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La isla Santa Clara es un perfecto destino para pasar un día con familia o amigos. LOBO ALTUNA
Contigo… también en la Isla

Contigo… también en la Isla

Los fieles a la isla Santa Clara siguen disfrutando, sobre todo cuando el tiempo acompaña, de un lugar privilegiado que, eso sí, este año recibe también a otro perfil de visitante que quiere conocer Hondalea

Martes, 17 de agosto 2021, 11:58

Es la cuarta playa de Donostia y, como las otras, tiene un buen número de fieles que la prefieren por encima de cualquiera. Pero es mucho más: es un paisaje que combina las zonas verdes con el mar, que cuenta con una zona de merendero y con un bar y que tiene, sobre todo, mucho encanto.

La forma más habitual de ir es en las motoras de la Isla, que parten desde el Puerto

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Porque visitar la Isla es una experiencia que arranca en el preciso momento en el que tomamos la decisión de ir a la misma. ¿Piragua, paddle-up, a nado, embarcación privada o, la más habitual, en las motoras de la isla? Su patrón, Julián Istúriz, reconocía en esta misma sección que su jefe de ventas era el sol, pero lo cierto es que, son tantos los atractivos que plantean tanto el propio paseo como la misma Isla, que visitarla en días nublados también es una buenísima idea. Los billetes se adquieren en el Puerto, en la misma entrada desde Igentea, mientras que las motoras (una realiza el viaje directo, mientras que la otra ofrece un paseo previo por la Bahía) zarpan desde la zona más próxima a los restaurantes del embarcadero.

Playa y montaña

Es al llegar al dique de la Isla donde todos los visitantes se ven obligados a tomar una decisión que, en parte, marcará sus próximas horas de estancia en Santa Clara: ¿bar, playa o monte? Hay más opciones, claro está, como disfrutar del agua y el sol desde las rocas, además de visitar el recientemente inaugurado monumento Hondalea, pero éstas son las más habituales.

La playa es pequeña y deberemos mirar las mareas; las zonas verdes son amplias

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Si elegimos tomar algo o comer en el bar, nos encontraremos con una taberna que lleva más de 40 años abierta y que es regentada por Luis Fernández, quien durante todo este tiempo ha estado al pie del cañón y ha conocido la evolución de un paraje que, sorprendentemente, aún no han visitado muchos y muchas donostiarras.

Si optamos por darnos un baño en la playa, deberemos echar, antes de nada, un vistazo a las tablas de mareas. Cuando ésta es baja, la playa tiene una zona alta y 'amurallada', aunque pequeña, y a ella se le suman algunos metros más de arenal a nivel del mar. Si la marea es alta, esa zona elevada se ve también reducida por la entrada del agua y, los visitantes deben tirar de ingenio para poder extender su toalla y tomar el sol.

Y, siempre con precaución y atendiendo las indicaciones de los socorristas, la Isla es uno de los pocos lugares de la ciudad desde donde zambullirse al mar.

Pero quienes no sean tan aficionados al mar o, simplemente, quieran pasar otro tipo de jornada, podrán optar por bordear la Isla y subir por las escaleras hasta la zona más alta de la misma. Allí, cerca del faro, hay varias mesas de merendero en las cuales poder pasar una agradable jornada y disfrutar del pícnic que hayamos llevado. Esa zona, escarpada pero con zonas verdes, es también perfecta para extender las toallas y tomar el sol, aunque, eso sí, estaremos algo alejados si nos queremos dar un chapuzón. Si, además, queremos subir o bajar por la cuesta que lleva al embarcadero, deberemos tener en cuenta que ésta es realmente pronunciada.

Destino artístico

Durante este verano, la isla Santa Clara ha entrado en una nueva dimensión y se ha convertido también en un lugar con un atractivo artístico que se ha convertido también en un reclamo para donostiarras y visitantes, que toman el barco y visitan este paraje durante unas horas con la principal ambición de conocer su nueva joya: Hondalea.

Hondalea recibirá visitas hasta el 30 de septiembre durante este 2021

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Se trata de una creación de Cristina Iglesias en la Casa del Faro de Santa Clara y que, salvo cambio de última hora, permanecerá abierta hasta el 30 de septiembre. Desde hace semanas no existen huecos para visitar una obra que, en palabras de la artista donostiarra, «es un espacio de reflexión donde el agua fluye con un ritmo inspirado en los cambios de las mareas y la fuerza de las olas en las cavidades marinas».

Aunque se ha debatido sobre el impacto que la obra podía tener en la Isla, sobre todo desde el punto de vista de que se pudiera masificar las visitas a la misma, lo cierto es que, debido a las restricciones derivadas del COVID, son 125 los afortunados y afortunadas que cada día pueden acceder a la misma.

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