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David González
Miércoles, 12 de marzo 2025, 16:24
El portero acusado de matar el 23 de febrero a K. V., un joven de 31 años, en las inmediaciones de la discoteca Mítika ha ... abandona esta mañana de miércoles la prisión de Zaballa, donde permanece como preso preventivo, por el Juzgado de lo Penal número 2 de Vitoria. Hoy se le ha juzgado por un delito de lesiones. Está acusado de agredir a un cliente de un pub de la calle Mateo Moraza en abril de 2023. Se enfrenta a una petición fiscal de 10 meses de cárcel. La defensa ha pedido su absolución por falta de pruebas.
La vista oral se ha alargado por casi dos horas y ha girado sobre lo ocurrido aquella madrugada de hace un par de años. Si el acusado -que aparte del «homicidio y/o asesinato» de K. V. tiene otras dos causas pendientes- pegó a su víctima o si ésta se cayó. El agredido, un hombre de mediana edad que la noche de los hechos andaba de fiesta, ha relatado ante la jueza sustituta Eider Retegi que «al entrar al pub me negó entrada y le pedí explicaciones». En ese momento ocurrió el supuesto ataque. «Me giré para irme y ya sólo recuerdo estar en el suelo lleno de sangre», ha arrancado.
Durante su declaración, la víctima sí ha insistido en que recibió «un golpe muy fuerte» sin especificar dónde. El parte médico posterior reflejó una brecha en su ceja derecha que precisó de cinco puntos de sutura. Sin embargo no vio quién le atacó, aunque en la escena sólo estaban el acusado, otro encargado de seguridad y un amigo suyo. «No me caí solo», subrayó a otra de las preguntas de la fiscal Camino Méndez, quien solicita una pena de diez meses de cárcel para el sospechoso. En un momento dado, el denunciante ha pedido parar unos minutos al sentirse mareado.
El amigo de la víctima que le acompañó en aquel momento tampoco vio la supuesta agresión. «Estábamos dentro y salimos a fumar. Al entrar, a mí me dejaron pasar y a él, no. Cuando me di la vuelta, mi amigo estaba en el suelo». Sin embargo, «no vi el golpe». En este punto, precisó que la víctima, aunque «había bebido no pudo caerse solo».
La versión del portero, de 24 años y corpulento, ha sido totalmente opuesta. De hecho ha negado golpe alguno. «Unas chicas nos contaron que un hombre las estaba acosando. Salió con otro varón, ambos estaban muy ebrios, les vi meando enfrente y al volver le prohibí entrar», ha especificado.
Según el procesado, la víctima se quejó y «me insultó». En ese momento, «le estiró el brazo completamente, en posición horizontal, y con ese brazo le acompañó hacia fuera». Siempre desde su perspectiva, «avanzó dos metros, tropezó y cayó al suelo». Incluso ha apostillado que «la caída es muy posterior a cuando le toco».
Dos clientas, ambas chicas muy jóvenes, han corroborado que pidieron ayuda al equipo de seguridad del pub para que la víctima las dejara tranquilas. Estos le conminaron a salir. Pero ninguna vio lo que ocurrió minutos después, en la puerta de acceso del local del ocio nocturno del Casco Viejo. Han coincidido en que vieron al acusado «muy tranquilo».
La patrulla de la Policía Local que asistió al herido y abrió ficha llegó con la agresión ya producida. Ambos agentes han corroborado las distintas versiones de los implicados desde el minuto uno. Eso sí, ambas partes han ido modificando sus relatos durante estos casi dos años transcurridos.
Muy importante ha sido la declaración de una perito forense, autora del informe sobre las heridas del denunciante y su posible origen. «Presentaba una herida perfectamente compatible con un puñetazo».
La fiscal Camino Méndez ha insistido en una sentencia condenatoria para el portero. Le pide diez meses de cárcel. Ha retirado la responsabilidad civil de 1.200 euros tras renunciar a ella el propio denunciante. «Las contradicciones de la víctima responden a que eran las 5 de la mañana, y estaba bajo los efectos del alcohol. Pero nunca ha dicho que se cayera, sino que fue debido a un golpe».
Por su parte, el abogado defensor, Carmelo Pascual, ha solicitado la absolución del cliente por «la falta de pruebas de cargo» al no existir ningún testigo directo de la supuesta agresión, ya fuera un empujón con el brazo o un puñetazo. También ha pedido que, en caso de condena, se aplique la atenuante de «dilaciones indebidas» al haber transcurrido casi dos años desde los hechos.
Con estos mimbres, la jueza Eider Retegi ha declarado el caso visto para sentencia. Su fallo se espera en unos días.
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