea, Gordéyeva sigue la tradición de las valientes cronistas rusas como Anna Politkóvskaya, asesinada en circunstancias que apuntan al régimen, y Svetlana Alexievich, premio Nóbel por obras como 'La guerra no tiene nombre de mujer' o 'Voces de Chernóbil'. Todas ellas disidentes al régimen hasta sus últimas consecuencias.

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La historia de la guerra que se libra sobre territorio de Ucrania tiene además un componente íntimo en este volumen de piezas periodísticas meditadas y personales, porque la autora asume protagonismo, y junto a sus pasos muestra su origen y se involucra en las historias de aquellos que llenan las páginas del libro. Los encuentra recorriendo cientos de kilómetros de zonas bajo las bombas, a veces tan solo para mantener una conversación que dice más en los silencios, en lo que queda en el aire, que en lo explícito.

Nacida en Rostov del Don (Rusia) en 1977 y curtida en Chechenia, Irak y Afganistán, Gordéyeva sumerge al lector en las huidas por carretera a Polonia; las pérdidas totales de los que vivían en las regiones en disputa, como Mariúpol; las madres que pierden todo amor, incluso por sus hijos recién nacidos, como metáfora de la existencia de los civiles envueltos en la destrucción bélica y que tienen que desplazarse con lo que cabe entre los brazos.

El libro cierra con un melancólico regreso a su «patria», donde una viajera le dice: «Al menos estamos vivos. No como ellos» y señala con el mentón en la dirección de Ucrania. «Es horrible lo que está pasando allá». Ese horror, en su detalle humano, llega así al lector.

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