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Gabriel González
Martes, 13 de agosto 2024, 07:23
«Surrealista». A la víctima de un robo en Arguedas se le escapa una risa de perplejidad y no tiene otra palabra para definir lo que le pasó el fin de semana durante las fiestas de la localidad: un joven entró en su casa cuando él y su madre de 88 años dormían, robó un móvil iphone y un reloj valorado en mil euros, también unas joyas, y acabó metiéndose en la cama con su madre, que lo tuvo que echar a codazos. Horas después, durante las vacas del mediodía en la plaza, el hijo logró identificar su reloj en la muñeca de un joven que veía el festejo desde el burladero. Vecino de Corella de origen magrebí y con 20 antecedentes policiales, fue arrestado por la Policía Foral. Tras ser puesto a disposición judicial, quedó en libertad. Aseguró que le habían vendido ese reloj.
Según informa Diario de Navarra, el dueño del reloj, de 61 años, dormía la madrugada al domingo en casa de su madre. Lo hacía muy profundo, debido a unas pastillas que toma por indicación médica. A las cinco menos diez de la madrugada, su madre, que dormía en otra habitación, vio que se encendían las luces del pasillo. «Pensó que era yo y me gritaba que si no quería que entrara la gata que me pusiera una silla en la puerta. Pero el que estaba merodeando por la casa era el ladrón», cuenta el hijo. Entonces él no lo sabía, porque no se despertó, pero el asaltante también se movía por su habitación, ya que después descubriría que el móvil Iphone X y el reloj Tag Heuer que descansaban en la mesilla de noche, a escasos centímetros de su cara, habían desaparecido. Pero la que primero se despertó fue su madre.
De forma incomprensible, el ladrón se metió en la cama con la octogenaria. «Le dijo que su nieto le había pedido que se metiera con ella en la cama. Y mi madre no tiene ningún nieto... Menos mal que la mujer tuvo la sangre fría para echarlo de la cama a codazos. Después, a empujones por el pasillo, logró que se fuera de casa», sigue el hijo con el relato que le contó su madre.
La casa familiar está en un primer piso y creen que el asaltante pudo aprovechar la entrada de algún vecino por la puerta de abajo y que la de arriba la forzara con el método del resbalón. Y no solo entró una vez, sino dos. Después de echarlo de casa, la mujer fue al baño y cuál fue su sorpresa al salir cuando vio que el joven había regresado. Lo volvió a echar de nuevo. Entonces ya despertó a su hijo. «Me cuenta lo que ha pasado, miro en la mesilla y veo que no están ni el móvil ni el reloj. También faltaban una cadena de mi hermana y unas joyas», resume el hombre. A continuación, salió a la calle, donde se vivía un ambiente festivo, y fue «mirando en todas las muñecas», por si veía su reloj. Pero no hubo suerte. Llamaron a la Policía Foral, que llegó enseguida, y a las diez de la mañana aparecieron agentes de la Policía Judicial, que recogieron pruebas.
A las 12.30 horas había festejo de vacas en la plaza. «Yo no voy nunca, pero tenía visita de unos amigos y ellos querían verlas. Así que fuimos». Se subieron al graderío y desde arriba les llamó la atención el reloj que portaba un joven apoyado en el burladero. «Ya me empecé a poner nervioso...». Cuando acabó el festejo, se acercó al joven. «Ya vi que era mi reloj, le agarré de la muñeca, ¿de dónde lo has sacado?, y a la fuerza se lo quité. Entonces llegó un policía foral de paisano, todo se calmó y después vino una patrulla». Agentes de Seguridad Ciudadana procedieron a su arresto.
El joven alegó que él no había robado nada, que ese reloj se lo habían vendido por 30 euros, sin dar más información. Al identificarle, los agentes descubrieron que esa misma tarde había protagonizado un incidente con otros dos jóvenes en un bar de la localidad. En su historial figuran 20 detenciones (10 de Policía Foral, 9 de Guardia Civil y 1 de Policía Nacional) por delitos como hurto, robo con violencia e intimidación, resistencia y desobediencia, amenazas, lesiones, agresión sexual, desórdenes y por conducir sin haber obtenido nunca el carné de conducir.
El teléfono y las joyas no han aparecido. En la vivienda de Arguedas ya han cambiado el bombín. Y madre e hijo tratan de asimilar un suceso tan surrealista. «Mi madre está un poco en shock y a mí me queda el miedo de que ella se pudo haber caído con los empujones. Y el reloj y el móvil me dan igual, lo que me duele es que entrara en casa y que se metiera en la cama con mi madre».
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