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María Rego
Lunes, 20 de mayo 2024, 02:00
El deseo de «ver la realidad directamente», con sus propios ojos, ha llevado a la bilbaína Araceli Tamayo hasta destinos poco habituales. El último ha ... sido Afganistán, donde a finales de la pasada semana, pocos días después de aterrizar, vivió en su propia piel lo que supone ser víctima de un ataque terrorista. Ella es la turista española que salió viva pero herida del atentado contra un grupo de extranjeros que a media tarde del viernes sacudió el mercado de Bamiyán, en el centro del país, y que mató a tres catalanes que viajaban con esta mujer y a otros tantos afganos. En el tiroteo sufrieron lesiones tres viajeros más (de Noruega, Lituania y Australia) que, como esta jubilada de unos 80 años, permanecen ingresados en un hospital de Kabul.
Desde la cama del centro sanitario, de madrugada, fue ella misma –identificada por el medio afgano 'The Khorasaan Diary' como María Celia Tamayo, su nombre completo– quien informó de su situación a su entorno de Bilbao una vez que consiguió conexión a internet. «Ha sido un milagro», resumió en uno de los mensajes de WhatsApp que envió a sus conocidos, a los que pedía que estuvieran tranquilos y expresaba su confianza en volver a casa cuanto antes. «Está animada y espera que la repatriación ocurra más pronto que tarde», confirmaron a este medio fuentes de Kutxabank. En la entidad financiera conocen bien a esta mujer, que trabajó durante años en la antigua BBK y ejerció como secretaria de José Ignacio Berroeta, presidente de la caja de ahorros vizcaína entre 1990 y 2003 y fallecido en 2023. «Una profesional eficaz, muy atenta, amable», la define un excompañero.
El buen ánimo de Tamayo invita al optimismo aunque horas después del atentado, cuya autoría fue reivindicada ayer por Estado Islámico, tuvo que pasar por el quirófano debido a los daños sufridos en el atentado. El hospital al que fue trasladada desde Bamiyán a Kabul, a unos 180 kilómetros de distancia, pertenece a la organización humanitaria italiana Emergency y está especializado en lesiones por armas de fuego. En su momento funcionó como centro quirúrgico para víctimas de guerra, una realidad que conocen bien en este país atravesado por un conflicto bélico durante las dos primeras décadas de este siglo. El Ministerio español de Asuntos Exteriores, que desaconseja viajar a Afganistán, en manos de los talibanes, ofreció ayer el último parte médico de la bilbaína: «Evoluciona favorablemente de las heridas, pero su pronóstico es reservado». El Gobierno vasco está en contacto con la familia.
La mujer, según admitían ayer en su entorno, se encuentra abrumada por la «cobertura» de su terrible experiencia en los medios. No fue hasta más de 24 horas después del tiroteo que trascendió su identidad ya que Exteriores abogó por no dar detalles sobre ninguna de las víctimas y el propio ministro, José Manuel Albares, afirmó en una entrevista en la cadena de radio RAC1 que los seis españoles que iban en el grupo de turistas atacado procedían de Cataluña. De allí eran Susana Vilar (65 años) y Elena Schröder (31), madre e hija, farmacéuticas, y Ramón Bellmás (63), ingeniero jubilado, que murieron por los disparos de al menos un hombre armado en Bamiyán. Otras dos catalanas salieron ilesas, que la Audiencia Nacional tratará de investigar tras constatar «indicios de que los hechos puedan ser considerados un delito de terrorismo».
Tamayo no imaginaba encontrarse en una situación así después de haberse pateado medio mundo. «Es infatigable, se apunta a todo», describía un amigo sobre esta mujer, miembro activo de la Asociación de Personas Jubiladas y Pensionistas de BBK, donde a menudo compartía –en su blog, por ejemplo– las vivencias de sus viajes. En Japón ha estado varias veces, el Camino de Santiago lo ha cubierto por cuatro vertientes diferentes... y justo antes de la pandemia voló a territorio palestino para realizar la llamada ruta de Abraham. «Al principio parecía arriesgado, pero nada de eso (...). Por la seguridad, ningún problema», contaba a su vuelta en una entrevista radiofónica, donde asumía que sus escapadas descolocaban a más de uno. «La gente me decía que estaba loca», compartía esta jubilada, poco amiga de «las maquinitas y Google Maps», andarina y aficionada al monte.
La delegación diplomática española desplazada a raíz del suceso desde Catar y Pakistán a Kabul –donde se cerró la embajada en 2021 tras la vuelta de los talibanes al poder– se mantiene en contacto con el hospital donde sigue ingresada Tamayo y trata de «agilizar» los trámites para repatriar los cadáveres de las tres víctimas mortales. Las dos catalanas que resultaron ilesas emprendieron ayer su regreso a casa: una por la mañana y la otra horas después tras quedarse algo más en Afganistán para «realizar unas gestiones personales». De su testimonio, y del relato también de una turista francesa que iba en el grupo, Anne-France Brill, se sabe que el ataque duró apenas unos segundos, en los que una ráfaga de disparos golpeó a los viajeros en el mercado de Bamiyán, donde habían parado para comprar fruta. De repente «había sangre por todos lados» y varios de sus compañeros estaban ya sin vida.
El Estado Islámico reivindicó ayer la autoría del atentado en Bamiyán a través de su canal de Telegram. No es la primera vez que el grupo actúa en la provincia, habitada principalmente por la comunidad hazara, chiíes, quienes se encuentran entre sus objetivos. Las autoridades talibanas informaron el sábado del arresto de siete personas sospechosas de haber participado en ese ataque. Una de ellas ya había sido detenida tres meses atrás y estuvo bajo vigilancia del régimen integrista.
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