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Desde su labor como subdirector del Instituto Vasco de Medicina Legal y responsable de la institución en Gipuzkoa, David del Valle lidera el protocolo de actuación coordinada entre la Ertzaintza, Osakidetza y los juzgados de guardia ante los casos de pinchazos que se han venido ... sucediendo en Euskadi. Hasta el momento, en ninguna de las chicas que han denunciado haber sentido una punción se ha detectado resto alguno de sustancia tóxica, lo que lleva a este médico forense a tratar de rebajar el nivel de «alarmismo» generado en la sociedad. De las más de 60 denuncias presentadas por este mismo motivo en todo el Estado, el único indicio de posible sumisión química es el de una niña de 13 años en Gijón, que dio positivo en éxtasis líquido, una droga que también se puede ingerir diluida en una bebida. Ningún pinchazo ha venido acompañado por ahora de una agresión sexual.
– Aunque no haya constancia de casos reales de sumisión química, es evidente que se están dando una serie de pinchazos que inquietan a la sociedad.
– Son tan pocos que no podemos extraer conclusiones. Y mucho menos decir que se trata de sumisión química. Es comprensible que se genere cierto revuelo social, pero en el fondo, repito, no tenemos datos para pensar en sumisiones. Una cosa es pinchar y otra, embolizar. Es decir, meter una sustancia. Y que, además, esta pueda ser absorbida a través del músculo. En una persona en movimiento eso es dificilísimo. Por lo que, por el momento, nos lleva a pensar que podemos estar hablando de otro tipo de cuestiones.
– ¿Por ejemplo?
– Pueden ser desde juegos o gamberradas de mal gusto hasta que, efectivamente, haya gente intentando hacer algo y no tenga éxito. Pero mientras no se den más casos y los podamos analizar, poco más podemos hacer. Lo único, que es lo que hemos llevado a cabo, es crear un flujograma de actuación. Es decir, un protocolo que en un momento determinado, si se ve un caso en el que efectivamente pueda haber sumisión química, permita llevar a cabo una investigación judicial. En principio, lo que estamos intentando hacer es un sistema de gestión de estas situaciones, para que cada una de las instituciones que estamos llamadas a participar en esto tengamos claro cómo proceder.
– Tampoco resultará tan fácil inocular una sustancia a alguien entre la multitud.
– Eso también nos invita a pensar que no estamos ante intentos de sumisión. La víctima debería estar parada. Es muy complicado coger a alguien en movimiento e inyectarle algo, porque se necesitan varios segundos para apretar el émbolo. Y en ese caso, más que de una lesión por un pinchazo estaríamos ante un desgarro.
– ¿Las sustancias se pueden adquirir con facilidad?
– Algunos son fármacos puros y duros que se pueden conseguir a través de una receta... o también en el mercado negro. Y puede suceder que algunas personas que las tienen pautadas médicamente, si luego las mezclan con alcohol, el cóctel es tremendo.
– Llegado el caso, supongo que dependerá de la sustancia en cuestión, pero ¿cuántas horas podría permanecer en el organismo una sustancia inoculada?
– Efectivamente, eso es muy variable dependiendo de la sustancia. Y por ahora no podemos concretarlo porque no tenemos ninguna. Por eso no podemos hablar todavía de sumisión química, aunque la estemos investigando. Si llegara el caso de un pinchazo en el que nos llegan resultados de que hubiera una sustancia psicoactiva, habría que valorar el tipo de sustancia, y si es posible que sea inyectada y absorbida por el organismo. Entonces podríamos hablar de otra cosa. Pero de momento todo queda en mucha alarma social, como puede ser lógico, pero no de sumisión química.
Dificultad «Una cosa es pinchar y otra embolizar; la víctima debe estar parada, ya que se necesitan varios segundos para apretar el émbolo»
Alarma social «Debemos evitar trasladar la idea de que son actos generalizados; no hay motivo para sembrar el pánico»
Burundanga como preludio «Está descartado que haya un problema serio con la burundanga; los casos que han podido darse han sido mínimos»
– Si en el mejor de los casos los pinchazos terminan siendo fruto de una broma de mal gusto o un intento de sembrar el miedo a las jóvenes, ¿hay que condenarlo, más allá de que la Ertzaintza ahora pueda imputar a sus autores un delito de odio?
– Por supuesto. Ya vemos la preocupación con la que viven muchas chicas y muchas familias con hijas o sobrinas por el riesgo de sufrir una agresión sexual. Pero ahora mismo no hay motivos para seguir sembrando el pánico... Entre todos debemos evitar que se traslade a la sociedad la idea de que se trata de hechos generalizados.
– Hace dos o tres años pasó lo mismo en Bélgica y en otros países de Europa.
– Mientras no tengamos sustancias, no podemos saber si se emboliza algo y, en caso afirmativo, qué es. En los pocos casos de los que podemos hablar judicialmente, lo único que tenemos constancia es alguna lesión compatible con un pinchazo. Y un pinchazo puede hacerse con muchos elementos, como una jeringuilla, un alfiler o una espina de zarzal.
– ¿Podemos estar ante un revuelo similar al de la burundanga, que luego terminó diluyéndose? Porque ya no se habla de ella...
– El Instituto Nacional de Toxicología también ha descartado que haya un problema con la burundanga y la sumisión química. Los casos que han podido darse han sido mínimos y relacionables con otras sustancias.
– En el caso de una chica que sintió un pinchazo en Bilbao, no se le halló sustancia alguna pero ella sí notó una sensación de adormecimiento del brazo. ¿Cabría pensar en cierta sugestión?
– No digo que fuera el caso, pero el temor y el nerviosismo ante lo que estamos creando puede llevar a situaciones muy sugestivas. Por eso es conveniente investigar. Pero no podemos trasladar una situación de pánico generalizado porque no se correspondería con los datos que tenemos.
– ¿Y en cuanto a la menor de Gijón a la que se le detectó éxtasis líquido?
– No conozco el atestado y hay que ser muy cuidadoso. Y tampoco digo que este sea el caso, pero en muchas sumisiones químicas, y no me refiero a pinchazos, hay sustancias que aparecen en menores y difícilmente son incluidas por terceros, porque lo más frecuente que nos estamos encontrando es el alcohol.
– Las denuncias de agresión sexual vinculadas a alguna sustancia han aumentado significativamente este año.
– Efectivamente, y ha aumentado en el mismo sentido la cantidad de casos en los que por debajo había sustancias psicoactivas, como cannabis, cocaína o anfetaminas, pero fundamentalmente es alcohol. En el primer semestre, realizamos 40 investigaciones por denuncia de agresión sexual, lo que llevaría a 80 al año. Supone un incremento respecto al promedio anual de los últimos años, que había sido de 60-65 casos. De los 40 casos, el alcohol estaba presente en el 62% de ellos. Un 40% era solo alcohol, y un 22% era alcohol y otras sustancias: cannabis, cocaína... Del resto, en muchos casos no se investigaron los tóxicos porque no fueron agresiones. Así que en el fondo, la incidencia de sustancias sería mayor a ese 62%.
– ¿Los ciudadanos deberíamos, por tanto, preocuparnos más por el consumo excesivo de alcohol que de los pinchazos?
– Lo que hay que trasladar a la ciudadanía es que quizá tengamos un problema toxicológico añadido, sobre todo en nuestros jóvenes. Y en estas fechas en que aumentan las fiestas, es cuando advertimos más casos.
– ¿Cuál es el perfil de las víctimas?
– La mayoría son chicas por debajo de 30 años, y en progresión menores de edad, que van en aumento.
Como coordinador del protocolo de actuación, Del Valle subraya que el principal objetivo es agilizar el procedimiento por el cual la víctima sea primero valorada sanitariamente y pueda realizarse luego la investigación policial para, en caso de una actuación judicial posterior, haya las muestras necesarias para poder profundizar en el caso.
La atención sanitaria se canaliza a través del Hospital Universitario de Donostia, adonde se deriva a la víctima cuando llama al 112. El propio hospital debe comunicar el caso a la Policía, para que esta haga sus investigaciones y, si se entiende que se debe avisar al juez de guardia, el caso se traslada a este y a partir de ahí se actúa el ámbito judicial. Del Valle insiste en que «para ello se han debido tomar antes muestras en el hospital».
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