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L. G.
Sábado, 16 de noviembre 2024, 10:35
La uróloga Cristina Barrera comparte su perspectiva profesional sobre un aspecto que parece tan cotidiano como elegir agua embotellada, pero que puede marcar una diferencia en la salud. Según explica, no se trata solo de hidratación, «sino de buscar un balance adecuado de minerales para complementar nuestra dieta y cuidar los riñones».
«En lo primero que me fijo es en la mineralización. Al contrario de lo que muchas personas creen, no es mejor un agua con mineralización débil», aclara la doctora Barrera. «Este tipo de agua es casi 'vacía', no aporta los complementos minerales importantes que necesitamos en nuestra dieta».
La especialista asegura que hay tres conceptos que hay que tener en cuenta a la hora de elegir agua eobtellada y resultan esenciales. Hay que fijarse en el sodio, calcio y magensio.
«Es fundamental que el agua tenga un bajo nivel de sodio, que es el componente principal de la sal. Idealmente, menos de 10 mg/l», explica en un vídeo de TikTok la uróloga Barrera.
Otro de los aspectos que destaca la doctora Barrera que hay que tener en cuenta es el nivel de calcio que tiene. «Se recomienda consumir un gramo de calcio al día. Por eso prefiero un agua con un contenido moderado de calcio, entre 50 y 100 mg/l».
También, asegura que hay que fijarse en el magnesio. «Muchas marcas tienen niveles elevados, pero me inclino por aquellas que contienen al menos 10 mg/l».
Para la doctora, elegir el agua correcta no solo asegura una buena hidratación, sino que también ayuda a complementar la dieta y mantener el cuerpo en equilibrio. Concluye con una reflexión: «¿Y tú? ¿Te fijas en todo esto antes de comprar agua? Yo sé cuál es mi agua ideal».
Aunque la cantidad varía según factores como edad, peso, nivel de actividad y clima, una recomendación general es consumir alrededor de 2 litros (8 vasos) al día. Sin embargo, es importante escuchar al cuerpo y beber cuando se tiene sed, además de considerar fuentes de agua adicionales como frutas, verduras y otros líquidos saludables.
Beber agua no solo es una necesidad básica, sino un hábito fundamental para mantener la salud. Incorporarla conscientemente en la rutina diaria puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida a corto y largo plazo.
Mantiene el equilibrio de fluidos en el cuerpo: El agua constituye aproximadamente el 60% del peso corporal y es indispensable para funciones como la digestión, absorción de nutrientes, circulación sanguínea y regulación de la temperatura. Una hidratación adecuada asegura que estos procesos se desarrollen de manera óptima.
Ayuda a eliminar toxinas: El agua facilita la función renal, ayudando a los riñones a filtrar y eliminar productos de desecho a través de la orina. Sin una ingesta suficiente, los riñones pueden verse sobrecargados, lo que puede provocar la acumulación de toxinas en el organismo.
Favorece la salud de la piel: Beber suficiente agua mantiene la piel hidratada, mejorando su elasticidad y reduciendo la apariencia de arrugas. Además, ayuda a prevenir problemas cutáneos relacionados con la sequedad y mejora el flujo sanguíneo, lo que da un aspecto más saludable.
Mejora el rendimiento físico: La deshidratación afecta negativamente el rendimiento físico, especialmente durante el ejercicio. Incluso una pérdida leve de agua corporal puede provocar fatiga, menor resistencia y dificultad para regular la temperatura corporal.
Apoya la función cognitiva: El cerebro necesita estar bien hidratado para funcionar correctamente. La falta de agua puede causar problemas como falta de concentración, dolores de cabeza y fatiga mental.
Regula la temperatura corporal: El agua actúa como un sistema de refrigeración interno, ya que permite la transpiración, que enfría el cuerpo durante actividades físicas o en condiciones de calor extremo.
Promueve una digestión saludable: El agua es esencial para la formación de saliva y la digestión de los alimentos. También previene el estreñimiento al mantener suaves las heces y facilitar su paso por el tracto digestivo.
Contribuye al control del peso: Beber agua antes de las comidas puede reducir el apetito y, por ende, ayudar a controlar la ingesta calórica. Además, reemplazar bebidas azucaradas con agua reduce significativamente el consumo de calorías.
Previene infecciones urinarias y cálculos renales: Una hidratación adecuada diluye la orina, disminuyendo el riesgo de infecciones del tracto urinario y la formación de cálculos renales.
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