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Quizá pueda parecer exagerado pero, la propiedad intelectual tal y como la hemos conocido hasta la actualidad está en proceso de desaparición.
Si un hecho tecnológico como la invención de la imprenta en el siglo XV fue el desencadenante de la necesidad de proteger la realización de copias no autorizadas de textos y el desarrollo de las leyes en materia de propiedad intelectual hasta la época actual, otra incipiente revolución tecnológica puede acabar con este pilar fundamental en la protección de los derechos de autor y la creatividad de los artistas y creadores. El poder exponencial de generación de contenidos de las herramientas de inteligencia artificial pone en jaque la protección de los autores/as tal y como la conocemos.
En un primer momento porque todas estas herramientas de IA (llámese ChatGPT, MidJourney, Dall-E, Music-LM, y un largo etc.) están siendo entrenadas con millones de contenidos y obras que pueden tener o no licencias, que pueden estar protegidas o no por la propiedad intelectual; y que pueden necesitar o no autorizaciones del autor/a o del titular de los derechos para su utilización. Los desarrolladores de estas tecnologías deben ser responsables de garantizar que su IA no infrinja los derechos de autor, y deben indemnizar convenientemente a los autores/as en el caso que hayan infringido esos derechos.
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Dejando de lado este factor que siempre surge con el desarrollo tecnológico y siendo conscientes de cómo han sido y están siendo entrenadas estas tecnologías, sin embargo, el mayor reto para la propiedad intelectual se encuentra en los resultados que proporcionan. Cuando hacemos una petición a una de estas herramientas de inteligencia artificial y nos da una respuesta (ya sea un texto, una imagen, un vídeo, una presentación, etc.), ¿quién es el autor/a de la respuesta? ¿A quién pertenece la propiedad intelectual de esa respuesta? ¿Podemos utilizarla libremente? ¿Tendremos algún problema por ello? (Si se quieren divertir pregúntenle a ChatGPT, por ejemplo, de quién es la propiedad intelectual de las respuestas, seguramente la respuesta les pueda sorprender). Quizá sin el conocimiento en propiedad intelectual estas preguntas parezcan poco significativas, o problemas jurídicos que se resuelven entre «leguyelos» o negociaciones entre empresas que acaban siendo solventadas con ingentes cantidades de dinero...
Sin embargo, el problema que se plantea, debe ser resuelto, más allá de las negociaciones millonarias entre empresas, entidades de derechos de autor, etc. renovando el contrato social que se puso en la mesa hace siglos entre los creadores/as, autores/as y la sociedad. ¿Por qué? Porque la propiedad intelectual como la hemos conocido, solo protege a los autores humanos de obras y no se tenía en cuenta que las máquinas podrían pasar a ser entes generadores de contenidos. Al igual que no se dota de propiedad intelectual al dibujo que puede hacer un elefante que pinta con un pincel en un cuadro, tampoco la normativa dota de protección a las «obras» generadas por las máquinas. La IA ya no es solo una herramienta es una máquina que genera contenido. La imprenta servía para hacer copias, y los ordenadores hasta la fecha son una herramienta más al servicio de los humanos que han dado un paso adelante incluso para podernos sustituir en la propia creación de contenidos.
En definitiva, ¿cómo trataremos a las demás obras que se generen? ¿Cómo debemos proteger los resultados otorgados por la IA? Esas son preguntas que tenemos que empezar a responder más rápido que nunca, porque como siempre se ha dicho la tecnología avanza más rápido que las leyes y, en el caso de la IA, la velocidad que ha alcanzado puede ser difícil de manejar. Si no nos damos prisa puede terminar con la propiedad intelectual que tantos años nos ha costado entender y regular.
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Javier Guillenea
Por suerte, por ahora los humanos tenemos algo que nos diferencia y que nos permitirá seguir siendo sujetos protegidos por la propiedad intelectual: la originalidad. Pero cuidado, las obras requerirán de mayor distintividad y originalidad para poder ser dignas de protección ante el maremagnun de contenidos generados artificialmente y en pocos segundos...
¿Está usted seguro que este texto lo ha podido escribir un humano? Quizá este texto no está saliendo de mí, sino simplemente he dado una instrucción a ChatGPT para que genere un texto de opinión sobre los retos de la propiedad intelectual, usted no podrá saberlo, o quizá lo intuya, pero seguro al 100% no podrá estarlo.
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