
«Falta una escucha activa para prevenir el suicidio adolescente»
Patxi Izaguirre ·
El psicólogo vuelve a abordar la cuestión de la muerte en su nuevo libro y hace referencia a la falta de «una mirada empática»Secciones
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Patxi Izaguirre ·
El psicólogo vuelve a abordar la cuestión de la muerte en su nuevo libro y hace referencia a la falta de «una mirada empática»El suicidio es la primera causa de muerte en jóvenes y adolescentes entre 12 y 29 años, una realidad «escalofriante» que preocupa a expertos como ... Patxi Izaguirre. «Falta una escucha activa para prevenir el suicidio adolescente», asegura este psicólogo clínico con motivo del Día Internacional de los Supervivientes en el Duelo por Suicidio, que es este sábado 16, coincidiendo con el tercer sábado de noviembre.
– ¿Por qué puede llegar a tener pensamientos suicidas una persona joven?
– A los jóvenes les estamos dejando abandonados, indefensos y encima incomprendidos. Necesitan ser escuchados activamente, y no lo hacemos. Se sienten atrapados sin formar parte del grupo, no tienen un sentimiento de pertenencia ni objetivos vitales. Muchas veces una persona no cuenta lo que le está pasando porque no le escuchamos. Falta una escucha activa para prevenir el suicidio adolescente. Estamos siempre aconsejando, enjuiciando o de prisa con nuestros estreses.
– ¿Por qué no hay escucha activa?
– No hay honestidad, una expresión sincera en lo que me está pasando para pedir ayuda. Existe una mirada indiferente y nada empática en nuestra sociedad ante el dolor, el sufrimiento, ante la necesidad. No hay un receptor con escucha activa que no enjuicie y que empatice y por tanto esas personas no se atreven a hablar desde su realidad.
– ¿Tienen dudas de si abrirse con sus familiares o amigos o a quién acudir cuando lo necesitan?
– Sí. A veces se opta por hablar con un externo o profesionales y se le da una credibilidad de que eso queda ahí y que no le voy a preocupar. Está para ayudarme. En muchos casos, estos jóvenes no acuden a personas cercanas porque no se sienten comprendidos o no les quieren preocupar, y en su lugar recurren a otras.
– ¿Comparte esa idea de que los jóvenes de hoy en día son la 'generación de cristal'?
– Para nada. No me gusta porque me parece peyorativo, como si la generación cristal hiciera referencia a una generación débil, que no tolera la frustración, que solo busca el placer. Yo creo que cada vez están más solos. Con una presión grupal brutal con todo el tema de redes… Y luego que se pone de manifiesto en nuestra sociedad la crisis humanista en la que estamos.
– ¿A qué se refiere?
– Todo es como de mentira. En Instagram enseñamos lo ideal, pero la vida no es ideal. En la vida hay arrugas y miedos, dudas y errores. Cuando estás construyendo tu identidad, en la adolescencia, faltan referentes humanos reales, no de sonrisa de plástico y exitosos de muchos seguidores. Esa es la realidad completa. La sociedad joven se siente atrapada con una presión terrible en esa idealización del 'yo' y una soledad terrible en esa vulnerabilidad.
– ¿Cómo se puede hacer frente a esta crisis?
– Yo lo explico con el término 'egocidio'. De alguna manera, la adolescencia es la construcción del 'yo identitario'. Hago una diferenciación entre lo que es la persona y el personaje. Entiendo que el personaje es la máscara que vamos construyendo por la presión social, con iguales, por la familia, lo que esperan de mí o lo que tendría que ser yo. Esa especie de idealización del yo. Eso es lo que es el ego. Esta máscara es el escaparate y la persona es la trastienda. Lo que está más en la vergüenza, más en el miedo, más en la vulnerabilidad, no se enseña. Para mí el término 'egocidio' significa que, en un momento dado, cuando está en crisis la adolescencia, se decida acabar con esta máscara, con el personaje y dejar sólo la persona. Mostrar esa vulnerabilidad y dar una oportunidad a la trastienda.
– ¿Es un trabajo individual o también como sociedad?
– Si desde fuera me machacan, mis vulnerabilidades son censuradas y soy criticado, soy yo el que me rechazo y me acomplejo. Al final es un rechazo total a lo que de verdad soy en esa vulnerabilidad miedosa y dependiente. Entonces de ahí un poco la cuestión de sacar a la palestra nuestra autenticidad humana. Y eso requiere de una intención conjunta.
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– ¿Cómo puede prevenir un adolescente este tipo de pensamientos?
– Hoy en día la salud mental en la adolescencia requiere que en educación esté el psicólogo o el orientador, que sea una figura preparada respecto a temas más psicoemocionales, evolutivos, no académicos. A nivel social, visibilizar este dolor. Creo que es importante ir dándole voz cada vez más a referentes sociales que sean capaces de hablar de la vulnerabilidad y mostrarse tal y como son. El sentimiento de pertenencia también es identificado en otras figuras. Sentir que no estás solo, que hay una identificación proyectiva con ese tipo de personas diferentes, y que desde ahí pues te das una oportunidad a mostrarte también. Yo creo que ahí tenemos una gran asignatura social.
– Y al otro lado, ¿cómo debe actuar un amigo si alguien cercano muestra pensamientos suicidas?
– Tiene que haber un entorno empático, nada cotilla. No hay que actuar egóticamente curioseando. Hay que visibilizar ese dolor desde la empatía. Hacerle sentir que tiene una mano tendida, que puede contar contigo. Esa actitud social entre iguales es totalmente de ayuda. Igual hasta más de ayuda que un psicólogo o ayuda profesional. Que te llega de alguien igual que no te esperas. Aunque no se sepa a ciencia cierta cómo actuar, dejar clara una intención diciendo: «Yo me estoy sintiendo con ganas de ayudarte. No sé muy bien cómo hacerlo, pero cuenta conmigo».
– ¿Es el suicido adolescente un problema de primer nivel?
– El suicidio es la primera causa de muerte en jóvenes y adolescentes entre 12 y 29 años a nivel estatal. Claro que es un problema de primer nivel, constata que hay más miedo a vivir que a morir. Es un dato escalofriante. Por lo tanto, requiere de soluciones a la altura. Hay que visibilizar todo ese dolor, ese dolor mental invisible para que esas personas no se sientan solas. Tenemos que desenmascararnos en la vida, integrar la vulnerabilidad de forma humana. Por último apostar definitivamente por una prevención de calidad que se hace en esa edad con profesionales formados. El orientador es una figura académica, pero no aborda toda esa otra problemática que es fundamental en la estructura de personalidad. Es una edad clave. Hay un vacío. El orientador es una figura desbordada. Te ayuda en lo académico, entre las cuatro paredes de la clase, pero tiene que tener más conocimientos.
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