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San Pedro y Miquelón es un territorio francés situado frente a la costa de Terranova, Canadá y que por lo tanto ostenta oficialmente la bandera tricolor de Francia. Sin embargo, una bandera no oficial, enarbolada desde 1982, refleja con mayor fidelidad la historia y el ... carácter único de este archipiélago para sus habitantes.
Y es que en este pequeño territorio, compuesto por dos islas principales al sur de Terranova, conserva con orgullo su legado cultural vasco. Esta bandera, muy querida por sus habitantes y ubicada delante de multitud de casas, presenta un velero amarillo, símbolo de la llegada del explorador francés Jacques Cartier, sobre un fondo azul que representa el mar. En el mástil, ondea la ikurriña vasca, junto a los emblemas de Bretaña y Normandía para honrar las raíces de la mayoría de sus pobladores.
La huella vasca en estas islas es fuerte y se deja notar incluso en su cementerio, repleto de lápidas con apellidos como Olaizola, Tellechea, Urtubi, Lizarraga o Apestegi. Su presencia se remonta a la época de la caza de ballenas en aquellas aguas del Atlántico y Miquelón deriva del nombre vasco Mikeleune o Mikel. Así, la ikurriña en esta bandera es un homenaje a a aquellos primeros pescadores europeos que se asentaron en la zona, que al principio solo lo hacían durante la temporada de pesca.
El euskera se hablaba en estas dos islas francesas hasta finales del siglo XX. El historiador local Joseph Le Huenen recuerda cómo dejó de tener presencia tras fallecer el último habitante euskaldun, Martin Karrika. Lo que sí se conserva son las fiestas vascas, que se celebran en el frontón cada agosto con la presencia de su propio grupo de bailes y partidos de pelota así como exhibiciones de herri kirolak.
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El programa 'Del país de los vascos' se hizo eco en uno de los capítulos de la presencia vasca en este rincón del Atlántico y muestra algunos de los restos que los balleneros dejaron allí, incluido un barco que naufragó. El historiador Joseph Le Huenen explica además cómo algunos grupos de marinos vascos se quedaron en la zona y no volvieron a Euskadi jamás. En el siglo XIX llegarían varios grupos procedentes de Iparralde para trabajar en la industria del bacalao y con los bueyes de carga. Eran fácilmente identificables por sus txapelas:
El archipiélago, con solo 242 km² y apenas 6.000 habitantes, vive aún principalmente de la pesca, aunque el turismo va en aumento. Los visitantes pueden disfrutar de senderismo en sus 120 kilómetros de costa, avistamiento de ballenas y delfines, y degustar la gastronomía francesa con un toque local, donde el bacalao es el gran protagonista.
A pesar de estar fuera de la Unión Europea, Saint-Pierre-et-Miquelon utiliza el euro como moneda y tiene vuelos a París en verano. Se trata del único territorio francés en América del Norte.
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