Es realmente estresante y, por momentos, desesperante. Ese flamante ordenador que nos garantizaba un rendimiento óptimo y una experiencia única con todo tipo de aplicaciones y juegos no es la sombra de lo que fue de inicio. Ni por asomo. Y eso que apenas han pasado dos años desde que lo adquirimos y que, además, implementaba unas especificaciones de altura: procesador i5 de décima generación, 16 Gb. de RAM, 512 Gb. disco duro SSD y hasta la tarjeta gráfica dedicada de turno. ¿Qué ha pasado? Ahora el dispositivo tarda un mundo en arrancar, los parones son constantes, los problemas con los 'drivers' se multiplican y hasta el ordenador adolece de una lentitud extrema en tareas tan rutinarias como las de copiar y pegar archivos o abrir aplicaciones sencillas. ¿Toca ya cambiar de ordenador? Fatal error: ni mucho menos.
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La mayoría de los ordenadores a la venta suele disponer de una versión de Windows preinstalada. Generalmente, se trata de una licencia OEM, es decir, cuenta con una clave ligada a la placa base de nuestro dispositivo y, por tanto, exclusiva por y para nuestro PC. En otras palabras, si queremos usar esa misma licencia en otro ordenador no nos será posible. Esto es importante tenerlo bien presente, ya que si en el futuro optamos por cambiar componentes clave como la placa base o el procesador es muy probable que perdamos la propia licencia de Windows (y nuevamente nos toque pasar por caja). Otra opción bien diferente es que optemos por adquirir una licencia de Windows al uso (la llamada 'Retail'), con el consiguiente desembolso de dinero (no pequeño).
Sea como fuere, restablecer el sistema operativo cada 1-2 años es altamente recomendable, ya que con ello resetearemos el software del dispositivo y, por consiguiente, lo devolveremos a su estado de fábrica. ¿Consecuencia? Lograremos optimizarlo, ganar en fluidez, acelerar todo tipo de procesos, mejorar la conectividad, aumentar la eficiencia energética y, especialmente, acabar con incompatibilidades y problemas varios de rendimiento. En resumen, el dispositivo funcionará como si lo acabáramos de adquirir en la tienda.
De primeras restablecer el sistema operativo puede parecer una tarea un tanto compleja y que exige grandes conocimientos técnicos... pero nada más lejos de la realidad: es simple, rápida, muy intuitiva y, sobre todo, está orientada a todo tipo de usuarios. ¿Que pueden surgir incidencias de todo tipo en el proceso? Puede, no es descartable y... haberlas haylas (como en cualquier cuestión tecnológica). Por ello, antes de nada, realiza una copia de seguridad de todos tus datos (si es que no acostumbras a hacerlo habitualmente); a priori, no es necesario, pero... por si acaso.
Partiendo de la base de que hemos mantenido íntegra la partición de recuperación del sistema, restaurar Windows es un proceso de apenas unos pocos pasos. Se puede realizar desde el propio DVD original (si contamos con la versión 'Retail'), desde la BIOS (a través de un USB o CD 'booteable') o desde el menú de Configuración del propio sistema operativo. Tiraremos de esta última opción, que es la más habitual con cualquier licencia OEM.
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1. Abre el menú de Configuración, algo que puedes realizar rápidamente pulsando en el botón de Inicio (abajo a la izquierda) con el botón derecho del ratón. Seguidamente, selecciona la opción de 'Actualización y seguridad' y elige 'Recuperación' en el menú lateral izquierdo.
2. En la ventana de Recuperación, aparecerán dos opciones: 'Restablecer este PC' o 'Inicio avanzado'. Escoge la primera y pulsa en Comenzar.
3. Antes de iniciar el proceso, el sistema te preguntará si prefieres mantener los archivos o borrarlos completamente. La primera eliminará únicamente la configuración y las aplicaciones del sistema, pero mantendrá los archivos personales (aunque nunca sobra un 'backup' previo). La segunda, en cambio, lo eliminará todo y restablecerá el sistema, tal y como lo estrenaste recién comprado.
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4. Posteriormente, en 'Configuración adicional' pulsaremos en Siguiente. Listo. No hay más.
Windows comenzará el proceso. ¿Duración? Dependerá de las especificaciones técnicas del equipo (por ejemplo, no es lo mismo instalarlo en un disco duro SSD - mucho más rápido- o en uno HDD), pero no debería pasar de la hora aún en el segundo caso. Sea como fuere, el sistema se reiniciará varias veces, de ahí que sea muy recomendable que si dispones de un ordenador portátil lo conectes a la corriente eléctrica. Una vez completado, Windows se habrá restablecido a su estado original, drivers, ajustes y licencia OEM incluida. Ya sólo te quedará terminar de configurar tu cuenta de correo electrónico, la privacidad del equipo, el asistente Cortana, las copias de seguridad... y comenzar a disfrutar de tu 'nuevo' ordenador. ¿A que ha merecido la pena?
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