El fax cumple 178 años: ¿por qué se sigue utilizando?

El burofax y el fax marketing, entre sus usos más extendidos

SARA BORONDO

Martes, 20 de abril 2021, 06:51

José Luis tiene el mismo número de teléfono fijo desde hace 16 años. Al principio sonaba casi a diario y, al descolgar, escuchaba el inconfundible pitido de un fax. Probablemente ese número perteneciera antes a una empresa que recibía faxes de encargos o publicitarios. En 2004 era un método todavía relativamente habitual de comunicación. Con el paso de los años las llamadas -que a veces se producían en mitad de la noche- fueron siendo cada vez menos frecuentes y lo hacían por rachas. Hoy día incluso todavía hay ocasiones en que al descolgar cuando suena el teléfono se trata de un fax. Esto indica que hay empresas que siguen recurriendo a un método de comunicación que parece obsoleto cuando existen servicios como la mensajería instantánea y el correo electrónico, aunque tampoco se conciben los faxes como hace 15 años.

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La mejor muestra de que los faxes siguen vivos está en las tiendas; hay fabricantes que siguen vendiendo aparatos con esta opción, incluso hay algún modelo muy cercano a los armatostes de hace dos décadas que imprimían en papel térmico o, los modelos más avanzados, en folios normales con tinta, aunque los actuales tienen más capacidad y funciones. Otros están integrados dentro de dispositivos multifunción que hacen las veces de impresora, escáner, copiadora y fax. Brother, Canon, HP, Samsung… algunos de los nombres más conocidos ofrecen todavía la opción de enviar y recibir faxes.

Otra de las opciones es utilizar faxes virtuales, a través del email. Hay servicios de suscripción que ofrecen un número de fax para enviar y recibir faxes en el correo o una cuenta online, desde cualquier explorador o el móvil. Para enviar uno no es necesario escanear los documentos, basta con hacerles una foto y enviarla a través de una aplicación. La empresa que proporciona el servicio la convierte en un fax que el destinatario recibe en su máquina.

Cómo funciona un fax y sus ventajas

El sistema de funcionamiento de un fax es sencillo: la máquina escanea una hoja y almacena la información como mapa de bits, un módem lo transforma en una señal que se puede transmitir a través de la línea de teléfono y lo envía así al número de teléfono de destino, donde otro módem recibe la imagen codificada y la imprime en papel. Un detalle importante es el envío al fax emisor de una señal que indica que el documento se ha recibido sin problemas. Precisamente esa capacidad de dejar constancia física de que la comunicación se ha producido es uno de los factores que contribuyen a que se siga utilizando este medio, aunque sea de forma minoritaria.

Correos ofrece entre sus servicios uno de los envíos de faxes más popular, el burofax, que es una manera de enviar de forma urgente -se entrega en el mismo día- documentos que haya que justificar ante terceros. El burofax ofrece la opción de acreditar el texto, quién es el emisor, quién lo ha recibido y en qué fecha se ha enviado. Por ello se suelen utilizar para realizar reclamaciones o cuestiones relacionadas con contratos; información que tiene validez legal.

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El otro uso que se realiza de los faxes –probablemente el origen de las llamadas a las que hacía referencia el principio de este artículo- es el marketing directo, enviando un mensaje publicitario como si se tratase de spam a centenares o miles de números en muy poco tiempo, incluso minutos, lo que se conoce como fax marketing, faxing o fax masivo. Es rápido, barato y el emisor se asegura de que el mensaje llegará, ya que los faxes no pueden discriminar mensajes. Es legal enviar estos faxes comerciales a aquellas empresas con las que se tenga una relación comercial habitual.

Lo que ahora parece una tecnología anticuada daba cierto prestigio a la empresa que la utilizaba. El fax casi siempre compartía número con los teléfonos normales, de forma que se desviaba la llamada cuando se escuchaba el famoso pitido o se dejaba el aparato conectado en lugar del contestador fuera de las horas de oficina.

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Más de 175 años de historia

La historia de los faxes se remonta a mediados del siglo XIX, cuando Alexander Bain patentó en 1843 (antes de la invención del teléfono) una máquina que leía un mensaje escrito con una tinta especial, la convertía en señal eléctrica y la trasmitía a distancia a través de un circuito telegráfico. En el otro extremo de la línea, el mensaje se escribía en un papel sensible a los impulsos eléctricos. Era un principio técnico similar al del telégrafo, pero mucho más sencillo ya que solo tenía en cuenta dos códigos: el correspondiente a un punto blanco y el de un punto negro, creándose el texto a partir de ambos.

Como suele suceder con inventos de tanto potencial, Bain se vio envuelto en varias disputas con otros inventores sobre quién había tenido la idea original. El primer servicio comercial de fax se inauguró en 1865 entre París y Lyon y duró cinco años, hasta que comenzó la guerra franco-prusiana.

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En 1881 otro inventor, Shelford Bidwell, construyó el escáner fototelegráfico, capaz de escanear imágenes. Poco a poco se fue perfeccionando el método de transmisión y el fax se popularizó comenzado ya el siglo XX en los periódicos, ya que permitía transmitir textos e imágenes de forma muy rápida. A partir de 1970 su uso se extendió por las empresas como forma rápida de cerrar negocios y realizar encargos o presentar propuestas. En el libro 'Auge y caída de la máquina de fax' se ve hasta qué punto llegaron a ser populares: en Japón había en 1996 unas 100 máquinas de fax por cada mil habitantes, seguido por EE.UU. con 80, Italia con 36 y Reino Unido con 20. Poco después comenzó la caída en popularidad de este medio, a medida que internet se iba popularizando.

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