Secciones
Servicios
Destacamos
JAUME ESTEVE
Miércoles, 9 de diciembre 2020
Un año más, con algunas semanas de retraso debido a la pandemia, Football Manager acude fiel a su cita con los enfermos del balón y de la gestión deportiva. La edición 2021 del popularísimo manager futbolero ha despertado cierto consenso crítico como una de las entregas que más y mejor han sabido exprimir el cambio de año.
A fin de cuentas, el modelo de las franquicias deportivas anuales es el que es. No vamos a descubrir la rueda si remarcamos que hay sagas que, de un año a otro, hacen retoques cosméticos mientras que en otras entregas remodelan a fondo aspectos concretos. En el caso de Football Manager, estamos ante uno de esos años. Tres ejemplos demuestran esta afirmación y ayudan a comprender mejor por qué, en caso de duda, este es uno de esos cursos en los que deberíamos hacernos con el título de Sports Interactive: hablamos del lavado de cara completo de las interacciones, del peso de los datos en pantalla y de los cambios en el motor de partidos.
Vaya por delante que este año he regresado a la versión tradicional del juego tras varios años dándole a las versiones Classic, Touch o como quiera que se las llamara. El motivo por el que hice el viaje de ida fue sencillo: ante la falta de tiempo, sacrificar algunas funciones a costa de tener una experiencia similar a la habitual me parecía aceptable. Pero ya el año pasado comencé a ver ciertas taras en una versión del juego que, no por ser más simple, debería dejar de aspirar a ser más completa. Así que, a costa de perder años de sueño, he regresado a la versión hardcore… y por el momento no me he arrepentido.
Para mi sorpresa, el cambio no ha venido precedido de un aumento sustancial del tiempo de juego aunque, bien es cierto decirlo, tiendo a ser de esos jugadores que van a por faena y no se pierden en los laberintos analíticos del título. Para esta primera experiencia con Football Manager 2021 me he tirado a la piscina con el Villarreal. ¿El motivo? La atractiva plantilla con la que cuenta esta temporada le hace un equipo apetecible con el que tratar de conseguir objetivos ambiciosos. Spoiler alert: a punto de llegar al ecuador de la temporada, estoy peleando por la cuarta posición.
Hablemos de lo nuevo, y bueno, de este Football Manager 2021. Las interacciones personales son uno de los campos donde el estudio ha puesto mayor empeño, y se nota desde el principio. Es cierto que en algunos momentos puede haber demasiados encuentros con la prensa (me sigue pareciendo excesivo el asalto en el túnel de vestuarios previo a un choque), pero el juego siempre ha presumido de fidelidad a la vida real. Para ahondar en este punto, este año se ha incorporado el lenguaje corporal a las interacciones, que viene a suplir el sistema de tonos que había en el pasado que, personalmente, nunca me llegó a convencer. ¿Por qué? Porque ahora tenemos una visualización mucho más clara de lo que sucede al hablar con un periodista, un empleado o un jugador.
Podemos alzar los brazos a modo de sorpresa, lanzar un botellín de agua al suelo para mostrar enfado (sin duda, mi favorita) o cerrar los puños mientras apelamos a las emociones más primarias. El resultado es un feedback mucho más preciso por el que podemos saber si nuestro interlocutor se siente cómodo, ofendido o indiferente ante lo que le decimos.
Une a este factor un cambio en la interfaz para las ruedas de prensa o las charlas de vestuario y el conjunto de esta mecánica parece haber cambiado por completo, aunque en la superficie esos ajustes hayan parecido puramente cosméticos.
Football Manager siempre se ha caracterizado por ser una máquina de generar datos. En los últimos años, la cosa se está poniendo seria hasta el punto de que cuesta discernir, cuando vemos las estadísticas de un partido, si se trata de una simulación o de la vida real. Es más, Miles Jacobson, director del título, siempre bromea en Twitter cuando se dan resultados inverosímiles en la vida real y recuerda, acto seguido, las quejas que le llueven cuando eso sucede en el juego. Véase el 1-7 de Alemania a Brasil en el Mundial 2014 o el reciente 2-8 del Bayern al Barça.
De vuelta a lo que nos interesa, el juego este año ha hecho un esfuerzo en el ámbito analítico para lograr dos objetivos: ofrecer más y mejores estadísticas y presentarlas de forma más clara. En el primer punto, la aparición de los xG (o expected goals, los goles que se supone que un equipo debería marcar según las oportunidades creadas durante los 90 minutos) supone una forma más clara de visualizar hasta qué punto nuestro equipo ha merecido ganar (o perder). Pero el juego incluso va más allá y nos ayuda a entender aspectos clave tanto en ataque como en defensa, que se presentan de manera periódica en informes. Ahora tendremos más herramientas para visualizar nuestra solidez defensiva o nuestra clarividencia de cara a puerta. Es información útil para comprender por qué nuestro equipo puede ser un coladero o qué sucede cuando generamos mucho peligro pero no convertimos goles.
Por último, el lavado de cara en el motor gráfico durante los partidos se ha centrado en ofrecer una experiencia más televisiva. Podemos ver los onces iniciales y la disposición táctica antes de arrancar un partido e incluso, cuando se marca un gol, vemos rótulos similares a los que aparecen en pantalla. Pero siendo Football Manager, no se podía dejar pasar la ocasión de añadir más información a la visualización de los partidos. ¿Cómo? En la barra inferior ahora podemos ver el estado físico y moral de nuestro equipo, útil para tomar decisiones rápidas, lanzar gritos desde la banda o pensar en mover el banquillo.
No todo es maravilloso en el último juego de Sports Interactive. ¿Hay contras? Las hay. Quizá la mayor la haya encontrado en un motor de partidos que penalizaba mi estilo de juego (un 4-3-3 con contrapresión) hasta el punto de que, pasadas las primeras diez jornadas, ni Gerard Moreno ni Paco Alcácer habían visto puerta. No solo eso, me había convertido en uno de los equipos que menos goles transformaba aunque, por contra, había conseguido construir un muro frente a mi portería. ¿El problema? Mi intención, como sí funcionaba en años anteriores, era construir un equipo ofensivo que marcara goles (y que por el camino se llevara alguno que otro fruto de las alegrías defensivas de mis futbolistas). Algo ha sucedido en el motor del juego para que no sea así este año.
Desconozco hasta qué punto Sports Interactive meterá mano en el motor de partidos o si, quizá, el que ha perdido el norte con su plantilla soy yo y ya no sé cómo explotar mis virtudes. Lo que sí tengo claro es que, pese a los defectos, las bondades de este Football Manager 2021 lo han convertido en uno de esos títulos que, cuando se eche la vista atrás, se recordará por haber sentado algunas de las bases sobre las que se asentará el futuro de la franquicia.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.