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fermín apezteguIa y Oskar Ortiz de Guinea
San Sebastián
Martes, 3 de agosto 2021, 06:49
Osakidetza ha formado ya a 2.600 médicos y enfermeras en las técnicas y medicamentos para la aplicación de la eutanasia. El Servicio Vasco de ... Salud se ha propuesto que la instrucción llegue a todos los profesionales que la soliciten, tanto de la red pública como de la privada. Un mes después de la entrada en vigor de la ley que garantiza el derecho a recibir ayuda profesional para morir, la red sanitaria de Euskadi ha recibido al menos una quincena de peticiones de asistencia para poner fin a sus días, según distintas fuentes consultadas. De momento solo se ha conocido la culminación de una solicitud, la de Eskarne, una mujer vizcaína de 86 años que falleció en su casa el 23 de julio, según trascendió el fin de semana. Es el único caso conocido en el Estado.
Un 8% o 9% de los profesionales sanitarios de Euskadi han participado en la formación 'online' sobre aplicación de la ayuda a morir diseñada por Osakidetza. La cifra, a simple vista, puede parecer pequeña, pero no lo es. No solo porque la eutanasia es un derecho desde hace poco más de un mes, en concreto desde el 25 de junio, sino porque muy posiblemente esa cantidad comience a ser suficiente como para atender la demanda asistencial.
Euskadi cuenta, en números redondos con 13.900 médicos y unas 1.600 enfermeras, entre la red pública y la privada. No todos necesitarán conocimientos para ayudar a los pacientes que demanden la muerte. Traumatólogos, cirujanos plásticos o profesionales de la oftalmología, por citar solo algunos ejemplos, no requerirán de ningún modo esta formación específica.
Por otra parte, lo que quizás sea más importante, la demanda de eutanasia será, además, limitada. La organización Derecho a Morir Dignamente Euskadi, que ha protagonizado en el País Vasco el movimiento social a favor de esta prestación, calcula que cada año entre 200 y 400 vascos solicitarán a las instituciones públicas ayuda para poner fin a sus días. «Es una proyección a futuro, porque hará falta una mayor madurez de la sociedad para alcanzar esas cifras», explica Antton Elosegi desde DMD Euskadi.
Antton Elosegi | dmd euskadi
La estimación de esta asociación se basa en la demanda registrada en los otros cuatro países que en el mundo cuenta con leyes reguladoras del derecho a la solicitud de la muerte: Países Bajos (2001), Bélgica (2002), Luxemburgo (2008) y Canadá (2016). La eutanasia desencadena el fallecimiento del 4,2% de la población neerlandesa, el 2,4% de la belga y el 2% de la canadiense.
En Euskadi, según esta organización, se calcula que entre un 1% y un 2% de las personas que fallezcan habrán demandado este servicio sanitario. Antes de la pandemia, el País Vasco registraba en torno a 22.000 muertes al año, por lo que entre 200 y 400 podrían ser demandantes de ayuda para morir. «En los primeros años el volumen será menor», precisa Antton Elosegi, por el todavía poco recorrido de esta ley orgánica 3/2021 aprobada hace un mes. Este donostiarra asegura que la eutanasia legal ha sido «muy bien acogida» por su asociación, aunque considera que el texto aún «debería ir más lejos», porque «el derecho a morir no debería estar condicionado a situaciones tan extremas como el primer caso conocido».
El de Eskarne, que ya hace diez años solicitó la eutanasia en voluntades anticipadas. «Ella ahora no estaba en condiciones (físicas y cognitivas) y había que ayudarle a cumplir la decisión personal que firmó y tomó en su día», explicó su hijo a este periódico el pasado domingo. «La familia ha quedado contenta del desarrollo del proceso», apunta Elosegi.
El protocolo del Gobierno Vasco establece dos situaciones para pedir la eutanasia: cuando se sufra una enfermedad grave e incurable en un contexto de deterioro progresivo y cuando el padecimiento sea grave, crónico e imposibilitante. En ambos supuestos, deberá formalizar la solicitud por escrito dos veces de forma voluntaria con un margen de al menos dos semanas. La evaluación de cada caso corresponde a una comisión de garantías formada por 25 personas, un 'jurado', a juicio de Elosegi, «demasiado amplio» y con «una alta representación ética en relación al número de especialistas técnicos».
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