Los casos de fraude en internet son reales, los riesgos también

Navegar por internet con seguridad plena es misión imposible, de ahí que resulte clave estar siempre alerta. Eso sí, si en algún momento te asalta alguna duda, no te lo pienses: tira del servicio que ayuda en línea del Instituto Nacional de Ciberseguridad. Estas son algunas de las incidencias más significativas que ha recibido.

Incidencia: Una mujer es víctima de una llamada anónima... a la que responde con un sí. Y sin intermediar palabra, una locución le comunica que ha activado una suscripción a Amazon Premium por valor de 200 euros al mes. Eso sí, le dan la enhorabuena sin desvelar siquiera datos personales o bancarios... y cortan repentinamente la comunicación. La mujer está tentada de devolver la llamada pero...

Solución: No lo hizo. Y actuó correctamente. En estos casos, los ciberdelincuentes generan un temor infundado en la víctima y después contactan con ella para anular la (supuesta) suscripción. Y es entonces cuando requieren sus datos bancarios. ¿Moraleja? No facilitar nunca credenciales personales ante llamadas sospechosas. Y, por si acaso, contactar con el servicio de turno por vía oficial para comprobar que no se ha realizado suscripción alguna.

Incidencia: Una mujer decide adoptar un cachorro vía red social y se pone en contacto con su dueño. ¿El único requisito? Hacerse cargo de los gastos de envío, a través de unas tarjetas prepago. Así lo hace, pero después le advierte de que para el viaje necesita un tratamiento veterinario especial (total: 600 euros). Los abona y a mitad de camino vuelve a pedirle que se haga cargo de un nuevo trasportín. Y ahí, ya sí, duda.

Solución: No la hubo. La mujer se quedó sin dinero y sin cachorro: había sido víctima de un fraude. ¿Qué hacer? Cortar toda comunicación con el supuesto vendedor y reportar el perfil del usuario en Facebook para que no vuelva a delinquir. Y, cómo no, interponer denuncia ante la Policía.

Incidencia: Un adolescente tiene un encuentro virtual con un desconocido vía Instagram y al rato éste le pide que comparta varias fotos de su rostro y su habitación para conocerlo mejor. Accede y, para su sorpresa, al tiempo conoce que las imágenes han sido utilizadas para un montaje con inteligencia artificial. Su contacto le chantajea y solicita 200 euros por no difundirlas.

Solución: Tuvo que resignarse. En estos casos, lo recomendable es bloquear al usuario de la red social, así como su móvil de contacto. No borrar ninguna prueba, guardar todas las evidencias posibles y denunciar. ¿Conclusión? Nunca des información personal a desconocidos en internet.

Incidencia: Un hombre busca a su media naranja por una app de citas y comienza a hablar con un chico muy atractivo y famoso. Tras darse los respectivos teléfonos, hablan por WhatsApp y realizan una videollamada antes de verse en persona. Eso sí, el famoso le solicita que antes le haga un regalo (muy caro) como muestra de su compromiso. Pese a estar muy enamorado, no lo hace.

Solución: No se dejó llevar por el corazón, sospechó... y acertó. Había caído en el clásico fraude amoroso, un deepfake con el que los amigos de lo ajeno manipulan su propia imagen en vídeo e incluso su voz, suplantando la identidad de personajes reales. Y de qué forma... En internet, no te dejes llevar nunca por las apariencias: ante todo, precaución.

Incidencia: Una usuaria encuentra empleo como intérprete en una conocida web, y de forma inmediata. Como va a realizar tareas contables, le exigen abrir una cuenta en un banco móvil, en un exchange de criptomonedas e instalar una app. Sus sospechas aumentan cuando se entera de que entre sus cometidos está el de recibir pagos en su cuenta y reenviarlos a terceros. ¿La gota que colma el vaso? El primer día el jefe le pide las claves de su cuenta bancaria...

Solución: Levantó la voz de alarma antes de que fuera demasiado tarde. Menos mal. La clave es cortar de raíz con la empresa, en vista de que se trata de una oferta fraudulenta. Eso sí, al dar su DNI podría sufrir una suplantación de identidad en internet...

Incidencia: Una mujer recibe un SMS de su hijo, que asegura haber tenido un accidente. Éste le invita a hablar por WhatsApp por otro número al no tener a mano su móvil y después le explica que quiere evitar problemas con la ley (dice que ha bebido). Por ello, le apremia a que envíe una cantidad de dinero por Bizum al nuevo móvil cuanto antes.

Solución: Ninguna. La mujer fue objeto de una estafa: se dejó llevar por la supuesta urgencia del momento, y ni siquiera comprobó que su hijo estaba conectado. Estos mensajes llegan incluso personalizados, de ahí que es clave estar alerta. ¿Qué hacer? Recopilar pruebas, hablar con el banco y denunciar. Y, sobre todo, desconfiar. Más vale prevenir...