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El coronavirus les obligó a modificar los planes a última hora, pero no cancelaron la boda. José Mari López
«Hemos pasado de hacer el banquete de bodas en el Ezeiza a comer en un chino»

«Hemos pasado de hacer el banquete de bodas en el Ezeiza a comer en un chino»

El coronavirus causa estragos el día del enlace entre Estefani y Jairo en el Ayuntamiento de San Sebastián y limita el número de asistentes

Macarena Tejada

San Sebastián

Domingo, 15 de marzo 2020, 07:31

Era el día más esperado por Estefani Ponce y Jairo Arévalo. Llevaban un año preparando su boda al milímetro: las invitaciones, el banquete, el vestido, las flores, la decoración... Absolutamente todo para que la fiesta fuera inolvidable.

Y así va a ser, aunque por otros motivos. Ambos recordarán siempre el 14 de marzo de 2020 porque fue el día en el que contrajeron matrimonio, pero también por los estragos que causó el coronavirus. «Nos ha trastocado todos los planes», señalaban en Alderdi Eder, a la salida del Ayuntamiento donostiarra, donde se dieron el 'sí, quiero' ayer al mediodía.

La pesadilla comenzó el viernes. Las medidas tomadas por las instituciones para combatir la pandemia del COVID-19 eran cada vez estrictas, pero la pareja no esperaba que fueran a tener una repercusión tan directa en la ceremonia. Fueron conscientes de lo contrario cuando, la víspera de la boda, les llamaron para decirles que a la sala en el que iba a celebrarse el enlace solo podían entrar seis invitados.

Finalmente fueron diez las personas que asistieron a la ceremonia: ellos, dos testigos, sus dos hijos, la administrativa y el encargado de oficiar la boda civil. No hicieron falta ni mascarillas ni gel desinfectante, pero sí mantener un metro y medio de distancia entre cada uno de los asistentes. «Todo ha salido bien, pero el disgusto cuando me lo dijeron fue enorme. No podía parar de llorar», admitía Estefani, que finalmente consiguió lucir una gran sonrisa.

Pero para llegar a ese punto de tranquilidad han tenido que reorganizar muchas cosas. Tras recibir el mensaje del Ayuntamiento, la pareja transmitió las novedades a todos sus invitados. Al final, «entre el miedo y las nuevas circunstancias» solo acudieron cuarenta de los cien previstos. Y tuvieron que esperar fuera. «Es una pena, queríamos verlo... Los que han estado dentro dicen que el momento del beso ha sido precioso», se lamentaban los tíos de ella, que aseguran que durante la media hora de espera en Alderdi Eder no hicieron más que hablar sobre el coronavirus. ¿Miedo? «Un poco», pero no por eso han dejado de felicitar a los novios. «Les hemos dado un fuerte abrazo y un beso a cada uno. Ya veremos si nos contagiamos o no en un tiempo, pero es un día de celebración y hay que disfrutarlo», coincidían. Intentaban mantener las distancias, pero «a veces es imposible. No eres consciente y te juntas más de la cuenta».

«Hay que adaptarse»

El cambio de planes fue más allá. Durante la sesión de fotos en el paseo de La Concha -los fotógrafos aceptaron trabajar pero manteniendo las distancias-, sonó el móvil. Ponce y Arévalo se miraron. Se temían lo peor. El día anterior ya les habían cancelado la reserva de la comida, con fiesta después, en el Hotel Ezeiza de Ondarreta. En unas horas consiguieron coger sitio en otro, y casi a la hora de comer «nos vuelven a dejar sin nada». Se les ocurrió una solución de urgencia: llamar a un chino. Y tuvieron suerte.

Un 'wok' de Donostia aceptó dar de comer a todo el grupo, «eso sí, en mesas separadas». Ocho personas por cada tablero. «A ver cómo termina esto... Mientras podamos pasar tiempo con nuestras personas queridas no nos importa dónde ir. Hemos pasado del banquete en el Ezeiza a comer en un chino. Lo que queremos es disfrutar de nuestro día, que el coronavirus no nos lo estropee».

No es lo que habían planeado, «pero tenemos que adaptarnos a la realidad», se resignaba la novia. Y, pese a que las circunstancias no eran las ideales, en ningún momento se plantearon cancelar la boda. Un ejemplo de amor en tiempos de coronavirus.

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