- Pregunta obligada: ¿cómo ha recibido la noticia?
- Con angustia, como siempre que me dicen que me van a dar un premio.
- ¿Sabía que su nombre figuraba en la lista de candidatas?
- ¡No, ni idea! No pienso en esas cosas. Yo trabajo. Cuando me ha llamado el alcalde, le he dicho la verdad: que no creo ser la persona a la que tenían que dar el premio. Tendrían que dárselo a José Antonio Sistiaga, lo digo como lo siento.
- ¿Por qué cree que usted no lo merece?
- Si pienso desde el punto de vista de San Sebastián, José Antonio lo merece mucho más que yo a nivel cultural. Es la persona que tenía que haber sido premiada.
- ¿Y qué le ha dicho el alcalde?
- Que tienen que votar entre los nombres que la ciudadanía propone y que el de Sistiaga no figuraba. Me parece de una injusticia tal, que no puedo estar contenta.
Merecimiento
«No creo ser la persona a la que debían dar el premio. Tendría que ser para José Antonio Sistiaga, lo digo como lo siento»
- Ha sido elegida por unanimidad, con el respaldo de todos los grupos municipales, de izquierda a derecha. ¿Cae bien a todos o es que efectivamente han desaparecido las ideologías?
- Yo creo que la izquierda está bastante desaparecida. La derecha, no. Por lo menos aquí (en Francia) existe y bien que existe, desgraciadamente, pero la izquierda está más bien diluida.
- Pero supongo que la ausencia de rechazos le reconfortará, no es algo tan habitual en este galardón.
- Ya, pero es que lo que la gente no entiende es que los reconocimientos a mí me angustian. Se lo he dicho al alcalde y se lo dije en su momento al ministro de Cultura cuando me dieron un premio. Tengo la sensación de que no he hecho nada más que lo que a mí me ha interesado. No he hecho ningún acto heroico. Nada, solamente he vivido haciendo mi trabajo, es decir, como la inmensa mayoría de la gente. Así que si me dan un premio me pregunto por qué a mí, si hay miles de personas que viven como yo. No he hecho más que trabajo.
- Se supone que por difundir el nombre de la ciudad a través de sus creaciones artísticas.
- Yo no soy una vedette en ninguna parte. No hay que exagerar. Después de tantos años trabajando terminan conociéndote, pero ya está, no hay más.
- No quisiera aumentar su angustia, pero ya conoce el protocolo que acompaña a este galardón...
-No. ¿Cuál?
Donostia en el franquismo
«Quizás algunos hayan olvidado lo que fue aquello, pero yo no. Sé perfectamente lo que era la ciudad aquellos años»
- La intervención durante el acto de entrega del Tambor, quizás estar presente en el acto de izada, quién sabe si presenciar el inicio de la tamborrada infantil..
- ¿Pero no tengo que izar ninguna bandera, no? Me está dando el día...
- ¿Llegó a salir de niña en alguna tamborrada?
- Nooo... en absoluto. Nunca he tenido un traje de vasca, ni me he vestido de nada.
- Pero sí que iría a verlas...
- ¡Claro! Por supuesto. Debajo de mi casa había una y la veíamos e incluso la seguíamos.
- Hace mucho que se fue a vivir fuera, pero ¿cómo fue para usted San Sebastián? ¿Un espacio de libertad? ¿Un lugar un tanto opresivo?
- Hombre, era una sociedad muy conservadora desde el punto de vista cultural. Por lo menos, teníamos Francia al lado y la suerte de poder pasar la frontera para ver cine, comprar revistas e incluso enterarnos por la prensa qué pasaba en España durante el franquismo. El hecho de que hubiera esa situación político-social me ayudó a decir claramente: «No. Esto no me interesa, ni lo quiero». Y me impulsó a buscar en otras partes, simplemente, saliendo de España. Quizás algunos hayan olvidado lo que fue aquello, pero yo no lo olvido y sé perfectamente lo que era San Sebastián en aquellos años. Ahora, para vivir es una ciudad superagradable porque como además a mí la lluvia no me molesta... Cuántas veces habré ido yo a la playa con lluvia. Desde el punto de vista físico, es una ciudad genial: bonita, te permite trabajar, puedes ir al campo, que está al lado. Lo que pasa es que había muchas otras cosas que a mí y a otra gente San Sebastián no nos podía dar o yo era incapaz de conseguirlas.
- ¿Ejerce de donostiarra por el mundo?
- Cuando tengo que decir que soy de San Sebastián lo digo y así consta en todas mis biografías, claro. Lo que no considero es que haber tenido la suerte o la desgracia -depende de cómo se mire- de haber nacido en San Sebastián sea un mérito mío, será en todo caso de mis padres. Nací en San Sebastián como podía haber nacido en Cuenca. Estoy muy contenta. Una ciudad preciosa para vivir y para ir a pasar quince días, maravillosa. Cuando yo vivía ahí si no nos hacíamos el Paseo Nuevo todos los días, era prácticamente casi todos.
- Con un largo historial de Tambores de Oro masculinos, en los últimos años ha recaído mayoritariamente en mujeres.
- Me parece muy bien, dicho en honor de los que votan. Habría que equilibrar la lista... ahora, hay mucho que equilibrar.
- Su última exposición fue en Tabakalera. ¿Qué sensación le quedó?
- Muy buena. Aún hoy en día cuando veo las fotos me encanta. Todo salió bien, tal y como lo habíamos pensado. Yo soy parte interesada, pero me quedé muy contenta.
- ¿Cómo lleva todo esto de la pandemia?
- No he podido viajar. Mi primer viaje en estos dos años fue el jueves, que fui a Mónaco para participar en un simposium sobre las maquetas, pero como mi marido está delicado de salud, volví en cuanto terminó el acto. Todo lo demás o se ha anulado o se ha retrasado. Por eso este otoño he tenido tantas exposiciones a la vez.
Donostiarrismo
«Cuando tengo que decir que nací en San Sebastián lo hago, pero como podría haber nacido en Cuenca. Será mérito de mis padres»
- Durante el confinamiento, me comentó que estaba trabajando mucho en casa.
- Claro, sigo trabajando. Ahora tengo que hacer dos exposiciones. Lo de la pandemia no tiene ningún buen aspecto y tienes que buscar la manera de pasarlo lo mejor posible. Y una de mis maneras es trabajar, aunque ya de habitual, lo primero que hago tras asearme y desayunar es encerrarme en mi estudio.
-¿Ha echado en falta viajar durante estos dos años de pandemia?
- En cierto modo sí porque si no estás todo el día haciendo lo mismo. No podías ir a conciertos, ni pasear... Trabajo mucho, pero también tengo otras muchas actividades en el exterior, por ejemplo, andar. Yo puedo salir y hacer kilómetros andando. Me ayuda a pensar y me relaja, y en este caso era imposible. Por otra parte, tampoco podías estar con los amigos, salvo en casos excepcionales. Hay una monotonía que si dura un tiempo bien, pero que si se prolonga... No hay intercambios entre la gente...
- Pero vendrá el 20 de enero a Donostia...
- Sí, ya le he dicho al alcalde que si no hay ningún problema respecto a la salud de mi marido, haré un viaje rápido: asistir al acto y volver.