
Mario, ensayo del autómata que acompaña
ENVEJECIMIENTO Y CUIDADOS ·
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ENVEJECIMIENTO Y CUIDADOS ·
Ante el desafío del envejecimiento poblacional,la robótica aterriza enlos cuidados como complemento al papel indispensable del ser humano.Arkaitz del amo
Viernes, 4 de diciembre 2020, 06:24
Se llama Mario y dedica su vida al cuidado. Hasta aquí, nada aparentemente anormal: podría tratarse de cualquier familiar, de cualquier profesional, que se ocupa de una de las miles de personas -fundamentalmente mayores- que precisan a nuestro alrededor atención, asistencia, compañía y afecto. Pero no, Mario no es un ser humano. Es un autómata. Un autómata protagonista de un ensayo con el que la UE pretende complementar los programas para afrontar el imparable envejecimiento de su población introduciendo la robótica en los cuidados. Mario, el robot, satisface necesidades, ¿pero podrá proporcionar cariño, cariño reconocible como tal?
El envejecimiento demográfico que multiplicará el número de mayores de 65 años en las próximas décadas, la reducción de hijos por cada familia, el aumento de la esperanza de vida… lanzan un reto demográfico que obliga a replantearse los cuidados; singularmente, los de las personas de mayor edad y/o dependientes. Un desafío mayúsculo que interpela al valor social que prestamos a esos cuidados y a los cuidadores -mujeres, todavía en su mayoría- y que explora también soluciones en el progreso tecnológico ante un presente y un futuro muy complejos.
Las aristas son notables. La pirámide poblacional está complicando sobremanera la atención y el cuidado de nuestros mayores. Solo en Gipuzkoa residen ahora más de 25.000 personas mayores de 65 años con alguna dependencia diagnosticada y se espera que en los próximos 15 o 20 años el número repunte de forma sostenida en un 5% anual. El 82% de ellas son atendidas en su domicilio; es decir, es el entorno familiar el que asume el cuidado troncal. Un paraguas tradicional que ya no nos alcanzará por sí solo. Hoy, por cada dos personas dependientes hay ocho familiares que se pueden plantear intervenir en el cuidado, una cobertura que habrá virado 180 grados dentro de 30 años, en 2050: habrá ocho personas dependientes por cada dos familiares disponibles. Si el cuidado familiar comienza a estar exhausto, la limitación de recursos ante la envergadura de la demanda amenaza la sostenibilidad de los recursos desplegados -ayuda a domicilio, residencias, centros de día...- por las administraciones públicas.
Visibilidad
El valor de los cuidadores OKencasa trabaja con el reto de aliviar los problemas físicos, emocionales y sociales asociados a los cuidadores de personas mayores
Un reto europeo
El desafío se extiende por occidente La Unión Europea ha apoyado el uso de la robótica como mecanismo que permita acompañara las personas con demencias vinculadasal envejecimiento.
No se trata de un problema guipuzcoano, vasco o español. Es un reto común para las sociedades avanzadas. Es por ello que la Unión Europea lleva años trabajando en busca de alternativas que permitan cuidar y mejorar la calidad de vida de las personas mayores y/o dependientes. En ese punto, la robótica aparece como un instrumento mecanizado para acompañar a quienes precisan cuidados y aliviar a los cuidadores. El programa Horizonte 2020, que financia proyectos de investigación e innovación persigue iniciativas que vayan en esta dirección. De ahí, en el año 2015, nació Mario, el robot asistente. No aspira a sustituir las funciones insustituibles del ser humano, sino que pretende colaborar con él para garantizar un cuidado lo más óptimo posible.
La robótica podría convertirse en un aliado indispensable en un futuro en el que el número de personas dependientes se va a disparar. Para 2030, y según el cálculo de la OMS, 75 millones de ciudadanos de todo el mundo sufrirán algún tipo de demencia vinculada a la vejez, una cifra que podría llegar a los 150 millones en 2050. En ese escenario, Mario se comporta como un compañero de viaje para las personas mayores, tratando de remediar, en lo que puede hacerlo una máquina, la soledad y el aislamiento.
Para ello, el robot se vale de una serie de herramientas (una tablet ubicada en su parte frontal) que permiten a las personas dependientes leer periódicos, escuchar su música favorita, recordar los nombres de sus familiares, contactar con ellos… Este experimento piloto contó con la participación de especialistas en inteligencia artificial, tecnologías de pantalla táctil, robótica o análisis de campos semánticos. Funciones que son indispensables para que los mayores no se sientan solos en su hogar y que bien podría aplicarse en las residencias de ancianos en un futuro. Su labor será la de reforzar la figura familiar o profesional que vela por la salud de los mayores, no sustituirla.
Es ahí donde resulta determinante poner en valor, prestigiar y visibilizar la labor de las personas cuidadoras. Porque más allá de la inevitable presencia de los robots en nuestras vidas, el ser humano seguirá siendo el pilar sobre el que se sostengan los cuidados, los afectos. Para Iñigo Kortabitarte, promotor de OKencasa, empresa que ofrece programas de apoyo dirigidos a las personas que cuidan a un familiar mayor en el hogar, «el cuidado son relaciones humanas. Cuidar es una de las características más puramente humanas y creo que eso es insustituible». No obstante, «la robótica irá avanzando de manera que la fricción que nos produce que nos hable una máquina irá disminuyendo. Irán adquiriendo rasgos, capacidades conversacionales, de empatía… que para un determinado número de personas será suficiente». Porque la respuesta de las personas mayores también será fundamental a la hora comprobar si el concepto de compañía puede ser atribuible o no a un robot. «No siempre va a ser posible un cuidado de humano a humano», añade Kortabitarte.
OKencasa centra sus esfuerzos en mejorar la calidad de vida de los familiares que cuidan de las personas mayores. También se vale de la tecnología, pero en este caso de una aplicación móvil (Zaindoo) que sirve de canal entre la familia y los especialistas en cuidado familiar que desarrollan su labor. Es la forma más directa de 'entrar' en los domicilios y de conocer de primera mano la situación particular en cada caso.
85% de las personas que cuidan de nuestros mayores son mujeres, una diferencia entre géneros que se reduce en los cuidadores de más de 70 años
82% de las personas mayores de 65 años dependientes (más de 25.000 en Gipuzkoa) son atendidas en sus domicilios, de manera que el cuidado de buena parte de ellas es asumido por los familiares y su entorno más cercano.
5% anual de forma sostenida durante los próximos 15 o 20 años. Se espera que en Euskadi cumplan 65 años 33.000 personas al año durante dos décadas.
Y la metodología funciona. La Universidad del País Vasco demostró en un estudio clínico realizado de manera aleatoria a 210 familias que genera un impacto positivo en la persona cuidadora. Mientras que la London School of Economics confirmó el ahorro que supone para el sistema público al postergar el recurso a su cobertura manteniendo a los mayores y dependientes en su entorno el mayor tiempo posible. Por cada euro invertido en aplicar el acompañamiento a las personas cuidadoras, el ahorro es de dos.
Tecnología, robótica y el ser humano deberán 'entenderse' para permitir el envejecimiento saludable de una población que cada vez irá peinando más canas en las próximas décadas..
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