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Viernes, 31 de mayo 2024, 06:35
Osakidetza implantó hace dos años en toda su red el denominado Código Intento Suicidio Reciente (CISR), un nuevo procedimiento para mejorar la atención y el ... seguimiento a las personas que han intentado acabar con su vida. Desde su puesta en marcha, esta herramienta ha permitido detectar hasta el momento a más de 500 personas en riesgo de autólisis, lo que significa que este código se activa «un promedio de 22-23» veces al mes en el territorio, según datos facilitados por Andrea Gabilondo, directora de la Red de Salud Mental de Gipuzkoa.
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En el conjunto de Euskadi, el número de personas en riesgo de suicidio detectadas por Osakide-tza asciende a más de 1.500 en estos dos años. Dos tercios han sido mujeres y cuatro de cada diez tenían una edad comprendida entres los 18 y los 35 años. Además, un 20% eran adultos de 45 a 55 años y el 3% eran menores de edad. De este último grupo, la inmensa mayoría, alrededor de cuatro de cada cinco casos, correspondía a una niña que quería terminar con su vida. El CISR, implantado en abril de 2022, es una de las medidas incluidas en la Estrategia de Prevención del Suicidio en Euskadi, puesta en marcha en 2019 para reducir la incidencia, prevalencia y el impacto de lo que constituye uno de los principales problemas de salud pública en el mundo.
«El objetivo es mejorar la atención sanitaria de las personas a las que damos de alta de los hospitales de Osakidetza después de haber un intento de suicidio», explica Gabilondo. En concreto, este procedimiento «incluye la coordinación entre los diferentes servicios que le deberán atender o los tiempos hasta la primera cita ambulatoria» ya que, en ausencia de códigos como este tipo, Salud tiene comprobado que «es frecuente» que la persona afectada «se desvincule del sistema sanitario y no reciba una atención específica para su situación de riesgo».
Andrea Gabilondo
Psiquiatra
Por todo ello, este programa ofrece un apoyo telefónico que completa durante las primeras semanas tras el alta las visitas presenciales ambulatorias y que realizan los profesionales de enfermería del Servicio Vasco de Salud. «Este tipo de atención ha demostrado ser útil para reducir el riesgo de repetición de la conducta suicida», certifica la psiquiatra, que recuerda que la ayuda a estas personas debe incluir siempre que sea posible también a su entorno más cercano, como pueden ser los familiares o amigos.
500
veces aproximadamente se ha activado la alerta de suicidio en Gipuzkoa en dos años.
66%
de los guipuzcoanos que se encuentran en riesgo de suicidio en el conjunto de Euskadi son mujeres.
52
personas se quitaron la vida en el territorio en 2022, últimos datos disponibles. 36 eran hombres y 16 mujeres.
De esta forma, el código CISR se activa en el momento en que el psiquiatra responsable da el alta hospitalaria al paciente que haya realizado la tentativa de suicidio. Automáticamente, se implementa la alerta en su historia clínica de Osakidetza y se comunica al centro de salud mental de referencia y a un consejo sanitario. Una vez en su domicilio, la persona recibe en un plazo máximo de 48 horas una llamada de un enfermero de ese órgano para interesarse por su estado y ofrecerle pautas de apoyo en caso de que las necesite. Estas llamadas se repiten al menos en dos ocasiones, transcurridos 15 y 30 días. Paralelamente, Osakidetza contacta telefónicamente con el paciente para ofrecerle una cita con un profesional de la salud mental en un plazo no superior a 3 días.
En los últimos diez años, el promedio de suicidios anuales en Euskadi es de 170, siendo la primera causa de muerte externa y casi el triple que los accidentes de tráfico. Según los datos más recientes publicados por Eustat y correspondientes a 2022, ese año se quitaron la vida en el País Vasco 174 personas, de las que 124 eran hombres y el resto mujeres. En Gipuzkoa se produjeron 52 suicidios (36 hombres y 16 mujeres). Por edades, la franjas comprendidas entre los 50 y 59 años y entre los 60 y 69 fueron las que más muertes acumuló, con 34 fallecimientos en cada grupo de edad. En el caso del territorio destaca también la autólisis de dos jóvenes menores de 19 años.
«Normalmente, el camino que lleva a una persona a plantearse seriamente el suicidio es complejo e influyen factores de diversa naturaleza que suelen combinarse», asegura la psiquiatra. El factor más relevante y, de hecho, «el que cuenta con mayor evidencia científica, es el de antecedentes de intento de suicidio previo, especialmente en los primeros meses tras dicho intento».
Andrea Gabilondo
Psiquiatra
Otros factores incluyen problemas de salud física graves, como los dolorosos o incapacitantes. «Se calcula que podrían estar presentes en un 30% de casos, en especial en personas mayores», detalla Gabilondo. También influyen las situaciones de aislamiento social (soledad, exclusión, discriminación...), los acontecimientos vitales estresantes (desempleo, problemas interpersonales, legales, económicos...) o la exposición a la violencia (bullying, abusos, maltrato...), entre otros.
Lo habitual, constata la profesional de Osakidetza, «es que se combinen varios factores», por lo que «existiría un mayor riesgo a mayor número de factores presentes». En estos casos, añade, la persona «llega a encontrarse en una situación de gran sufrimiento y desesperanza en la que se siente atrapada y de la que no sabe cómo salir». Muchas veces el suicidio es la única vía de escape que encuentran.«Aquí entra en juego también el papel del desconocimiento y el miedo, que coloca una barrera para que esa persona pueda pedir ayuda o para que el entorno identifique el riesgo y pueda intervenir», dice.
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