Autora de 'Error 404. ¿Preparados para un mundo sin internet', Esther Paniagua calcó lo que ocurrió el pasado viernes con el apagón digital ocasionado por un fallo de actualización de Windows de Microsoft tres años antes de que ocurriera. Un escenario caótico que esta vez no fue apocalíptico y que ya describió al detalle en un libro para el que consultó a expertos de varios ámbitos.
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- En su libro ya anticipaba hasta qué punto estamos expuestos ante un fallo en internet. ¿Le sorprendió algo de lo ocurrido hace una semana?
- No, no me llevé ninguna sorpresa en las repercusiones. Sí en el motivo que originó que nos quedáramos sin muchos servicios que dependen de internet porque los problemas que pueden generar un caos así son muchísimos. En este caso no fue una caída en la conectividad, sino un error durante la actualización de un antivirus de CrowdStrike instalado en Windows.
- Los efectos fueron entonces los que vaticinaba usted.
- Efectos en los bancos, en el transporte público, gasolineras, administraciones públicas,.. sí, lo esperado. Un efecto dominó.
- ¿Le gustaría aprovechar para decir aquello de 'ya te lo dije'?
- No, no, porque significa que seguimos teniendo problemas tres años después de publicar el libro, con una dependencia cada vez mayor de los grandes actores tecnológicos.
- No es el primer caso de apagón digital que sufrimos pero, ¿es el más importante?
- Ha habido muchos, pero limitados en el tiempo, como una caída de todos los sistemas de Google durante 45 minutos hace años o las que ha sufrido Facebook. También ha habido casos limitados geográficamente. Ucrania lo ha sufrido ya dos veces, con Rusia detrás de esos ataques. El primero fue en 2015 en respuesta a un apagón que activistas pro ucranianos provocaron en Crimea, después de la adhesión de Crimea a Rusia y otro en 2016. Algo similar sufrió también Siria, y Estados Unidos negó entonces tener alguna responsabilidad en ello. En Irán por ejemplo el estado utilizó la desconexión digital del país para acallar las revueltas por el uso del pañuelo islámico.
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- Pero el caso de Microsoft afectó a millones de personas y a empresas de todo el mundo.
- Sí, y eso que solamente falló el 1% de los equipos con Windows instalado. Imaginar lo que podría haber ocurrido de haber afectado al 100% es tremendo...
- ¿Estaríamos en ese caso en un escenario apocalíptico?
- No sé si por este caso en concreto, pero de un escenario de caos a uno apocalíptico, como dicen los servicios de inteligencia, solamente hay 48 horas y determinadas circunstancias. Imagínate que eres diabético y no puedes pagar en la farmacia, o que no hay suministro... Más aún, como ocurrió durante la pandemia con el papel higiénico, basta con que haya una percepción de que se acaba un producto para que se acabe realmente, es la profecía autocumplida.
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- Hablaba de que hay muchas posibles causas que pueden originar un caos digital, ¿cuáles son?
- Podría haber millones, muchas que ni imaginamos, como el caso de esta actualización de seguridad de Windows que falló. En mi libro hablo de cinco posibles pero hay muchas, desde una catástrofe natural que dañe las infraestructuras a ataques coordinados contra los cables submarinos que permiten la conexión a internet o a satélites. En España hay varios de estos y un ataque a los mismos también nos podría afectar de algún modo. Ya hubo un sabotaje de este nivel en Yemen.
- Cita usted incluso las tormentas solares.
- Hay problemas poco posibles pero que se pueden producir, como ya vimos con el evento Carrington, una potente tormenta solar que en 1859 tumbó al telégrafo. Algo así hoy en día afectaría a internet sin duda y precisamente estamos viviendo una época con mayor actividad solar. Ya lo vimos con las auroras boreales del pasado mes de mayo.
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- Todo esto recuerda a películas apocalípticas.
- Sí, es difícil de imaginar hasta qué punto puede haber consecuencias... hay una película reciente, 'Dejar el mundo atrás', de Julia Roberts, que da la medida de lo que podría pasar en un mundo sin internet, que es el servicio más crítico hoy en día junto al eléctrico pues del mismo dependen multitud de otros servicios. Sin querer ser catastrofista, son situaciones que pueden darse bajo ciertas circunstancias pero podemos trabajar en mitigar el caos que se puede dar.
- ¿Cuánto considera que se ha aprendido de esta crisis de cara a evitar problemas peores?
- Debería servirnos para aprender y algo ha podido ayudar a concienciar, pero también una semana después en cierto modo parece que está ya olvidado a nivel mediático. Sí que creo que será un antes y después para las empresas afectadas y en general en el sector de la ciberseguridad. Se tratará de evitar que se reproduzca un error como este, pero no sé si se va a hacer lo suficiente para evitar un caos digital que surja por otros motivos. Mi percepción es que no creo que haya un gran cambio a nivel generalizado, pero no estoy en disposición de predecir el futuro.
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- ¿Qué considera que deberían hacer empresas e instituciones?
- Poner a la ciberseguridad en el lugar primordial que merece sería cumplir con la diligencia debida. Muchas corporaciones lo consideran un gasto en lugar de una inversión y no debería ser así. Hay que invertir en sistemas seguros, mirar la calidad de esa protección, y hay que tener un plan B por si fallan estas multinacionales. Y eso que la concienciación sobre que debemos protegernos a esta nivel ha ido creciendo a raíz de la pandemia del Covid y de la guerra en Ucrania.
- Depender de ellas ya suena a que es parte del problema.
- Es que tenemos una dependencia enorme de unas pocas compañías porque es más cómodo recurrir a ellas. Hay otras que ofrecen los mismos servicios y productos con las mismas o más garantías, pero las empresas tienden a utilizar los que todos conocemos porque son más fáciles de usar y más baratos. Incluso nos ofrecen servicios gratuitos para entrar en su ecosistema y es muy complicado competir contra ellas. Hay una concentración excesiva en varios ámbitos, como los servicios en la nube. Solamente Amazon controla el 30% del mercado.
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- Se dice que cuando alguien te da algo gratis el precio eres tú.
- Claro, están nuestros datos y comercian con ellos. Hay que prestar atención a todo lo que compartimos. Además, todo se puede volver en nuestra contra, perdemos el control sobre ello.
- Saliendo de estos fallos globales en la conectividad, ¿cuáles considera que son los mayores riesgos a los que nos enfrentamos como sociedad?
- Hay varios, pero me preocupa que hemos dejado de tener una visión del mundo compartida a partir de la que podamos dialogar o crear nuestras opiniones, nuestra propia composición de los hechos. Se están utilizando herramientas como las redes sociales o las plataformas de vídeo para manipular y para difundir contenido engañoso y tóxico aprovechando el conocimiento sobre los algoritmos que las gobiernan y su funcionamiento, por ejemplo con el sesgo de popularidad que muestran, con lo que se populariza lo viral en lugar de priorizar la pluralidad de opiniones y contenidos. También es preocupante que estas nuevas tecnologías nos han hecho más ensimismados, con el riesgo añadido que esto supone para los jóvenes en general y para las mujeres jóvenes especialmente. Esta cultura de estar pendientes de si nos dan un 'like' o nos comentan algo, que supone ser en realidad menos sociales. Y los riesgos que todo ello conlleva en la salud mental.
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- Usted habla de los riesgos del metaverso, de la visión que tienen personajes tan influyentes como Mark Zuckerberg...
- El concepto del metaverso, que afortunadamente creo que estamos lejos de que se materialice, es terrible. En ese mundo virtual se puede exacerbar todo, quienes controlen esas plataformas tendrán más datos íntimos aún de sus usuarios y más detalle.., desde a dónde se dirige tu mirada a tus gustos en prácticamente todo. Parece que algunos gurús se inspiran en historias distópicas, en mundos en los que podemos acabar digitalizando las ineficiencias de la vida real. En cambio sí que creo que la realidad virtual tiene muchas ventajas si se utiliza bien en el ámbito educativo o para ayudar a personas con discapacidad, por ejemplo.
- ¿Cambiaría algo de su libro con lo que sabe ahora?
- Sigue todo vigente, solo daría más peso al impacto de la tecnología en el medio ambiente, que es creciente con novedades que han surgido como la inteligencia artificial generativa.
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Un error como el de la actualización del antivirus de Microsoft es imposible de paliar por parte de los usuarios de a pie, sin embargo, más allá de este fallo puntual, Esther Paniagua realiza un llamamiento a actuar con prudencia en esta vida hiperconectada. «Especialmente deberíamos huir de hacer 'click' en enlaces, especialmente con prisas y urgencia. Los ciberdelincuentes aprovechan este sesgo del cerebro de que actuemos con urgencia si vemos un aviso alarmente del banco o de un hijo para que vayamos a enlaces que nos van a dar algún problema», avisa la periodista. Recuerda que no es recomendable pinchar especialmente en enlaces que aparecen en correos electrónicos o aplicaciones de mensajería, ya que «los malos cada vez aprovechan más la inteligencia artificial para engañarnos, incluso con imágenes y sonidos que no son reales». También considera un consejo básico no utilizar nunca las redes de wifi gratuitas cuando realicemos operaciones bancarias, «ya que exponen todos nuestros datos», y recuerda que debemos de ser conscientes de que cada vez que compartimos algo a través de internet «perdemos su control totalmente, estamos expuestos a que se utilicen en nuestra contra».
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