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Teresa Martínez Rodríguez, ante el Kursaal tras la Jornada de Buenas Prácticas organizada por la Diputación. USOZ
«Vivimos más años, pero ahora tenemos que hacer que este logro valga la pena»
Teresa Martínez Rodríguez | Psicóloga y gerontóloga

«Vivimos más años, pero ahora tenemos que hacer que este logro valga la pena»

La experta defiende que las buenas prácticas y los cuidados especializados son «fundamentales» para alcanzar una vejez plena y «con sentido»

Lunes, 16 de diciembre 2024, 01:00

Vivimos en una sociedad cada vez más envejecida. La esperanza de vida ha alcanzado máximos históricos en Euskadi: los hombres viven de media 81,2 años y las mujeres, 86,6. Así, la calidad de los cuidados que las personas dependientes precisan está en el punto de mira. Cuestiones como la protección de su autonomía, dignidad y, sobre todo, sus derechos, son fundamentales para poder «mantener un proyecto de vida con valores propios», que es, a su vez, «la esencia de la felicidad», señala Teresa Martínez Rodríguez, psicóloga, gerontóloga y coordinadora técnica de la Estrategia CuidAs, del Principado de Asturias. Martínez Rodríguez participó en la Jornada de Buenas Prácticas, llevada a cabo este viernes en el Kursaal de Donostia y organizada por el departamento de Cuidados y Políticas Sociales de la Diputación de Gipuzkoa.

– ¿A qué nos referimos cuando hablamos de buenas prácticas?

– A veces son acciones muy sencillas que se hacen en los centros de cuidado, pero que están acorde a los modelos de calidad que ahora definimos. Las buenas prácticas tienen que ver con muchas cuestiones de la vida cotidiana, con proteger la autonomía, con proteger la intimidad y con la protección de los derechos. También con hacer gestiones más eficientes y organizaciones que sean acordes a cuidados personalizados.

– ¿Qué impacto se espera generar con estos cuidados especializados?

– Pretendemos que cuando las personas necesitemos cuidados podamos elegirlos para así vivir una vida con sentido y significativa, incluso cuando tengamos un deterioro cognitivo. Esto es lo que esperamos: generar una buena vida para las personas. Además, estos modelos no solo generan calidad de vida en las personas que necesitan cuidados, sino que también generan alta satisfacción en las familias y en los profesionales. Hay estudios que indican que cuando los profesionales trabajan en marcos de personalización, en cuidados centrados en las personas, se sienten mejor porque entienden que su trabajo tiene sentido y es ético, y se reduce lo que se ha denominado como el estrés de conciencia.

– Habla de ética, ¿de qué manera se debe aplicar para garantizar un cuidado de calidad?

– El cuidado incluye las relaciones entre las personas; es cubrir las necesidades de todos los involucrados. Y para eso hay que escuchar y hablar, y llegar a acuerdos. Hay que deliberar. Los valores éticos hablan de autonomía, de justicia, solidaridad... de todas estas cuestiones. Cuando hay participación en los centros y las familias y los usuarios tienen su espacio, se genera una coparticipación. Y cuando eso se logra, es muchísimo más fácil hacer frente a sucesos adversos porque hay complicidad, hay acuerdo y hay confianza. Avanzar hacia relaciones de confianza es esencial para el buen cuidado.

– ¿Se podría decir que nos encaminamos a una generación de personas más felices?

– Hablamos de ciudadanos y ciudadanas con derechos y que buscan una vida plena que tenga sentido. Esto tenemos que hacerlo con especial apoyo; no solo a los mayores como nos hemos referido antes, sino a aquellas personas que por sus características o sus situaciones sociales son más vulnerables.

«Las nuevas generaciones de mayores vamos a ser más exigentes en lo que respecta a nuestros derechos»

– ¿Qué se debe dar para avanzar a esta transformación?

– Yo me centraría en dos cuestiones. La primera condición es que haya consenso político y continuidad. Esto no puede ser una agenda de partidos políticos; esto es una cuestión de personas, y ahí tiene que haber unidad y continuidad, porque estos procesos de transformación duran décadas, esto no se hace en cuatro años, no se hace en una legislatura. La segunda es que tiene que haber una adecuada financiación. Tenemos claro a dónde queremos ir, sabemos cómo debe ser la atención, desde un marco ético y con evidencia científica para apoyar que las personas vivan con derechos y con calidad de vida. Y esto es un movimiento europeo, mundial, de los países más desarrollados... Pero para eso tiene que haber una financiación acorde. Actualmente España dedica a cuidados de alargación el 0,8%; en Europa hay países que llegan al 3%. Ojalá en los próximos años podamos llegar al menos al 1,5%, o incluso al 2%, sería un paso. Es lo que hace falta. Para esto, la ciudadanía tenemos que ser exigentes.

– La esperanza de vida cada vez es mayor y vivimos en una sociedad envejecida...

– Cada vez hay más personas, eso es un logro, pero este tiene que ir acompañado de medidas preventivas que nos ayuden.

– Una vez se alcanza el objetivo de vivir con salud por más años, hay que apoyar a las personas que precisan cuidados.

– Este es el lema de la geriatría y la gerontología desde hace años: vivimos más años, eso es un logro, pero tenemos que vivir con calidad de vida y hacer que merezca la pena. Si no, ¿qué estamos haciendo? Cada vez hay más acuerdo en esto porque es lo que merecemos las personas. Somos poseedoras no solo de derechos, sino de un proyecto de vida propio, con valores propios, y eso es la esencia de la felicidad.

– ¿Y qué papel juegan las nuevas tecnologías?

– Las nuevas tecnologías nos van a ayudar muchísimo a avanzar en el cuidado en casa y también para optimizar procesos de trabajo. La clave es que las tecnologías tienen que estar centradas en las personas y tienen que ayudar a generar calidad de vida.

Buenas prácticas

«Tienen que ver con cuestiones de la vida cotidiana: la protección de la autonomía, la intimidad y de sus derechos»

– ¿Es optimista en que se vaya a alcanzar esta plenitud?

– Sí. Porque además venimos de una generación en la que los mayores han sido, quizás, un poco más consentidores. Quizá era una generación más dócil. Venían de una posguerra, de una dictadura... Las nuevas generaciones de mayores vamos a ser más exigentes en derechos. Eso es lo que ha pasado en otros países europeos. Y yo soy optimista, pero insisto, tiene que haber altura de mirada política, consenso, continuidad y financiación. Y ahí es donde tienen que estar las políticas sociosanitarias fundamentalmente.

– ¿Y las personas cuidadas son optimistas? ¿O son más conformistas y no exigen estos derechos de los que hablamos?

– Tenemos una generación que es fuerte, resiliente. Pero que hasta ahora ha sido poco crítica en relación a sus derechos. Eso sí, vamos avanzando. El ser humano tiene la capacidad de exprimir y de, cada vez, visibilizar una mayor la felicidad. Existe esta visión optimista y positiva del ser humano, pero a la par tenemos que generar una ciudadanía crítica y exigente desde la conciencia social y los valores éticos porque nadie está exento del envejecimiento y la discapacidad; nadie.

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