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David S. Olabarri
Sábado, 20 de julio 2024, 09:12
Eduardo Barrenechea y Anselmo del Moral no paran de reir y recibir muestras de afecto. Es viernes, a primera hora de la tarde, en el Real Club Marítimo del Abra. Cada pocos minutos se les acerca alguien para felicitarles o hacerles alguna broma. Saben que ... son el principal tema del club, pero estos vecinos de Getxo, de 75 y 76 años, reciben a todo el mundo con una sonrisa. Se sienten «muy afortunados» y quieren compartir su alegría. Y no es para menos. Porque son conscientes de que fue el azar lo que ayer les salvó la vida. «Si no llega a pasar el ferry por allí cuando naufragamos hoy estaríamos muertos», subraya Eduardo.
Eduardo, Anselmo y un tercer tripulante -que prefiere mantenerse en el anonimato- son los tres vizcaínos que fueron rescatados la mañana del jueves a 13,5 millas náuticas (20 kilómetros) de Bilbao por el ferry 'Galicia', que cubre la ruta entre Bilbao y Portsmouth. Son conscientes de lo cerca que estuvieron de morir. Y hoy, superado el susto, quieren compartir con DV una de las experiencias más duras que han pasado en su vida.
Eduardo era el patrón del 'Txindor IV', un pequeño barco de recreo que tenía ya unos 20 años. Este vecino de Getxo llevaba 35 años navegando. Al principio hacía salidas a vela, pero pronto empezó a gustarle el tema de la pesca de bonitos. Durante bastantes años consiguió buenas clasificaciones en pruebas deportivas. Uno de sus mayores logros fue pescar un ejemplar de 36 kilos, uno de los más grandes que se ha conseguido capturar.
Eduardo y Anselmo llevaban dos años sin salir a pescar. Este sábado tenían previsto participar en el campeonato de pesca del club y el jueves quedaron de madrugada para prepararse y pasar un buen rato juntos. Sobre las 4:45 comenzaron a navegar, «suave suave», con la idea de regresar «con bonitos para todos el mundo». El 'Txindor IV' era un barco ya mayor, pero tenía todos los permisos en regla. De hecho, Eduardo lo había arreglado recientemente para poder salir con La Gabarra, para celebrar el triunfo del Athletic en la Copa, aunque finalmente no consiguió el permiso.
Los navegantes aún no saben por qué el barco sufrió la vía de agua. Lo que tienen claro es que no sufrieron ningún tipo de colisión. Explican que llevarían en torno a una hora y media de travesía cuando, a la altura de Castro, percibieron que el motor empezó a echar humo. Todavía no habían llegado a la zona de pesca. Apenas tres minutos después vieron que el agua empezaba a entrar en la embarcación. Y, poco después, lo que en un principio era un hilo de agua se convirtió en un «torrente incontrolable». En el barco llevaban 4 bombas de achique, pero que resultaron insuficientes para hacer frente a la inundación.
Se colocaron los chalecos salvavidas. Mientras sus amigos trataban de achicar el agua, Anselmo pidió ayuda por radio desde el interior del barco, pero nadie contestó. Después llamó a los servicios de emergencias (112) y les dio las coordenadas del barco. Desde ahí trasladaron su llamada a Salvamento Marítimo. No sabe si terminó de proporcionarles la ubicación exacta cuando sus amigos le gritaron: «Sal de ahí cagando leches».
El barco se iba a pique ya de forma inexorable. Lanzaron la balsa salvavidas al agua, pero no se abrió. Es probable -explican- que no funcionase porque no sabían muy bien cómo utilizarla. Se tiraron al agua, prácticamente sin ajustarse los chalecos. Se agarraron al perímetro del plástico y s esforzaron por alejarse del barco, para evitar que los succionase. Fueron momentos de mucha tensión. Calculan que apenas pasaron 10 minutos entre que vieron salir humo del motor y el momento en el que se arrojaron al agua.
Cada uno llevó esos momentos como pudo. El mar estaba «como un plato» y el agua no estaba muy fría. Estaba amaneciendo, pero no se veía la costa. Anselmo reconoce que se le pasó por la cabeza algún pensamiento religioso. A lo lejos vieron el ferry. El 'Txindor IV' estaba ya prácticamente hundido y no sabían si les habían visto. Fueron momentos muy duros porque tenían claro que no iban a aguantar mucho tiempo en esas condiciones. «Estuvimos como una hora en el agua. Y cuando nos rescataron ya tenía principio de hipotermia», relata Eduardo.
Cuando tuvieron la certidumbre de que el buque de Brittany Ferries les había visto se relajaron un poco. Pero aún así la espera de unos 30 minutos hasta que por fin les sacaron del agua se les hizo eterna. Este viernes, con el susto ya pasado, la perspectiva era muy distinta y recordaban algunos episodios con humor. Por ejemplo, Anselmo perdió los pantalones cuando estaba en el agua (con la cartera, llaves y dinero) y recuerda la vergüenza que pasó al ver a los turistas del ferry fotografiándoles y sacándoles vídeos cuando les subían al buque. A su lado, Eduardo ríe. Hoy esa es una anécdota más que recordar con cariño.
Estos vecinos de Getxo están muy agradecidos a los tripulantes del ferry. Por salvarles la vida y por cómo les trataron después. Les llevaron a la enfermería y les dieron café, agua y algo de comer. También agradecen el apoyo recibido por las instituciones cuando llegaron al Puerto. Querían llevarles a un centro de salud, pero ellos estaban bien. Lo que no hicieron fue avisar a sus familias hasta no estar en Getxo «para no preocuparles». Lo que Eduardo tiene claro es que, después de esta experiencia, después de salvar la vida casi de forma «milagrosa», no quiere ya volver a ver un barco «ni en pintura».
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