![Licencia OEM de Windows, esa gran desconocida](https://s1.ppllstatics.com/diariovasco/www/multimedia/2024/02/23/91116890-kKKF--1200x840@Diario%20Vasco.jpg)
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Los números no dejan lugar a la duda: el precio de una licencia 'retail' (oficial) de Windows 11 Home ronda los 130 euros en cualquier establecimiento (físico u online); el de una licencia OEM, apenas 15 euros. Curiosamente, ambos incluyen la versión más actualizada del ... popular sistema operativo de Microsoft, con un diseño más estilizado y moderno, más accesible y dinámico, repleto de funcionalidades (caso de PowerToys) y un extra de seguridad que siempre es bienvenido en la época dorada de los ciberdelincuentes. Sin olvidar, cómo no, las inoportunas incompatibilidades y numerosos problemas que siguen repitiéndose actualización tras actualización, y que enervan y sacan de quicio a más de uno...
La realidad es que la mayoría de fabricantes de ordenadores de sobremesa y portátiles acostumbran a incluir Windows como sistema operativo por defecto. Y, lógicamente, ello hace que el coste del conjunto aumente significativamente, hasta el punto de que el precio puede incrementarse de media hasta en 100 euros. Es por ello que, como efectiva medida comercial, cada vez más fabricantes apuestan ya por recurrir a sistemas gratuitos o de licencia libre (DOS, FreeDOS...), que permiten limitar la inversión inicial del usuario y que, lógicamente, le obligan a compensar su adquisición con dos alternativas: optar por reinstalar una licencia oficial de Windows adquirida previamente (retail) o apostar por una clave OEM, mucho más accesible para el bolsillo. Pero, ¿qué diferencias hay realmente entre ambas? ¿Garantizan el mismo rendimiento? Y, sobre todo, ¿merece la pena una licencia OEM?
Las licencias OEM son aquellas que se distribuyen asociadas a un equipo concreto, es decir, las que reserva Windows a los fabricantes para que estos las incluyan de salida en sus ordenadores. Dudas legales aparte, este tipo de claves cuentan con las mismas características y garantías que las oficiales: aseguran el mismo comportamiento, reciben actualizaciones de forma constante, mantienen las mismas garantías de compatibilidad, son igual de funcionales en el día a día y, por supuesto, tienen a su disposición el mismo soporte técnico. Eso sí, con la pequeña gran ventaja de un precio menor...
Sea como fuere, también llevan parejo un inconveniente que, si bien no resulta determinante para cualquier usuario básico, sí que pueden condicionar su experiencia en un momento dado: se asocian a un único equipo. En otras palabras, una licencia OEM se puede reinstalar en un mismo equipo sin mayores problemas (por ejemplo, cuando el sistema operativo se vuelve inestable o sufrimos una hipotética visita de los amigos de lo ajeno), siempre que no se modifiquen componentes vitales del mismo. ¿El caso más paradigmático? Si en un momento dado necesitamos cambiar el procesador, la tarjeta gráfica o incluso el disco duro el sistema operativo no pondrá mayores objeciones, pero si toca cambiar la placa base -el auténtico corazón de cualquier dispositivo-, Windows entenderá que se trata de un equipo nuevo, y de primeras impedirá continuar con el proceso. Otra cuestión bien diferente es que el usuario solicite la reinstalación del producto al servicio técnico de Microsoft, petición a la que a menudo se suele dar el visto bueno...
A efectos prácticos, no hay duda alguna: puede resultar mucho más ventajoso para el bolsillo del usuario adquirir un ordenador personal sin sistema operativo y después instalar una licencia OEM. Eso sí, es importante hacerlo en establecimientos y páginas web fiables, que ofrezcan total garantía y que puedan darnos soporte en caso de que nos surjan problemas imprevistos. En caso contrario, podríamos encontrarnos con la desagradable sorpresa de pagar por una licencia no válida, que no funcione... e incluso que en un momento dado se pueda desactivar de forma repentina y sin previo aviso.
El proceso de activación de una licencia OEM de Windows es el mismo que el que se sigue con el producto oficial: llega en una tarjeta o etiqueta en la propia caja del sistema operativo. Si partimos de cero, lo primero que toca es instalar Windows, procedimiento que resulta realmente sencillo y que se realiza paso a paso de forma muy intuitiva. Para ello basta con descargarse el ejecutable (o imagen ISO) de turno desde la página oficial de Microsoft e instalarlo desde cualquier medio extraíble (lo más sencillo es tirar de un pendrive USB, aunque también se puede recurrir al clásico DVD). Siempre, eso sí, que previamente se haya cambiado el sistema de arranque de la UEFI del equipo para que lo primero que lea el procesador sea la unidad extraíble de turno, lógicamente con Windows incluido. Una vez hecho esto, y con el software ya instalado, solo quedará añadir la clave de activación del sistema operativo. Y ahí ya tocará tirar de la clave retail o... de la OEM: licencia correctamente activada y Windows en marcha. No hay más.
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