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El Juzgado de Instrucción número 2 de Vitoria ha dejado en libertad con cargos a los dos jóvenes involucrados en el accidente mortal en el que hace justo una semana murieron los vitorianos Cristian e Izaro. Ambos sospechosos tendrán restricciones de movimiento y deberán ... presentarse periódicamente en el Palacio de Justicia mientras dure la investigación.
Según ha podido saber este periódico, ninguno de los dos ha querido prestar declaración por recomendación de sus respectivos abogados. La Policía Local detuvo ayer viernes a uno de estos jóvenes supuestamente involucrado en el accidente. Se trata del conductor de un tercer vehículo que competía con el BMW que arrolló al Polo de las dos víctimas, acompañadas por otro par de chicos quienes sufrieron heridas de distinta consideración
La prioridad de la Guardia urbana de Vitoria –y en especial de su unidad de atestados de tráfico– a lo largo de estos días ha sido esclarecer qué ocurrió la madrugada del sábado. El choque «frontolateral» entre el BMW y el Polo se registró poco antes de las dos de la madrugada. Por las marcas en la carretera y los daños en los dos automóviles varados en la calle Júndiz, enseguida se determinó que el turismo de alta gama circulaba «a gran velocidad».
A tanta que, al parecer, no se percató de que el utilitario se incorporaba a esta recta de más de un kilómetro para regresar a la ciudad. Los cuatro ocupantes solían acudir cada viernes a estas carreras ilegales, en las que también se suceden los trompos, los acelerones y que reúnen a cientos de espectadores a lo largo de los márgenes.
Los investigadores enseguida coincidieron en que la ecuación no cuadraba. De esta forma, la hipótesis de un tercer coche ganó fuerza desde el principio. Es decir, el BMW estaría compitiendo con otro automóvil. A mitad de esta semana, unas imágenes obtenidas por los agentes barnizaron de evidencia esa teoría. En ellas se apreciaba a dos turismos en pleno pique. Los modelos, el color, algunas marcas, pero no así las matrículas.
A partir de ahí, la obsesión fue encontrar a ese nuevo involucrado ya que el conductor del BMW, de 23 años, sí se quedó en el lugar del siniestro. En un primer momento se mostró «colaborador» para, horas más tarde, optar por el mutismo más absoluto. En la misma calle Júndiz le sometieron a las pruebas de alcohol y drogas. Dio «negativo» en todo. Como tiene domicilio conocido y su vehículo todo en regla, le dejaron irse a la espera de algún avance en las pesquisas.
Esas novedades se han producido gracias al estudio de decenas de grabaciones. Y en ellas, la Policía Local ha comprobado que el ocupante de ese tercer turismo se marchó del lugar. Tras el impacto, Cristian murió al instante. Izaro aguantó unos minutos. Su amigo Assaad, conductor del Polo, continúa hospitalizado «muy grave» y la copiloto está «fuera de peligro».
Para poner cara al nuevo implicado, los investigadores ampliaron el radio de búsqueda a grabaciones de restaurantes, lavaderos y otros enclaves donde suelen acudir los habituales de las quedadas automovilísticas en Júndiz. Tanta persistencia dio sus frutos ayer cuando, con la matrícula de ese tercer vehículo a la fuga por fin confirmada, agentes locales fueron a su encuentro. Se trata de un vecino de Vitoria. Tras pasar su primera noche en un calabozo de la comisaría de Aguirrelanda, hoy sábado o mañana domingo probablemente pase a disposición del juzgado de guardia.
Si la reconstrucción de la colisión confirma que el Polo únicamente se estaba incorporando a la carretera para regresar a casa, el ahora detenido y su competidor, el conductor del BMW, se exponen a varios cargos penales una vez se judicialice la causa. La Fiscalía Provincial de Álava valora imputarles por los mismos cargos. Ambos podrían enfrentarse a las acusaciones de un delito contra la seguridad vial (conducción temeraria) y dos homicidios imprudentes.
La tenacidad de la unidad de atestados de tráfico de la Policía Local ha resultado determinante en el caso del doble fallecimiento de Júndiz. Desde el pasado sábado, sus integrantes –en especial los del Turno 1– han pasado «horas y horas» revisando grabaciones en busca del cualquier indicio. «Algún día se han ido de comisaría a las cinco de la mañana», alaban sus compañeros. Con la descripción del tercer coche, su mirada a otros puntos de la ciudad ha resultado providencial para el arresto.
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