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La llegada de un hijo al mundo se presupone un momento rebosante de felicidad. Algo maravilloso que, sin embargo, no todas las madres sienten así. ... Cambios de humor repentinos, tristeza, ansiedad, irritabilidad, pérdida de ilusión... son solo algunos de los síntomas que los cambios hormonales u otros posibles factores provocan en las gestantes o en mujeres puérperas y que se conoce como depresión posparto. Se trata de un trastorno de la salud mental que aproximadamente afecta a una de cada diez mujeres. Además, en los casos más graves puede llevar a ideas suicidas y afectar al desarrollo del bebé. Con el objetivo de ayudar a las madres que se encuentran en la etapa perinatal a detectar, prevenir y tratar tempranamente los miedos y problemas de salud mental que puedan tener, Osakidetza puso en marcha en Gipuzkoa el programa 'Amatasuna', que en junio de 2021 se extendió a todo el territorio y desde entonces ha atendido a casi medio millar de guipuzcoanas.
La patología mental materna es un problema de salud pública que puede afectar gravemente al bienestar de la madre y del bebé. Detectar de manera precoz la depresión o ansiedad perinatal fue lo que motivó a unas psiquiatras y enfermeras de la Red de Salud Mental del territorio a crear un grupo de trabajo para poner en marcha un proyecto que prestase una atención especial e individualizada a las mujeres desde que se quedan embarazadas hasta que el niño cumple un año. «Durante la etapa perinatal hay una serie de factores hormonales, biológicos, psicosociales, cognitivos... que hacen que durante este periodo aparezcan una serie de síntomas. Aparecen miedos, estrés, incertidumbre por si el bebé viene bien o no... que la mujer tiene que poder gestionar bien. Es un periodo de mayor vulnerabilidad para la mujer», explica la psiquiatra Edurne Zapirain, responsable del programa.
Lo que en un comienzo fue una iniciativa piloto en el que participaron 1.063 mujeres y 16 matronas de los centros de salud mental de Ondarreta, Zarautz, Eibar y Beasain, hace ahora tres años se convirtió en un pionero programa que ya se ha extendido a toda la red del territorio y por el que han pasado un total de 467 mujeres que han experimentado algún tipo de fragilidad emocional durante su gestación.
El primer paso de estas profesionales es el de detectar de manera precoz las posibles patologías que estas madres pueden desarrollar durante los nueve meses de embarazo.Todo parte de la consulta con la matrona, que «siguiendo unas directrices de guías de buena práctica clínica, van a identificar qué factores de riesgo puede tener esa mujer y para abordarlos». Pero, ¿en qué consiste exactamente? «Hay un cuestionario de preguntas y, después, unas escalas determinadas, una para la depresión y otra para la ansiedad», añade Zapirain.
Edurne Zapirain
Psiquiatra
La primera de ellas es la Escala de Depresión Posnatal de Edimburgo (EPDS), que consta de diez ítems en el que las mujeres deben responder cómo se han sentido durante los últimos siete días a cuestiones como si han sido capaces de reírse, si se han sentido agobiadas o incluso si han tenido pensamientos de autolesionarse. La segunda hace referencia a la Escala de Ansiedad Generalizada (GAD-7), en la que se describe a las mujeres un total de siete problemas que han podido haber sufrido durante las dos últimas semanas y estas deben puntuar con una escala del cero al cuatro –es decir, de nunca a cada día– la frecuencia con la que han experimentado estas sensaciones.
«Si el cribado da positivo, ese mismo día la matrona nos hace una interconsulta y en un plazo máximo de 15 días realizamos una evaluación para determinar si tiene o no diagnóstico psiquiátrico para empezar con un plan de tratamiento», resalta la psiquiatra. La intervención, «personal e individualizada», consiste en atención psicológica personal y grupal para trabajar diferentes aspectos como las emociones o la capacidad de resolución de problemas, además de una pauta farmacológica si precisa por patología moderada o grave y que sea compatible con el embarazo. «Es muy importante involucrar a la pareja y también la coordinación entre todos los profesionales que intervienen en el proceso: matrona, ginecólogo, el médico de atención primaria, el pediatra...», señala.
Atajar a tiempo estén tipo de situaciones, añade la profesional, es de vital importancia, porque «nos hemos encontrado muchas veces que la mujer o las personas de su entorno no han sabido identificar que esos síntomas pueden responder a una depresión posparto porque ella ha decidido llevarlo en silencio u ocultarlo de alguna forma y cuando lo hemos detectado o lo tenemos que abordar la mujer está ya en una situación de mayor gravedad».
Pero puede darse también la circunstancia de que, aunque el cribado arroje un resultado positivo, la paciente no desarrolle un trastorno psiquiátrico. «En estos casos ofrecemos una intervención preventiva hasta que pasa un año después del parto para que esa mujer no desarrolle la enfermedad a posteriori», resalta.
La psiquiatra de la Red de Salud Mental de Gipuzkoa admite que existe una «presión social» de que la maternidad tiene que ser «la mejor época» de la vida, pero que esta afirmación no siempre se corresponde con la realidad. «Hay mujeres que no lo verbalizan por el qué van a decir los demás, por ese sentimiento de culpa. Se preguntan '¿me van a reprochar que soy mala madre?' Pero tienen que saber que la depresión es una enfermedad que no depende de ellas, que hay una serie de factores que intervienen en ese momento y, sobre todo, que existe un tratamiento que es eficaz».
Edurne Zapirain
Psiquiatra
En ese sentido, apunta que existen dos momentos «críticos» en la depresión posparto. Uno ocurre «a las seis u ocho semanas» tras el parto, y el otro «cuando finaliza la lactancia, que generalmente coincide con una alteración hormonal y una posible incorporación laboral» que la mujer tiene que gestionar. «Hay una situación más inmediata y otra una depresión más tardía, un riesgo más tardío», confirma.
Cuando no se trata, avisa la profesional de Osakidetza, la depresión perinatal tiene «un impacto» tanto «a nivel de salud materna como peores resultados en la salud del recién nacido». Zapirain se refiere a «más riesgo de bajo peso, bebés prematuros» o «con más llantos», y también un impacto en el «desarrollo infantil, hay más riesgo de retraso en el desarrollo con alteraciones emocionales, conductuales...», enumera, queriendo transmitir un mensaje de «esperanza, en el sentido de que hay un programa que es eficaz y que empieza desde la consulta con la matrona, que está formada para ello».
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