Rafael Yuste imparte clases en la Universidad de Columbia y también en el Donostia International Physics Center. ISABEL PERMUY
Rafael Yuste: «Cuando entendamos el cerebro, habrá un nuevo renacimiento»
Neurobiólogo. Impulsor del proyecto 'Brain' ·
Se muestra convencido del papel de la ciencia en el progreso humano. «Es el futuro de la sociedad. Hay que pedir a los representantes del pueblo que la apoyen».
Javier Guillenea
Lunes, 7 de diciembre 2020, 07:04
El neurobiólogo madrileño Rafael Yuste es profesor de Ciencias Biológicas y Neurociencia de la Universidad de Columbia (Nueva York) y desde hace algo más de un año también imparte conocimientos en el Donostia International Physics Center, centro al que llegó de la mano de Ikerbasque. Yuste fue el impulsor hace siete años de 'Brain', un ambicioso proyecto de la Casa Blanca que tiene como objetivo mapear la actividad del cerebro para desentrañar el funcionamiento de los circuitos neuronales. Junto a él, más de quinientos laboratorios de todo el mundo, con un presupuesto global de unos 6.000 millones de dólares, exploran el último territorio desconocido del cuerpo humano. Cuando logren entenderlo cambiará el mundo.
- ¿Los científicos son los nuevos exploradores?
- Siempre lo han sido. Si usted se fija en el progreso de la Humanidad, todo lo que llamamos progreso está basado en la ciencia. Yo incluiría en la ciencia a la gente que descubrió cómo hacer fuego, a los que inventaron la rueda, que debió ser una cosa absolutamente increíble, a la escritura y a la imprenta. Es como abrir puertas nuevas. Yo siempre imagino a los científicos como una avanzadilla del grupo. Vamos en todas las direcciones y muchos de nosotros nos perdemos y no llegamos a ningún sitio, pero alguno de esta avanzadilla llega y descubre un continente nuevo.
-¿Con la pandemia del Covid-19 nos hemos dado cuenta de que los científicos existen?
- Como sociedad se sabía, pero mucha gente no estaba concienciada de la importancia que tenían. Yo creo que la Humanidad se ha puesto en evidencia porque lo que da un poco de rabia es que los conocimientos para batallar contra la pandemia y evitarla estaban ya dentro de la sociedad; no es una situación en la que te llega una amenaza externa y no sabes nada de ella. En este caso teníamos en muchos países epidemiólogos fantásticos que sabían lo que iba a ocurrir y los ignorábamos.
- ¿Podemos sacar alguna lección de esto?
- Ha quedado demostrado que tenemos que incorporar la ciencia a la gobernanza de los estados. Igual que hay vicepresidentes económicos, imagínese que España hubiese un vicepresidente científico y que sea una persona que tenga formación científica. No solo un ministro de ciencia, que es importante, pero es uno de treinta y el último en la cola y lo ponen en la foto cuando quieren presumir. No, no, que sea ejecutivo. Las cosas serían distintas. Como ciudadano del mundo me da rabia pensar que podríamos haber aplicado a tiempo la receta que ya conocíamos y habríamos evitado el desastre.
- ¿Se desconfía de los científicos y por eso no los tienen en cuenta a la hora de tomar decisiones?
- No es desconfianza en sentido negativo. Yo lo que veo es una falta de conocimiento. Que la ciencia es el motor del progreso debería ser algo obvio para todos los ciudadanos del mundo. La ciencia es el futuro de la sociedad, habría que decir a los representantes del pueblo que la apoyen porque es la que nos va a sacar de estos atolladeros, sobre todo en la situación en la que estamos, porque el Covid, que es algo terrible, no es ni mucho menos el único problema que nos viene de frente.
Neurociencia
Implantes para mejorar la mente
En 2016 el magnate y empresario Elon Musk fundó una empresa especializada en implantes cerebrales que trabaja en el desarrollo de un complejo sistema de microfibras para aumentar nuestras capacidades neurológicas.
El primero de La larga cordada
Santiago Ramón y Cajal está considerado como el padre de las neurociencias. Sus estudios sobre las conexiones de las células nerviosas revolucionaron el estudio del cerebro y abrieron el camino porel que transitan hoy científicos como Rafael Yuste, un rendido admirador de Cajal.
Derecho a la intimidad mental
El Senado de Chile aprobó a principiosde octubre un plan legislativo sobre neuroderechos cuyo objetivo es proteger a nuestro cerebro frentea los riesgos de la neurotecnología. Para ello, se pretende acometer una reforma constitucional que incluya en la Carta Magna la identidad mental como un derecho fundamental.
- ¿Qué es lo que nos viene?
- Hablo de cuestiones como el cambio climático o epidemias bacteriológicas que sean resistentes a los antibióticos, la incorporación de la inteligencia artificial, la neurotecnología en la que trabajo, problemas globales como las tormentas solares que pueden freír internet en el planeta, asteroides, vulcanismos... Hay montones de problemas para la Humanidad y los vamos a solucionar con inteligencia. Vamos a tener que sacar el conocimiento y aplicarlo. Hay que aprender cómo funciona el sistema, intentar prevenir el problema y tomar las medidas que hay que tomar. Esto se hace con ciencia acoplada a la gobernanza.
- ¿En este tiempo crítico la ciencia es nuestra tabla de salvación?
- Yo creo que sí. No veo mejor solución que mucha ciencia y cuanto antes a las crisis que nos vienen, y esta del Covid es relativamente menor comparada con las que vendrán en el futuro, que pueden acabar con la Humanidad en general.
- ¿El cerebro es el último territorio inexplorado de nuestro cuerpo?
- Sí. La gente suele decir que estos territorios son el sistema nervioso y el sistema inmune, pero yo creo que el sistema nervioso es el gran desafío. El cerebro genera la mente humana y nosotros somos animales mentales, todo lo que hacemos tiene que ver con nuestra cognición. Los pensamientos, la memoria, la imaginación, las emociones, el comportamiento.... todo sale del cerebro y no entendemos cómo funciona. A pesar de los esfuerzos heroicos de los compañeros psiquiatras y neurólogos, las enfermedades neurológicas y mentales no se pueden curar porque no las entendemos, es como intentar arreglar un coche si desconocemos su funcionamiento. De la nariz para arriba es todavía un territorio incógnito.
«Con la crisis del Covid ha quedado demostrado que tenemos que incorporar la ciencia a la gobernanza de los estados»
- ¿En estos siete años del proyecto 'Brain' han encontrado algo o solo más preguntas?
- En realidad, 'Brain' es un proyecto que desarrolla métodos para medir la actividad de todas las neuronas y poder cambiar su actividad. Como con el proyecto Genoma, hemos empezado con animales muy pequeños. Nuestro grupo publicó hace tres años el mapeo completo de la actividad de todas las neuronas de un animal que se llama hidra y que tiene uno de los cerebros más simples de la evolución, con unos pocos cientos de neuronas.
- Parece que aún les queda mucho por recorrer.
- Poco a poco se llegará al cerebro de un mamífero. Yo creo que en unos quince años no llegaremos a mapear la actividad de todas las neuronas de un ser humano porque son 85.000 millones, pero lo que sí podremos es llegar a todas las neuronas de un área cortical de un paciente, por ejemplo de alguien que tenga esquizofrenia o epilepsia. Eso sería un hito histórico.
- ¿Qué ocurrirá cuando entendamos el cerebro? ¿Qué hay al otro lado de la puerta?
- Yo hago la analogía de la televisión. Cuando te sientas ante la pantalla a ver una película, las imágenes están generadas por píxeles que se correlacionan entre sí. Imagínese que el cerebro humano es como una pantalla de televisión y cada neurona es como si fuese un píxel. La neurobiología no tiene hasta ahora ni idea de qué película tenemos en la pantalla ni qué es lo que ocurre en la película porque las técnicas tradicionales solo nos permiten estudiar las neuronas de una en una. Para poder entender tienes que ver todos los píxeles a la vez y ahí ves por fin las imágenes. Tenemos que crear primero las herramientas para ver la pantalla entera y eso es el proyecto 'Brain'. Cuando tengamos esas técnicas alguien se sentará un día y podrá verla.
«Que la ciencia es el motor del progreso debería ser obvio para todo el mundo»
- ¿Qué verá?
- Sabrá por ejemplo qué le ocurre a un esquizofrénico o a cualquier otra persona, y en ese momento dirá: 'aaah, así funciona el cerebro'. Ahí va a haber una revolución o al menos yo espero que la haya.
- Ha dicho alguna vez que todo esto va a crear un nuevo humanismo.
- Exacto. Cuando lleguemos a ese momento, veamos por fin lo que ocurre dentro del cerebro y podamos explorarlo con técnicas para cambiar la actividad cerebral, podremos por fin entender cómo el cerebro genera la mente humana. Por primera vez nos vamos a conocer a nosotros mismos y vamos a entender por qué hacemos lo que hacemos. Entenderemos conceptos que son muy importantes en nuestra cultura, y le pongo como ejemplo el amor. ¿Qué es el amor? La gente no tiene ni idea. Imagínese que veamos por primera vez lo que es, ver esa película por primera vez. Esto tendrá repercusiones gigantescas en toda la Humanidad porque los humanos no nos caracterizamos por tener un buen bazo, un buen hígado o un buen hueso, lo que tenemos es un buen cerebro. Cuando lo entendamos será un nuevo renacimiento porque el conocimiento lleva libertad. Nos despojaremos de los atavismos y de los prejuicios que hemos heredado de otras generaciones. Habrá mejoras sociales, médicas y nuevas tecnologías que estarán inspiradas en lo que ocurre en el cerebro.
«No veo mejor solución que mucha ciencia ante las crisis que nos vienen, que pueden acabar con la humanidad»
Potenciales abusos
- ¿Existe el peligro de que el conocimiento del cerebro sea utilizado por los más ricos para mejorar su mente y situarse por encima de los demás?
- Por eso estamos tan preocupados por los problemas éticos y sociales asociados con los potenciales abusos de estas neurotecnologías que en principio pueden ser muy buenas y tienen el potencial de revolucionar la Humanidad. En 2017 un grupo de 25 personas que trabajamos en este campo propusimos una serie de reglas éticas para la regulación de la neurotecnología.
- ¿Por qué hay que hacerlo?
- La neurotecnología lee y escribe, son las dos cosas que hace. Si tú lees actividad neuronal y la sabes descifrar, te vas a enterar de la mente de una persona. Y si cambias la película vas a cambiar la mente de esa persona, la vas a escribir.
- ¿Eso es lo que quieren impedir?
- Tenemos que asegurarnos de que no ocurra porque nosotros pensamos que es una cuestión de derechos humanos. Como el cerebro genera la mente y la mente define a la persona, al tocar el cerebro estamos tocando la esencia del ser humano. Hay que introducir nuevos derechos humanos en la declaración universal.
- ¿Qué derechos?
- El derecho humano a la privacidad mental, que el contenido de la mente no sea extraído ni descodificado sin tu consentimiento; el derecho al libre albedrío, que tus decisiones las tomes tú sin que haya interferencias de fuera a través de tecnología que pueda estar implantada en tu cerebro y el derecho a la identidad personal, que lo que tú eres, tu yo, sea una cosa inviolable que no lo puedan cambiar. También está el derecho al acceso equitativo a la neurotecnología, sobre todo para que la mejora de las habilidades cognitivas y mentales de las personas sea abordada desde el punto de vista social del principio universal de justicia para evitar que gente adinerada que genere un aumento de sus capacidades cognitivas deje detrás al resto de la población
«Sumamos muchas cordadas de escaladores que intentamos llegar a la cima»
- ¿Ciencia y verdad son lo mismo?
- La verdad es el objetivo último de la ciencia. Es como el final del camino, pero nunca llegamos. De hecho, lo que hacemos todos los días en el laboratorio es discutir entre nosotros y hacer experimentos para intentar saber qué es cierto y qué no es cierto. Es como subir una montaña en la que la cumbre sería la verdad. Por eso digo que somos muchas cordadas de escaladores que estamos intentando hacer cima sabiendo que no habrá un momento en el que lo sepamos todo, que es algo que nunca ocurrirá.
- ¿Ciencia es igual a bondad?
- La ciencia en realidad es la búsqueda de conocimiento y esto suele ser asociado con valores éticos. Como escaladores de la ciencia, nosotros tenemos unos valores que yo pienso que son humanísticos. No todos, pero muchos de los que nos dedicamos a la ciencia cogemos la maleta, dejamos nuestros países y nuestras familias y volvemos a cambiar de país cuando haga falta. No trabajamos para una nación sino para una humanidad. Desde este punto de vista podría decir que la ciencia siempre va ligada a la bondad porque aumentar el conocimiento de la Humanidad es algo desinteresado. En realidad trabajas para el grupo, no trabajas para ti.
- ¿La ciencia es la nueva religión?
- No es una religión. La ciencia en realidad es una manera de acumular conocimientos de una manera crítica, cuestionando continuamente lo que sabes y de una manera ultrademocrática. A un premio Nobel, un chico de 18 años de instituto le puede demostrar que se ha equivocado, cosas de estas ya han ocurrido. Es un sistema completamente limpio, una batalla de conocimiento en la que nadie es más que nadie. Lo que vale es la evidencia empírica, y si esta evidencia te dice una cosa pues eso es lo que existe. Somos todos humildes y nos arrodillamos delante de la evidencia empírica. La religión no es una buena metáfora para la ciencia.
«Los científicos somos todos humildes y nos arrodillamos ante la evidencia empírica»
- ¿No hay riesgo de que esta avanzadilla de la que habla implante una tiranía científica?
- No veo ese riesgo. Lo que sí creo muy necesario es educar a la población en la ciencia en los colegios e institutos, de manera que tengamos una ciudadanía que igual que sabe leer y escribir sepa de qué va la ciencia y entienda sus conceptos. La ciencia es una herramienta para pensar críticamente. Las cosas nos irían muchísimo mejor si el pensamiento crítico de la ciencia estuviese arraigado en las instituciones que nos gobiernan. .
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