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Pepe Medina, en su casa de Sedaví, observa cómo las excavadoras despejan las calles del municipo valenciano. DV

«Nos enteramos cuando ya teníamos la riada encima... ¿Por qué no avisaron?»

La familia de Pepe Medina, que vive en Sedaví, consiguió salvar su vida al subir al piso de arriba de su vivienda, que sigue hoy totalmente embarrada

Beñat Arnaiz y Maite Jiménez

San Sebastián

Jueves, 7 de noviembre 2024, 14:06

Han pasado nueve días desde que una lluvia torrencial inesperada arrasó en Valencia pueblos enteros y segó la vida de más de 200 personas. Una catástrofe natural de incalculables consecuencias que, todavía hoy, siguen sufriendo los vecinos de los municipios más afectados por la DANA. DV sigue a pie de calle recopilando testimonios de quienes tratan de recomponer sus vidas después de haber sufrido el azote meteorológico más devastador del siglo.

Entre ellos está Pepe Medina, un hombre que vive en Sedaví. Todavía hoy recuerda con angustia y cierto enfado cómo la riada les cogió por sorpresa: «No teníamos ni puta idea de qué es lo que iba a pasar... ¿Porque no avisaron? Nos avisaron cuando ya teníamos la riada encima», lamenta Pepe mientras observa desde la puerta su casa, una vivienda aún embarrada y prácticamente vacía de recuerdos, cómo las excavadoras y los tractores van poco a poco despejando las calles de su municipio.

Pepe relata cómo su nuera y su nieto lograron salvar sus vidas gracias a que la vivienda cuenta con un piso superior, donde hoy vive su hijo junto a su familia. La parte de abajo, sin embargo, ha quedado totalmente arrasada por las inundaciones. Y es que las paredes de la casa aún mantienen intacta una señal que refleja la envergadura de la catástrofe natural: una marca de más de dos metros de altura de agua refleja el desastre natural.

Pepe cuenta compungido cómo el martes de la semana pasada su nuera acababa de llegar a casa junto a su nieto cuando estalló la pesadilla. «Subieron arriba, y nada más subir arriba se empezó a oír ruido en la calle... Cuando miraron por el balcón ya estaba todo lleno de agua», explica, consciente de que aquellos minutos fueron vitales para que pudieran salvar sus vidas.

Ahora, toda la familia trata poco a poco de ponerse de nuevo en pie y paliar en lo posible los destrozos materiales que ha provocado la DANA. Los muebles, que han sido retirados del interior de la vivienda para poder achicar el agua, están totalmente inservibles. Solo una moto, que estuvo hundida durante horas bajo el agua, preside hoy la parte baja de una casa en la que este mismo jueves ha entrado por fin maquinaria pesada para poder despejarla.

Aunque eso, sabedor del sufrimiento que padecen quienes han perdido un ser querido, queda en un segundo plano para Pepe: «En esta calle no ha habido ningún muerto, creo. Pero han habido muchos...», se duele.

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