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Lunes, 29 de abril 2024, 13:33
Si hablamos de la fruta de la pasión, ¿sabes a qué variedad nos estamos refiriendo? En algunos lugares la conocen como pasionaria, en otros como granadilla, también como parchita… pero la denominación más común de esta fruta tropical es maracuyá.
Hablar del maracuyá es hacerlo de la denominada fruta de la pasión, un término muy sugerente del que gran parte de los humanos desconoce el origen. Porque, ¿sabes de dónde proviene llamar 'fruta de la pasión' al maracuyá?
Antes de explicar el origen de esta denominación conviene hacerlo del origen de la fruta. El maracuyá procede de Sudamérica, más concretamente de la zona geográfica que ocupa el Amazonas en la región de Perú, aunque su cultivo ha ido a lo largo de los años extendiéndose a otras áreas del planeta. Se trata del fruto que se obtiene de la planta llamada 'passiflora edulis' y llegados a este punto compete hablar sobre su sugerente denominación.
¿Por qué fruta de la pasión? La teoría más popular cuenta que corría el siglo XVII cuando algunos misioneros jesuitas probaron el maracuyá en una de sus expediciones al continente americano, quienes sacaron un gran parecido a la flor de esta planta con cierta simbología relativa al pasaje bíblico conocido como La Pasión de Cristo. Sea cierto o no, de lo que sí hay constancia es que de que en el año 1753 el científico Carlos Linneo adoptó pasiflora -fruta de la pasión- como nombre oficial y definitivo de esta fruta, el maracuyá.
Una vez conocido el curioso origen del nombre del maracuyá o la fruta de la pasión, toca ahondar en los numerosos beneficios para la salud que acarrea el consumo de esta fruta de la que encontramos dos principales variedades: una de corteza morada y la otra, de tonalidad más anaranjada o amarillenta. La piel oculta un interior que alberga una pulpa sorprendente debido a su aroma y sabor exóticos en los que se combina la frescura con notas ácidas y dulces.
El maracuyá destaca por su alto contenido de vitamina A y C, así como de diversos minerales (potasio, fósforo y magnesio).
También es una gran fuente de fibra, lo que favorece la digestión y el correcto tránsito intestinal.
Cuenta con un gran poder antioxidante y saciante, sin olvidar que en la medicina tradicional ha sido una fruta muy valorada por asociársele una alta capacidad sedante y tranquilizante.
Por todo ello, el maracuyá se recomienda como parte de una dieta saludable, pudiendo consumirlo de muy diversas formas.
Como toda fruta, puede comerse en fresco, como parte también de macedonias y ensaladas, pero también sirve para elaborar bebidas, tales como zumos, batidos e infusiones. Además, se presta a ser ingrediente principal de mermeladas, confituras, salsas y aliños con los que acompañar tanto pescados como alimentos lácteos (quesos, yogures…).
Y es que el sabor del maracuyá combina muy bien con productos derivados de la leche, por lo que podemos emplearlo en numerosas recetas de repostería como acompañante de recetas con nata, sin olvidar las tartas de maracuyá. Por último, no podemos dejar de probar un refrescante helado de esta fruta.
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