El fiscal pide 28 años para el violador en serie de Gipuzkoa por tres agresiones

La primera agresión tuvo lugar en 2012 en Andoain. Según el escrito de acusación de la Fiscalía, la víctima estaba en la calle sobre las 5.00 horas cuando el acusado «se abalanzó» sobre ella «arrojándole en la cara spray pimienta». «La tiró al suelo colocándose encima de ella», y después la levantó «empujándola contra la pared» y la sujetó con una mano «tocándole el pecho, mientras con la otra intentó subirle el vestido y bajarle la ropa interior». En ese momento la mujer le dijo que tenía sida, por lo que no la penetró, pero sí «se masturbó y eyaculó» sobre la víctima. Para la Fiscalía estos hechos son constitutivos de un delito de violación en grado de tentativa, por el que reclama una pena de 5 años y 11 meses de cárcel.

La segunda fue en 2012 en Tolosa, cuando la víctima caminaba por una carretera «oscura y con poca iluminación» sobre las 7.00 horas. El acusado «le abordó y le golpeó un puñetazo en la mandíbula, tapándole la boca con la mano y arrastrándola a una zona más apartada», señala la Fiscalía. La mujer opuso resistencia, aunque el acusado llegó a tocar su zona genital. La víctima pudo zafarse y huir, aunque el acusado le robó la cartera, en la que la agredida guardaba documentación y 30 euros. Por estos hechos piden 5 años y 11 meses por un delito de violación en grado de tentativa y otros cinco años por robo con violencia.

La tercera violación se produjo en Anoeta en septiembre de 2013, también en una carretera. El acusado le colocó a la víctima un pañuelo en la boca, y a pesar de que a se resistió, la arrastró y la violó cuando perdió la consciencia. La Fiscalía pide 12 años de cárcel por violación.

Además, el ministerio fiscal solicita que el acusado indemnice a las víctimas en la cantidad que se determine durante el juicio por los daños morales y las secuelas ocasionadas y, en el caso de la agredida en Anoeta, también por las lesiones sufridas.

Al conocido como violador en serie de Gipuzkoa, un hombre de 39 años de nacionalidad rumana, se le atribuyen una veintena de agresiones cometidas en el territorio sobre diez víctimas entre 2012 y 2019, año en el que fue detenido. Su trayectoria delictiva se divide en dos etapas claramente diferenciadas por distintos modus operandi. En los primeros años los ataques los realizaba en la calle a mujeres que no conocía y que iban solas. Después pasó a escoger víctimas a las que sí conocía y a las cuales violaba en sus domicilios, agresiones que grababa en vídeo. El denominador común que marcó todos los ataques es el uso de cloroformo u otras sustancias anestesiantes.

Su detención se produjo por una violación en Beasain. Su víctima, a la cual conocía, sospechó de él, por lo que la policía le sometió a vigilancia y recogió una cuchara que había utilizado cenando con su familia en el wok de Lintzirin, en Oiartzun. Cuando se introdujo su perfil genético en la base de datos de la Ertzaintza, los investigadores vieron que coincidía con el ADN encontrado en el cuerpo de las víctimas. Descubrieron así que acababan de arrestar al violador al que llevaban siete años buscando.