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Los vehículos autónomos cambiarán de forma radical los desplazamientos por carretera y convertirán al automovilista en pasajero. En Tecnalia llevan una década trabajando en elloSecciones
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Los vehículos autónomos cambiarán de forma radical los desplazamientos por carretera y convertirán al automovilista en pasajero. En Tecnalia llevan una década trabajando en ellomikel encinas
Domingo, 29 de noviembre 2020
Una persona que vive en el año 2020 y que creció en la parte de atrás de aquellos coches de los años 80, en los que teníamos que tirar de bíceps para bajar las ventanillas y en los que los cinturones traseros brillaban por su ausencia, no puede evitar una mirada atónita e incluso desconfiada cuando ve cómo se le acerca un coche cuyo volante se mueve solo. Que se desplaza por el asfalto sin nadie en su habitáculo y movido por un motor que no emite sonido alguno.
La situación invita a sentirse como Michael J. Fox en aquella ochentera película llamada 'Regreso al futuro' en la que Marty McFly viajaba en el tiempo. Pero no es el año 2050 ni está el Delorean aparcado en la esquina. Solo mi coche diésel -en tiempo de descuento por su dañino sistema de combustión- en el parking de Tecnalia, un centro de investigación y desarrollo tecnológico en el que Joshue Manuel Pérez lleva ya más de cinco años trabajando en el coche sin conductor. En el vehículo del futuro. Ese porvenir en el que nuestros hijos y nietos viajarán como nosotros lo hacemos en el autobús o en el avión. Con el periódico o un libro, una selección de películas en la táblet, un sándwich y una cerveza. Porque nuestro papel será similar al que desempeñamos cuando nos subimos a un autobús o a un avión: meros pasajeros. El control lo llevará por nosotros un mecanismo interconectado con el mundo que sabrá guiarnos entre dos puntos. Que nos trasladará al trabajo o de vacaciones. Al monte o a la playa. Al fútbol o al teatro. Y lo hará sin contaminar la atmósfera porque será eléctrico o incluso funcionará con pilas de hidrógeno que recargaremos en una estación de servicio en la que las palabras diésel y gasolina le sonarán al dependiente -si es que lo hay- a lo mismo que a nosotros nos suenan los componentes de un carro de caballos.
EL FUTURO TAMBIÉN SERÁ ELÉCTRICO
SOLUCIÓN A LA INTELIGENCIA EMBARCADA
¿Cuándo podrán estar estos coches disponibles para la sociedad en general? ¿Cuándo podríamos tener un parque móvil compuesto exclusivamente de vehículos autónomos? ¿En qué punto se encuentran esos avances? ¿Habría una 'siniestralidad 0' si las máquinas se hicieran cargo de la conducción? Son preguntas que probablemente tengan difícil respuesta o al menos inconcreta, pero Joshue Manuel Pérez, que dirige el grupo de Automatic Driving en Tecnalia, es uno de los especialistas que puede aproximarnos a lo que será la conducción automatizada en el futuro.
Este ingeniero venezolano, afincado en Loiu, tiene claro que «la automatización y la electrificación serán los pilares del futuro de la automoción». Ellos se dedican en cuerpo y alma a esa primera parte, a la automatización «que se divide en seis bloques. Tres son de entrada: el sensórico, que son los sensores embarcados, los ojos del vehículo, digamos; el de percepción, que es el análisis de la información para posicionarse y ver quién está alrededor; y el de comunicación, que abarca los protocolos de comunicación con otros vehículos, infraestructura y peatones».
Con la información recabada con esos tres primeros bloques, el coche debe actuar y lo hace a través de otras tres etapas «denominadas de decisión, que supone la toma de decisiones de alto nivel y la trayectoria que debe seguir el vehículo. Es aquí donde está la inteligencia embarcada; luego está el bloque de control, que envía las referencias que ofrece la etapa de decisión a los actuadores; y por último está la etapa de actuación» que es la que se encarga de poner en práctica todo lo materializado en los anteriores pasos.
En Tecnalia están focalizados en desarrollar este último apartado, porque «hay muchas soluciones hechas a nivel de percepción que nos dan la información que necesitamos para la parte de decisión y control». Su tecnología la han embarcado en un Renault Twizy que se mueve como Pedro por su casa por el circuito que tiene Tecnalia en el Parque Tecnológico de Bizkaia, en Derio.
UN VEHÍCULO MUCHO MÁS INCLUSIVO
TRABAJo mano a mano CON FABRICANTES
Joshue Manuel Pérez es consciente de que «faltan muchísimos años para que los coches estén completamente automatizados. Quizá más de 20». Pero recuerda que «existen cinco niveles de automatización que van desde el 0 hasta el 5 y hoy en día estamos ya entre el 2 y el 3»; prestaciones de las que se puede disfrutar en un Tesla o en un Mercedes Clase E o S, «que tienen funcionalidades autónomas en entornos restringidos. Se van a ver cada vez más. Quizá dentro de 15 años todos podamos acceder a un vehículo de esas características». En este 2020 está reservados a las personas con gran poder adquisitivo.
En un futuro aún lejano todos o la mayoría de los vehículos estarán automatizados y entonces «habrá muchos menos problemas, porque ahora existe un factor que genera incertidumbre: el conductor humano». Pero por el camino hacia esas carreteras pobladas por coches sin conductor se colocarán varios hitos intermedios: «Tendrá que haber una convivencia entre los automatizados y los guiados por humanos, porque es difícil quitar la pasión por la conducción de la noche a la mañana. Hay gente a la que le gusta conducir».
Entonces, ¿cómo resolverán las máquinas los problemas derivados de la personal y a veces caótica conducción humana? Para encontrar respuesta a estas pregunta, Pérez regresa al pasado para imaginarse el futuro: «Hay que fijarse en la época en la que llegó el coche y aún teníamos los caballos. Convivieron durante mucho tiempo hasta que progresivamente se implantó el coche y la mortalidad de los caballos llegó a niveles muy altos. Hoy en día los animales solo se emplean en entornos muy restringidos».
En esa fase de aproximación al coche automatizado y a esa convivencia con el tradicional parece existir una escala obligada en el automóvil conectado: «Los automáticos deben estar capacitados para estimar el movimiento de los coches conducidos por personas y ese primer paso será la conexión con el entorno porque, aunque tú no estés automatizado, puedo saber tu posición y aceleración y tomar decisiones en función de esa información». Joshue insiste: «Primero estarán conectados y luego, automatizados».
joshue manuel pérez | tecnalia
joshue manuel pérez | tecnalia
La evolución de la tecnología en la automoción hace tiempo que está orientada a mejorar la seguridad en los vehículos. Primero fueron el ABS o el airbag y ahora podemos contar con el avisador de cambio de carril involuntario con corrección de seguridad, los sensores de aparcamiento, la detección de ángulo muerto, el sistema de seguimiento de línea o el control de crucero que nos acercan bastante a esa conducción del futuro y contribuyen a la reducción de la siniestralidad.
Pese a todos estos avances y aunque algún día todo el parque móvil mundial disponga de una automatización de nivel 5, la siniestralidad 0 parece una utopía, o al menos así lo considera Pérez: «Será difícil porque todo sistema va a fallar, como falla un ascensor al que nos subimos con total confianza. Surgen problemas como el deterioro del hardware o del sensor. Está claro que una máquina no se va a despistar como nosotros, pero puede llegar a fallar. Por eso habrá que hacer una buena estimación de la vida útil para aproximarse a la siniestralidad 0, que será difícil de conseguir».
Quizá por ese factor de riesgo que también implica delegarlo todo a una computadora, en Tecnalia han hecho «una apuesta por una tecnología que considera al conductor dentro del bucle de control». Así lo explica su especialista: «Se llama 'Human-Machine-Interaction' y es una apuesta acertada porque incluirá al usuario. Dejará que el vehículo tenga funcionalidades autónomas en algún contexto y podré dejar de conducir un rato mientras reviso el e-mail, le pongo el chupete a mi hijo o me pongo a jugar un rato con él en el asiento de atrás. Podré hacer actividades que normalmente no puedo realizar mientras conduzco porque debo estar focalizado al 100% en la carretera». El grupo de Automatic Driving que dirige Pérez considera que «compartir esa conducción puede mejorar esa seguridad y el futuro pasa por ahí».
La irrupción de esta generación de vehículos no solo provocará cambios en la forma de conducir o en la manera de afrontar los viajes por carretera, sino que también modificará la fisonomía de nuestras ciudades. «Las reglas de tráfico existen para los seres humanos y los coches automatizados nos llevarán a cambiar y adaptar la infraestructura que conocemos ahora». Pérez deja una interesante reflexión: «¿Tiene sentido que haya semáforos si los coches están conectados entre sí y conocen la posición el uno del otro? Pueden adaptar la velocidad para que uno pase y luego lo haga el otro. Conociendo esa información y con los vehículos conectados, las infraestructuras cambiarán y habrá un tiempo de adaptación de éstas y de los conductores» a este nuevo orden que prometen crear estos coches del futuro.
Ese mundo, en cualquier caso, aún parece lejano, pero la evolución de la tecnología en la automoción ya nos permite experimentar en algunos vehículos lo que puede ser el mañana. El seguimiento de línea o el control de velocidad llevan años facilitándonos la vida al volante y durante las próximas décadas esta evolución nos irá guiando paulatinamente a ese escenario que nos dibuja Joshue Manuel Pérez.
Por ahora nos tendremos que conformar con ver circular sin nadie a bordo a ese Renault Twizy por el circuito de Tecnalia y con cerrar los ojos y hacer un ejercicio de imaginación para vernos en un vehículo con los pies en el salpicadero y leyendo un libro. Salvo que Marty Mcfly nos preste su Delorean para viajar a un mundo como el que visualizamos someramente en el circuito de Tecnalia.
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Javier Bienzobas (Texto y Gráficos) | San Sebastián
Iñigo Puerta | San Sebastián
Patricia Rodríguez e Izania Ollo | San Sebastián
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