La estancia media de los pacientes que acudieron el pasado año al servicio de Urgencias del Hospital Universitario Donostia alcanzó casi las cinco horas. Concretamente, fueron 4 horas y 40 minutos el tiempo que tuvieron que esperar de media los guipuzcoanos en este área ... hasta ser dados de alta o pasar a planta teniendo en cuenta los doce meses del año. Lógicamente, representa la demora más alta de todos los complejos hospitalarios del territorio -es el más grande de Gipuzkoa y da servicio a una población aproximada de 400.000 personas- y la segunda mayor de toda la Comunidad del País Vasco, solo por detrás del Hospital Universitario de Basurto. El centro vizcaíno cerró el pasado ejercicio con un minuto más de demora que el donostiarra. Así lo atestigua el Departamento de Salud del Gobierno Vasco en una respuesta parlamentaria a una solicitud de información de Rebeka Ubera, de EH Bildu.
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En la documentación enviada por la consejera Gotzone Sagardui, que incluye los datos correspondientes a doce hospitales de Euskadi durante todos los meses de 2022, se distingue entre la estancia media, en horas, que pasaron los pacientes en el servicio de Urgencias y la demora, en minutos, que aguardaron estas personas en el triaje. Según el protocolo de Osakidetza, un médico adjunto es el que se encarga de calificar en cinco niveles la gravedad de los casos de los individuos que entran por la puerta.
En el acumulado de todo el pasado año, realizando una media de los tiempos de espera de cada uno de esos meses, los hospitales comarcales de Gipuzkoa presentan las listas de espera más ágiles de todo Euskadi. En el Hospital Bidasoa la media de 2022 fue de dos horas y 12 minutos; en el Hospital Alto Deba, de dos horas y 16 minutos; en el Hospital de Zumarraga, de dos horas y 37 minutos, mientras que los pacientes de Urgencias del Hospital de Mendaro tuvieron que aguardar dos horas y 53 minutos de media. En los cuatro hospitales vizcaínos -Cruces, Galdakao, Basurto y Urduliz- ese tiempo superó en todos los casos las cuatro horas, mientras que en Araba, en el Hospital Santiago Apóstol y el de Txagorritxu la espera no fue inferior a las tres horas.
Los datos ofrecidos por Salud confirman que el tiempo de atención a las personas del servicio de Urgencias es mayor cuanto más grave sea el cuadro que presenta el paciente. Algo lógico teniendo en cuenta que los casos graves y muy graves, los más comprometidos, son sometidos a un mayor número de pruebas antes de ser derivados a planta o a algún área específica para ser tratados de sus dolencias. Aunque la estancia de estos individuos suele rondar las cinco horas, dependiendo también de la época del año, esas demoras pueden llegar a superar esas cifras en algún momento puntual. Es el caso del Hospital de Mendaro, donde los casos muy graves que llegaron a Urgencias estuvieron 13 horas y 18 minutos de media durante septiembre, o el Hospital Bidasoa, donde los pacientes más críticos llegaron a permanecer en este servicio 17 horas y 56 minutos en este área durante el mes de noviembre. Supone el tiempo de espera más alto registrado durante el pasado año en cualquiera de los hospitales de Euskadi.
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No es de extrañar que estas demoras se registraran durante los últimos meses de 2022. A comienzos de noviembre, la propia Gotzone Sagardui reconoció que las consultas en estos servicios se habían «multiplicado» en comparación con las cifras registradas un año antes. «A lo largo del año, por diferentes motivos, hay momentos en los que la demanda de atención se incrementa en los servicios de Urgencias de los hospitales», apuntó por entonces. Y aunque en un primer momento sostuvo que esta circunstancia no venía derivada por la situación en la Atención Primaria, días más tarde terminó reconociendo que «se ve afectado en un porcentaje por lo que ocurre» en los ambulatorios y centros de salud.
La explicación está en que estos servicios no cuentan con una especialidad médica propia, por lo que en muchas ocasiones se nutren de médicos de familia. Si estos faltan, las consecuencias acaban repercutiendo en otros servicios. Todo ello en un contexto en el que, tal y como había reconocido el propio Departamento de Salud, existen dificultades para cubrir todas las plazas de médicos de familia y pediatras que se necesitan.
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