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Abel Verano
Lunes, 19 de febrero 2024, 09:29
Castro Urdiales cuenta con una serie de atractivos que le convierten en un municipio singular de Cantabria. Su gastronomía, su conjunto histórico-artístico con la iglesia de Santa María de la Asunción y el Castillo-Faro como principales estandartes, su paseo marítimo, el casco viejo ... o sus paisajes son algunos de los elementos que atraen a miles de turistas durante todo el año a la localidad costera.
Sin embargo, en los últimos cinco años el municipio más oriental de Cantabria se ha convertido en el escenario de dos de los crímenes más crueles registrados en la región. El primero es el de la decapitación de Jesús Mari Baranda, del que solo ha aparecido su cabeza, sin que se sepa aún donde está el resto de su cuerpo. Para entender todos los entresijos del caso hay que retroceder hasta el 11 de febrero de 2019, último día en el que los amigos de este vizcaíno lo ven en una comida en un restaurante de Barakaldo.
Una semana después, Baranda no acude a su cita semanal con ellos y les manda un WhatsApp disculpando su ausencia. A partir de ese momento, su novia, Carmen Merino, mantiene que Jesús Mari está de viaje. Los amigos y familiares empiezan a recibir una serie de mensajes en los que supuestamente él va relatando dónde se encuentra en todo momento. Pero no logran hablar con él y es entonces cuando su primo, Alfonso Ricondo, denuncia su desaparición. Un hecho que no sienta nada bien a Carmen Merino.
07-02-2024 | Parricidio en Monte Cerredo Dos menores de 13 y 15 años fueron detenidos el pasado 7 de febrero por la muerte de su madre en Castro Urdiales. Al menor de los dos hermanos, que es inimputable, la fiscal le envió a un centro de protección de menores, y el mayor, tras declararse autor del asesinato de su madre, ha sido internado en otro centro durante seis meses. La investigación sigue abierta ya que el chaval de 15 años asegura que recibía «continuos malos tratos» por parte de sus padres adoptivos.
28-09-2019 | Decapitación de Jesús Mari En septiembre de 2019, una vecina de Castro encontró un cráneo dentro de una caja que una amiga le había pedido que le guardase. Se trataba de la calavera del vecino de Barakaldo Jesús Mari Baranda, novio de Carmen Merino. A la hora de darle el macabro paquete alegó que eran objetos sexuales. Tras la investigación y el juicio, la acusada fue condenada a 15 años de cárcel por homicidio, aunque recurrió la pena ante el Supremo.
La Guardia Civil abre entonces una investigación y, diez días después, es cuando la novia de Jesús Mari entrega a una amiga (Carmen Mendoza) un paquete que al parecer contenía juguetes sexuales que iba a utilizar cuando volviese su novio y que le daba vergüenza que vieran los agentes al registrar su casa.
Pasados cinco meses se destapa el macabro crimen. El 28 de septiembre, de madrugada, la amiga de la acusada decide abrir «por curiosidad» ese paquete, envuelto en papel de regalo y varias bolsas de basura. Dentro había a su vez un neceser que contenía, envuelto en periódicos, el cráneo de Jesús Mari.
La Guardia Civil ata cabos y detiene a Merino, que delante del juez guarda silencio. La envía a prisión provisional. Tras nueve meses de investigación, los agentes consideran a Merino autora de la muerte de su novio. Sin embargo, el jurado popular encargado de juzgar a la acusada considera que no quedó acreditado el asesinato y la declara culpable de homicidio. ¿Y qué llevó a Merino a cometer supuestamente este crimen? Un interés económico, según concluyeron los jueces. Fue condenada a 15 años de cárcel y está pendiente de que el Supremo responda a su recurso.
Tras este truculento caso ningún vecino de Castro pensó que cinco años después el municipio volvería a ser el centro de la actualidad informativa por otro crimen sin precedentes en España. 'Detenidos dos menores por la muerte de su madre en Castro'. Ese fue el titular con el que amaneció la localidad el pasado 8 de febrero, horas después de que apareciera el cuerpo sin vida de la tambien baracaldesa Silvia López. Pese a que al principio se pensó que se trataba de un caso de violencia de género, pronto se descartó al confirmar que el marido estaba trabajando fuera.
No hubo que esperar mucho para conocer el supuesto móvil del crimen gracias al testimonio del autor confeso. El mayor de los dos hijos rusos adoptados por la víctima y su marido -de 15 años, su hermano tiene 13- justificó el asesinato como respuesta a los «continuos malos tratos físicos y psicológicos» que recibía por parte de quienes les habían dado un nuevo hogar. «Cogí un cuchillo que había en la encimera, se lo clavé en el cuello y le di otras cuatro o cinco puñaladas».
A partir de ahí, la sucesión de hechos parece fruto de una improvisación. El autor del crimen y su hermano bajaron a su madre maniatada hasta el garaje, la introdujeron en el coche, intentaron sacarlo, pero empotraron el vehículo porque no sabían conducir. Se fueron entonces al centro de la ciudad a merendar y después acabaron simulando un secuestro, hasta que fueron detenidos por la Guardia Civil en el parque de Cotolino.
La alcaldesa castreña, Susana Herrán (PSOE), califica de «trágicos» los dos casos, pero considera que vincularlos con el municipio «no debería ser motivo de análisis». Asimismo, tras cuarenta años de profesión, el subinspector-jefe de la Policía Local de Castro, Juan Antonio Arizmendi, considera que estos dos casos «rarísimos» son fruto de la «casualidad». «Es una 'lotería' que ha tocado aquí, pero Castro no es un municipio especialmente peligroso», apunta, al tiempo que señala que las estadísticas así lo corroboran si se contabilizan los casos de asesinatos de los últimos años.
El abogado penalista Luis López Rendo, uno de los más veteranos de Castro, indica que estos crímenes comparten que «se han producido en el ámbito familiar». «En el caso de la decapitación parece que hubo un móvil económico y en el parricidio una reacción a los supuestos malos tratos», concluye este letrado, que tampoco encuentra una «causa» a que se hayan producido en Castro dos de ellos. Aunque sí apunta que el índice de delitos por lesiones es más elevado en la villa costera y en Santoña que en el resto de la región.
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