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«Cada vez son más» los niños con sobrepeso u obesidad que acuden a las consultas de pediatría de Osakidetza, un problema asociado a ... una mayor ingesta de productos ultraprocesados y la vida sedentaria, según observa la pediatra de Atención Primaria, ya jubilada, Elena Alustiza, que coordina el programa Pausoz Pauso para el tratamiento del sobrepeso infantil en Gipuzkoa. Esta experta ofreció ayer en Donostia la charla 'Nutrición y hábitos en la infancia, clave en la prevención de la obesidad'.
– ¿Cuándo debemos preocuparnos por el peso de nuestro hijo?
– Curiosamente antes de que nazca. Si una mujer en edad fértil se queda embarazada y tiene sobrepeso empezamos ya esa cadena metabólica. Ese tejido graso de la madre tiene muchísima influencia en el feto. Ese niño ya va a nacer marcado con factores de riesgo para desarrollar más adelante enfermedades relacionadas, como la diabetes. Si el padre o la madre tienen obesidad, el riesgo se multiplica por tres y si lo tienen los dos, se multiplica por diez. Sin embargo, están aumentando los casos de niños con sobrepeso en familias en las que no lo había. Hoy en día, más del 30% de los niños entre 6 y 9 años en Euskadi tienen sobrepeso u obesidad y va en aumento, algo que nos preocupa porque además la gente no es consciente. En el conjunto del Estado, estamos los peores de Europa.
– ¿A qué se achaca este incremento?
– Hay dos pilares fundamentales en el estilo de vida que han cambiado: uno sería el aumento de productos industriales, el azúcar, los edulcorantes, que están alterando terriblemente el hígado graso; los ultraprocesados; la comida rápida; los refrescos, que aunque sean 'cero' son igual de mal; los zumos de brik... Y como hay tal frecuencia en la ingesta de estos alimentos, cada vez son más los niños con sobrepeso. Hay un dato muy interesante: un niño de 8 años ha tomado ya más azúcar que su abuelo en toda su vida. Se considera que un niño no tiene que pasar de 15 gramos de azúcar al día –un terrón tiene 4 gramos–. Realmente, es brutal. Si esto lo unimos a que cada vez ven más horas de pantalla es la tormenta perfecta. Por eso resulta tan importante tener conocimiento de lo que tomamos. Una población informada se va a defender mucho mejor de los mensajes de la industria.
– ¿Qué le parece que la ley de la Infancia vaya a limitar la publicidad para menores de bebidas energéticas o la comida rápida?
– Es fantástico, de aplauso. La pena es que no la hayan quitado, solo la han restringido y ojalá hubiera muchas más medidas. Y es que por debajo de los 16 años, la bebida energética es una bomba de mano nutricional brutal que hace un daño terrible por todos sus componentes. Cuando tomas azúcar te sube la glucosa, aumenta la insulina, te vuelve a bajar la glucosa y tienes más sed. ¿Qué tomas? Otro de lo mismo. Y así estás en seis cafés en un crío de 14 años, que además si es por la noche, lo mezcla con alcohol. Está habiendo muchísimos problemas de ingresos de problemas cardíacos por la ingesta de este tipo de bebidas. Y vas a cualquier supermercado y están al lado de los refrescos, por lo que cualquier persona que no tenga conocimiento pensará 'además me da energía'.
– ¿Comemos cada vez peor?
– Desgraciadamente, sí. Y nos estamos alejando de la dieta mediterránea cada vez más porque ha entrado toda esta industria alimentaria que está haciendo muchísimo daño. Pero ahí hay unos intereses brutales.
– ¿Cómo de perjudicial es la comida rápida para la salud?
– Tiene varias características: es hipercalórica, hipergrasa, hiperproteica y siempre va acompañada con un refresco gigante, que encima tiene una altísima palatabilidad, con patatas fritas y las raciones son el triple. Es la anticomida saludable.
– Sabemos la teoría de carrerilla pero a la hora de la verdad...
– La mejor educación está en la familia, es el mejor ejemplo. Aunque tenga que cambiar la legislación, en casa es donde se aprenden los hábitos saludables. No podemos decir: 'es que este niño se come todas las magdalenas' porque ¿quién las compra? Hay miles de fórmulas y guías para preparar una comida saludable rápido en casa. Si llenamos la cesta de la compra de productos ultraprocesados el niño ya está aprendiendo qué es lo que tiene que hacer: 'esta comida es muy rica y muy rápida'. Cuando los adolescentes se juntan en una casa, a ninguno se le ocurre ponerse a hacer un plato. Cogen el móvil y en cinco minutos tienes un estupendo producto ultraporcesado que seguramente estará muy rico. De ahí el peso de la familia de dar importancia a la comida.
– Las pantallas no ayudan...
– Los chavales ahora pueden estar tres, cuatro o cinco horas al día delante y les quita las horas para hacer ejercicio físico, que es el mejor tratamiento para montones de enfermedades. Además, el cerebro adolescente todavía está en desarrollo y estamos viendo en las consultas de pediatría, además del sobrepeso, un aumento de la falta de autoestima, soledad, aislamiento...
– ¿Un niño obeso será un adulto obeso?
– Si cambiamos los hábitos tiene menos riesgo. Sin embargo, el 80% de los adolescentes obesos tendrá obesidad en la edad adulta y sufrirá muchísimos más problemas metabólicos, enfermedades crónicas, problemas vasculares o de esperanza de vida. Hay una publicación de este mes del jefe de endocrinología infantil de Txagorritxu muy impactante. Ha realizado una ecografía a los pacientes con sobrepeso y obesidad que tiene en su consulta y la mitad de esos niños de 11 años de media tienen hígado graso. La suerte es que se le puede dar la vuelta si cambiamos de hábitos. Pero si dejas evolucionar ese hígado graso, con 30 años ya no tienes nada que hacer y ese niño será adulto joven con diabetes tipo 2.
La pediatra donostiarra Elena Alustiza explica que las cantidades de comida «varían mucho» depende de la edad. «Es muy curioso porque por debajo de los 5 años los niños tienen una especie de detector para saber que ya no quieren más, que están saciados. Pero aquí tenemos esa cultura de terminar todo lo del plato y quizá el niño esté ya saciado en ese momento. Ojalá hubiéramos dejado que ese sensor nos siga funcionando porque los adultos nos comemos todo lo que nos pongan en el plato, hay una obsesión a terminarlo todo», dice Alustiza. Ella y otras tres compañeras coordinan el programa Pausoz Pauso, una iniciativa pionera para tratar el sobrepeso infantil creada en 2010 y dirigida a niños de entre 9 y 13 años. El programa se ha implantado ya en Donostia, en coordinación con los equipos de pediatría de Osakidetza y con el impulso del Ayuntamiento con el objetivo de intentar prevenir de forma precoz esta problemática. En este sentido, Alustiza pone el foco en la mejora de los hábitos en las familias. «El principal objetivo no es bajar de peso sino cambiar los hábitos y que el alimento sea fuente de confort. Estamos continuamente comiendo azúcar, está en todo, por eso hay que alejarse de todas las bolsas, que son los ultraprocesados. Cuanto más natural, mejor. Más fruta, verdura, legumbres...», enumera, al tiempo que aclara que «de vez en cuando tenemos que seguir con esa pantxineta el día de San Sebastián o el rosco de Reyes». Desde su inicio en abril de 2022, han pasado por este programa un total de 65 familias. «Ayer empezó un nuevo grupo», y los resultados son muy positivos, según valora esta pediatra. «Tras los talleres, que duran 18 semanas, las familias nos dicen que han mejorado, los niños se sienten mejor a nivel emocional y eso es también un empujón a su autoestima, porque estos niños sufren mucho 'bullying'». Asimismo, destaca que el sobrepeso se suele dar generalmente en familias de «niveles socioeconómicos bajos».
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