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Vuelta y vuelta

Plaza de Gipuzkoa ·

Jueves, 22 de octubre 2020, 06:57

Las tragedias suelen incluir episodios grotescos que acaban resultando hasta cómicos cuando pasan los años, y ahora que la Vuelta a España ha empezado en Irun, recuerdo uno de ellos: la peculiar obsesión de ETA contra el ciclismo. A partir de 1978, la Vuelta evitó ... el País Vasco porque existía la tradición de sembrar clavos, derramar aceite, levantar barricadas y enviar cartas amenazantes a ciclistas destacados. ETA, prolongando la costumbre, reventó dos bombas durante la etapa de Logroño a Pamplona en 1990. Sus simpatizantes quemaron coches del Tour de 1992 en Donostia y pusieron dos bombas en Belagua al paso del Tour de 2007. Cuando la Vuelta regresó a Bilbao en 2011, la izquierda abertzale manifestó su rechazo porque la consideraba una imposición españolista. No ocurría nada parecido con otros deportes. La Liga española de fútbol venía a los estadios vascos semana tras semana, año tras año, y no solo no la atacaban, sino que muchos de quienes defendían el boicoteo al ciclismo asistían a la Liga, la celebraban y pagaban para sostenerla. Quizá porque el fútbol facilita representaciones de «nosotros contra el enemigo» que en el ciclismo, por suerte, casi nunca suceden.

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