Han llegado el frío, la lluvia y el viento. Y con ellos, las enfermedades habituales del otoño-invierno. Catarros, resfriados, bronquitis, neumonías... En su mayoría, infecciones víricas que afectan al aparato respiratorio provocadas por pasar más tiempo en espacios cerrados, una menor ventilación de estos, una mayor cercanía física entre las personas... Una de las consecuencias directas del aumento de contagios es el incremento de visitas a los centros sanitarios, particularmente a los servicios de Urgencias. Más aún si el enfermo es un menor, y todavía más si se trata de un bebé.
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Gipuzkoa, como otros territorios y comunidades, se enfrenta desde hace semanas a un brote de bronquiolitis causada por el virus respiratorio sincitial (VRS) que ha obligado a reforzar los servicios de atención pediátrica, tanto las urgencias como las camas para ingresados. En el Hospital Donostia se ha habilitado los últimos días una unidad adicional con 22 camas para hacer frente al aumento de ingresos por esta dolencia, después de que la incidencia se haya sextuplicado en Euskadi desde comienzos de octubre y ya haya superado el techo alcanzado en 2022.
Se trata de una zona que habitualmente suele estar clausurada y que se abre cuando se pone en marcha un protocolo por el cual, al rebasar un número concreto en Urgencias y observación, se habilita para poder atender a todos los pacientes que precisan de un ingreso. Un procedimiento similar al que se lleva a cabo con otras epidemias como la de la gripe, que también está en pleno auge.
Por ahora, las previsiones apuntan a que Gipuzkoa está aún en la fase ascendente de la ola, por lo que podrían pasar algunas semanas hasta alcanzar el pico máximo de expansión del virus. La bronquiolitis se da habitualmente en forma de epidemia entre octubre y marzo, y el techo de incidencia se alcanza habitualmente por estas fechas, entre finales de noviembre y principios de diciembre.
Semanalmente, el Departamento de Salud mantiene un sistema de vigilancia centinela de infección respiratoria aguda, tanto en el ámbito de la Atención Primaria para la vigilancia de infección respiratoria aguda leve (IRA), como hospitalaria, para la vigilancia de la infección respiratoria aguda grave (IRAG), que permite a Osakidetza dar respuesta a cualquier tipo de emergencia que pudiera surgir.
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Estos informes muestran que la incidencia de la bronquiolitis suma ya seis semanas al alza en Euskadi, hasta situarse en estos momentos en 1.396 casos por cada 100.000 habitantes. El impacto de la infección se ha sextuplicado desde la primera semana de octubre y, desde entonces, la curva no ha parado de crecer. Durante la temporada pasada el pico de bronquiolitis se alcanzó a estas alturas, coincidiendo con el cambio de calendario de noviembre a diciembre. Entonces el techo se situó en 1.273 casos por cada 100.000 habitantes, una cifra que ya ha sido rebasada este año. Esto no hace más que indicar que, tras el parón sufrido en 2020 y 2021 a causa de las restricciones sanitarias derivadas de la pandemia, la enfermedad ha vuelto con fuerza.
La bronquiolitis es una infección respiratoria en niños de menos de dos años que se manifiesta al comienzo como un catarro común (tos, mocos, puede que fiebre...). A los 2-4 días se hace patente la dificultad para respirar porque el niño lo hace más deprisa, le cuesta comer y puede vomitar. Otros síntomas pueden ser la aparición de ruidos en el pecho, como pitidos, que se le marquen las costillas, se le hunda el pecho, o se le mueva la tripa al respirar. Los casos leves se superan en casa en entre 10 y 15 días, y en los severos la hospitalización media es de unos 7 días.
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Según datos del Departamento de Salud del Gobierno Vasco, los pediatras de toda la red de Osakidetza atienden cada temporada 4.500 consultas por bronquiolitis en Atención Primaria. Además, esta enfermedad genera 2.500 episodios de urgencias hospitalarias y de media 450 bebés acaban siendo hospitalizados.
Se trata de una infección con un índice de mortalidad muy bajo. En España, del 0,065% de los pacientes ingresados. La tasa es algo mayor entre los niños con factores de riesgo (prematuros, con enfermedades pulmonares crónicas, cardiovasculares, inmunodeprimidos...), donde llega al 1,5%.
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Por primera vez, Osakidetza cuenta este año con una vacuna para hacer frente al virus respiratorio sincitial (VRS), el patógeno que está detrás de la bronquiolitis, la enfermedad que más ingresos pediátricos provoca cada temporada, y que lleva administrándose desde hace semanas. El preparado en cuestión se llama Nirsevimab. Se trata de un anticuerpo monoclonal de vida media larga que con una única administración intramuscular al inicio de la temporada epidémica del VRS es capaz de proteger frente a esta infección durante toda la epidemia. Técnicamente, funciona uniéndose al virus sincitial y después evitando que este se fusione con las células del epitelio respiratorio, lo que impide la infección.
Al contrario que las demás comunidades, Euskadi ha limitado su administración a la población infantil menor de 12 meses «con alto riesgo», a los que se está inyectando el suero en los centros de salud y ambulatorios de los tres territorios vascos, y a los bebés sanos que están naciendo durante la temporada epidémica; es decir, entre octubre y marzo. A estos últimos se les ofrece la vacuna en sus primeros días de vida, antes de abandonar el hospital, a la vez que se les hace la prueba del talón o algún otro análisis.
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