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En las últimas décadas, el consumo de tabaco en España se ha transformado tanto como consecuencia del aumento de los precios, en gran medida debido a los impuestos que el Gobierno establece sobre este producto, como por las distintas leyes que el Congreso ha aprobado con el objetivo de reducir el hábito de fumar. Desde 2009, la prevalencia de fumadores diarios ha sufrido un descenso, pasando del 31,8% al 25,8% en 2024.
Este cambio de hábito ha ido acompañado de un aumento significativo en el uso de cigarrillos electrónicos, que pasó de un 6,8% en 2015 a un 19% una década después. El impacto de estas políticas ha sido clave: la ley antitabaco de 2010, que prohibió fumar en lugares públicos cerrados, junto con el aumento progresivo de los impuestos al tabaco, han reducido la tasa de fumadores. Sin embargo, el auge de los cigarrillos electrónicos, que no han vivido prácticamente cambios en sus precios, refleja un cambio en las preferencias.
Y aunque forma parte de las políticas fiscales implementadas por el Gobierno para reducir el consumo de tabaco, la subida de los precios es uno de los principales motivos por los que los españoles han decidido acabar con este hábito nocivo para la salud. En 2000, una cajetilla de cigarrillos costaba 375 pesetas (equivale a 2,25 euros), mientras que en 2025 ha alcanzado los 6,50 euros, de media, y se prevé que siga subiendo a lo largo del año.
2,4 mill de cajetillas menos
En 2023, las ventas de cajetillas en España fueron de 2,1 millones, mientras que en 2008 fueron 4,5 millones.
Este aumento constante ha ido acompañado por ajustes anuales en los impuestos sobre el tabaco, que subieron, por ejemplo, un 18% en 2001 o un 5% en 2025. A lo largo de los años, esto ha impactado directamente en el precio de las cajetillas y las picaduras de liar, que también han experimentado fluctuaciones en sus precios.
La transición de la peseta al euro, en 2002, marcó el inicio de un proceso que fue consolidado con nuevas políticas fiscales en 2005. En 2009, los impuestos sobre el tabaco fueron los principales responsables de un nuevo aumento de precios, lo que continuó en años posteriores, con un notable incremento en 2010, aunque en esta ocasión no fue solo debido a estas subidas, sino también a la crisis económica.
Pero los factores fiscales no son la única razón por la que han crecido los costes de los consumidores de tabaco, otros elementos como la inflación y situaciones extraordinarias, como la covid-19 en 2020 y la guerra en Ucrania en 2022, también han influido en los precios. En 2024, por ejemplo, el precio de las cajetillas alcanzó los 6 euros, prácticamente dos euros en siete años.
Desde 1988, el Ejecutivo central ha implementado una serie de políticas públicas destinadas a la reducción del consumo de tabaco. En ese año, el Congreso de los Diputados dio el visto bueno a la primera ley que prohibía fumar en hospitales, centros educativos, salas de teatro, cines y ascensores, que supuso el inicio de unas restricciones que continuarían en las siguientes décadas.
A pesar de estas primeras medidas, el consumo de tabaco en ese entonces se mantenía alto, alcanzando un 51% de la población. Sin embargo, la prohibición de los anuncios de tabaco en la televisión, que también se implementó en 1988, supuso un paso importante en la sensibilización pública sobre los riesgos del fumar. Para 1992, se comenzó a limitar el consumo de tabaco en los vuelos nacionales con una duración inferior a 90 minutos, una decisión que fue extendiéndose progresivamente a vuelos internacionales y al transporte público.
En 1999, el Gobierno eliminó por completo la posibilidad de fumar en zonas específicas en aviones y autobuses, lo que redujo aún más los lugares donde podían disfrutar de su mal hábito. A medida que avanzaba el tiempo, las restricciones se intensificaron, y en 2005, se implementaron leyes que regulan el consumo de tabaco en los centros de trabajo y la hostelería, permitiendo fumar solo en áreas físicas separadas. El precio, a su vez, también continuó su aumento, alcanzando los 2,50 euros por cajetilla.
41,7% de fumadores
Extremadura es la comunidad en la que más personas consumen tabaco a diario en 2024, según los datos de Sanidad.
El punto más drástico llegó en 2010, cuando se aprobó la ley que prohibió fumar en todos los espacios cerrados, incluyendo bares, restaurantes y discotecas, sin ningún tipo de excepción. Esta medida, junto con la concienciación sobre los peligros del tabaco, contribuyó a una caída en el consumo, que descendió al 31,2%. En 2024, la política antitabaco continuó evolucionando con la propuesta del Ministerio de Sanidad para ampliar los espacios libres de humo. El Plan Antitabaco en el que trabaja el área que encabeza Mónica García incluye la prohibición de fumar en lugares como terrazas, marquesinas, andenes, playas y piscinas. Pero las medidas no solo afectarán al tabaco tradicional, sino que busca también la regulación de los vapeadores y de los cigarrillos electrónicos.
Desde 2003, los ingresos por las ventas de tabaco han experimentado fluctuaciones, con una tendencia general al alza, especialmente en lo que respecta a las picaduras de liar. En aquel momento, los ingresos por las cajetillas fueron de 9.526,07 millones de euros, y para 2023 alcanzaron los 10.349,66 millones de euros, lo que refleja una subida constante, aunque moderada, a lo largo de los años.
Por otro lado, las picaduras de liar han tenido un crecimiento más significativo. En 2003, los ingresos por este tipo de tabaco eran de 108,99 millones de euros, mientras que en 2023 llegaron a los 1.258,35 millones de euros, lo que refleja una creciente preferencia por esta opción más económica o personalizada.
Por el contrario, la evolución de las ventas de cajetillas ha mostrado una clara tendencia a la baja en los últimos años. Desde 2008, cuando se vendieron 4,5 millones de cajetillas, hasta 2023, las ventas cayeron a 2,1 millones. Las políticas de control, como la subida de los precios más marcada en los cigarrillos industriales que en las picaduras de liar, han logrado reducir gradualmente el número de fumadores tradicionales, lo que se refleja en las ventas anuales de cajetillas, aunque el nivel de ingresos en el sector ha crecido.
En contraste, las ventas de picadura de liar, aunque también sujetas a las políticas fiscales y de control, han experimentado una tendencia más estable y ligeramente creciente. Desde 2008, cuando se vendieron 4,1 millones de kilos, hasta 2023, el volumen de picadura de liar ha fluctuado. La estabilización o el aumento sugiere que una parte de los fumadores ha optado por alternativas más económicas frente al aumento de los precios de las cajetillas. Las picaduras de liar se han convertido en una opción más asequible para aquellos que no quieren o pueden dejar de fumar, pero que necesitan una alternativa más asequible.
El consumo diario de tabaco en las comunidades autónomas ha mostrado una evolución desigual. En 2024, Extremadura es el territorio en el que existe un porcentaje más alto de fumadores, con un 41,7%, seguida por la Comunidad Valenciana (36,4%) y Castilla-La Mancha (30,7%). En estas regiones, el consumo sigue siendo alto, aunque en comparación con 2020, hay una ligera disminución.
Por otro lado, en 2020, comunidades como Aragón o Galicia presentaban las cifras más altas, con un 24,2% y un 31,3%, respectivamente. Sin embargo, han disminuido ligeramente, situándose en un 23,8% y 25,2%. Ante estos datos, se refleja el impacto de las políticas de salud pública, como el aumento de los impuestos al tabaco, que parece haber influido en una disminución general del consumo, aunque algunas regiones han mostrado una resistencia mayor a estos cambios.
Las regiones del norte de España, como Navarra, también presentan fluctuaciones en su comportamiento. En 2010, tenía una tasa de consumo del 29,8%, mientras que en 2024 se ha reducido al 19,7%. En el caso del País Vasco, ha disminuido del 31,9% en 2010 a un 20,3% en 2024.
Por último, comunidades como Andalucía y Canarias también han vivido descensos en el consumo de tabaco, con la primera de ellas pasando del 33% en 2005 al 23% en 2024, y Canarias con una disminución de 31,2% en 2015 a 25% en 2024. Aunque estas comunidades han logrado avances en la reducción del tabaquismo, la diferencia entre las regiones más y menos afectadas por el consumo de tabaco sigue siendo significativa.
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Miguel Ángel Mata | San Sebastián y Amaia Oficialdegui
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