. La relación con la aparición de enfermedades mentales es estrecha. Se calcula que alrededor de una de cada diez personas que tienen contacto con una droga terminan desarrollando un trastorno adictivo. Y muchas de ellas asocian otros trastornos mentales en lo que se llama ... patología dual. «Hay una interrelación muy clara, aunque en algunos casos es complicado distinguir qué fue antes, si el huevo o la gallina», sostiene Asier Tutor, de Proyecto Hombre Gipuzkoa, la entidad privada sin ánimo de lucro con más de 30 años de experiencia, promovida por Fundación Izan y cuya finalidad es la defensa de las personas frente a cualquier tipo de adicción, sea con o sin sustancia. Lo que sí tiene claro es que «el consumo de estas drogas suele esconder otros problemas detrás».
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A través de sus siete programas, esta organización ofrece una «atención integral» para que las personas con problemas de adicción sigan un proceso de maduración y desarrollo personal, pudiendo así superar su problema y llevar a cabo con libertad su proyecto de vida. «Normalmente existen dos puertas de entrada. Si el paciente cuenta con un apoyo familiar, se le ofrece una ayuda de lunes a viernes y el fin de semana está con sus familiares. Si carecen de esa red, se realiza una atención más de contención que suele incluir también una estructura de alojamiento», explica Tutor.
Aitor Tutor
Proyecto Hombre Gipuzkoa
Tradicional, Intensivo, Abierto, Alcoholismo, Eraiki, Adicciones Comportamentales y Arrimu, destinada a jóvenes de entre 18 y 25 años con consumos activos de sustancias y enfermedad mental, son los nombres de los siete programas con los que cuenta actualmente Proyecto Hombre Gipuzkoa, cada uno con sus pequeños matices, pero todos persiguiendo el mismo objetivo: la rehabilitación integral de la persona. «Lo difícil no es que dejen de consumir cierta sustancia, lo realmente difícil es que no vuelvan a recaer. Y eso lo que requiere es tiempo y lo que nos diferencia de una clínica de desintoxicación tradicional», destacan desde la entidad.
El trabajo que se hace con estos pacientes consta de tres faces. «La primera es la acogida, que se puede estirar durante cuatro meses; una segunda que llamamos comunidad terapéutica, en la que están alrededor de un año; y una última de reinserción, que son 6 o 7 meses, aproximadamente», matiza Tutor. En todos los programas los pacientes reciben «atención individualizada, grupal y familiar», con grupos de autoayuda o multifamiliares.
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Precisamente desde Proyecto Hombre Gipuzkoa destacan la importancia que tiene la red familiar a la hora de tratar los casos que tocan a su puerta.«Uno de nuestros objetivos siempre es intentar recuperar ese vínculo del paciente con su padre, madre y familia porque nosotros siempre les hacemos ver que muchas veces el foco del problema no nace solo del chaval, sino de esas relaciones. Por eso siempre trabajamos desde dentro de la familia y la intentamos integrar dentro del programa de apoyo que reciben estas personas. Los pacientes que tienen una red familiar siempre tienen una mejor recuperación», recalca.
Aitor Tutor
Proyecto Hombre Gipuzkoa
El pasado año, la entidad guipuzcoana atendió a casi un centenar de personas en su programa de alcoholismo, de los cuales 63 requirieron de un ingreso. El objetivo de este programa busca la reducción o supresión de las bebidas alcohólicas según el diagnóstico y la demanda de la persona usuaria. La modalidad del tratamiento es en régimen ambulatorio, a través de citas, si bien existe también la opción de integrarse en actividades colectivas (grupos y seminarios), siempre que sus características se acoplen al perfil de sus componentes y accedan voluntariamente.
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Tutor hace hincapié también en el programa Arrimu, que echó a andar por primera vez en 2023 y ofrece un centro de día/ambulatorio para jóvenes con consumos activos de sustancias y enfermedad mental. 63 adolescentes de entre 18 y 25 años ingresaron en Proyecto Hombre Gipuzkoa con problemáticas derivados de la delincuencia, la desocupación académica, abuso de sustancias o con dificultades para controlar sus impulsos. En general se trata de pacientes cuyas familias se encuentran desbordadas ante las situaciones incontrolables de sus hijos.
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