
Sí, no hay duda, actualizar a Windows 11 es un juego de niños: sólo hay que acceder a la Configuración (botón derecho del ratón sobre Inicio), entrar en Actualización y seguridad, y pulsar en Actualizar a W11. No hay más. Y eso, en el improbable caso de que el propio sistema operativo no te haya bombardeado con más de una advertencia en forma de ventana emergente o actualización crítica de sistema. Lo cierto es que hace tres años ya que Microsoft comenzó con el despliegue de su gran apuesta para ordenadores, un Windows 11 que llegaba con un diseño renovado, una experiencia de uso que prometía nuevas funcionalidades y una seguridad extrema. Para colmo, la actualización era totalmente gratuita. ¿Y entonces, cómo se entiende esta desgana general?
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«Hay dos motivos que explican esta situación - razona Jesus Lizarraga, coordinador del Máster en Ciberseguridad de Mondragon Unibertsitatea-. Por un lado, hay equipos antiguos que no cumplen con los requisitos de hardware (por ejemplo el soporte para TPM 2.0, ya que los primeros ordenadores con él empezaron a comercializarse en 2016). Y por otro, la resistencia al cambio, que es la principal causa: 'Si estoy en Windows 10 y funciona bien, ¿para qué voy a cambiar?'».
En estos tres años, W11 se ha confirmado como un sistema operativo que «ofrece avances notables en seguridad, con características como el arranque seguro y requisitos de hardware modernos. También ha mejorado el rendimiento en dispositivos con varios núcleos de CPU, y su interfaz gráfica ha sido renovada para ser más moderna y amigable». Eso sí, Jesus Lizarraga también reconoce que ha tenido problemas de compatibilidad, especialmente con hardware más antiguo y ciertos programas. «Derivan, en parte, de los cambios profundos en la arquitectura del sistema, como la implementación más estricta de TPM 2.0 y cambios en la gestión de drivers y seguridad. Esos 'problemas' se han debido a mejoras importantes del sistema operativo pero que obviamente afectan a los usuarios que utilizan hardware o software antiguo», detalla.
Eso sí, el coordinador del Máster en Ciberseguridad de Mondragon Unibertsitatea niega que Windows 11 haya sido una de las versiones con más 'bugs' (errores): «Esa afirmación tiene trampa. Yo diría que Microsoft hace cada vez un mayor esfuerzo por detectar fallos y eso conlleva el descubrimiento de más 'bugs'. Pero esto es positivo porque estamos comparando un sistema operativo más complejo y con muchas más líneas de código que sus predecesores».
Con todo, apenas queda un año para que Microsoft deje de dar soporte a Windows 10. ¿Y entonces, qué? «En octubre de 2025 no habrá más actualizaciones de seguridad, y ello dejará a los usuarios vulnerables a ciberataques. Continuar usando un sistema sin soporte aumenta significativamente el riesgo de sufrir brechas de seguridad», aclara Jesus Lizarraga. Eso sí, lo hace añadiendo un matiz: si es preocupante o no dependerá de la criticidad del ordenador y la sensibilidad de la información que maneje. «No es lo mismo un PC con Windows 10 en una entidad financiera que gestiona un proceso crítico con información sensible que un ordenador en casa utilizado para jugar o ver vídeos», aclara.
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En esta tesitura toca una pregunta obligada. ¿Cuánto tiempo sería razonable esperar antes de pasarse a Windows 11 una vez trascurrida esa fecha? Jesus Lizarraga lo tiene claro: «Idealmente los usuarios deberían actualizar antes de octubre de 2025. A partir de ahí dependerá del riesgo que queramos asumir». Por ello, a modo de guía, no duda en lanzar una serie de 'tiempos' que ayudan a entender lo peligroso que resultará no poner el sistema a punto: pasado un mes el riesgo apenas sería de 2/10 ya que habrá pocas vulnerabilidades; a los seis meses, la amenaza ascendería a 6/10; y al año «si no sufres un incidente es porque no utilizas el ordenador». Ironías aparte, el ejemplo no puede ser más gráfico y esclarecedor.
De primeras suena duro oírlo, y más si ese flamante ordenador que adquirimos recientemente no cuenta con las exigencias requeridas. ¿Toca ponerle fecha de caducidad antes de tiempo? Muy probablemente. Y es que si no es compatible y/o no dispone de requisitos como el TPM 2.0 no hay nada que hacer. ¿Lo más recomendable? Cambiar de ordenador. ¿Lo más 'aventurero'? Arriesgarnos a cambiar de sistema operativo. Pero, ¿a cuál?
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Jesus Lizarraga lo tiene claro: «Si el problema está en el hardware siempre podemos darle una segunda vida al ordenador utilizando Linux. Algunas distribuciones como Ubuntu, Linux Mint, o Fedora son fáciles de usar y ofrecen una experiencia sólida, además de ser menos vulnerables a muchos tipos de ciberataques. Linux Mint es particularmente recomendado para usuarios que vienen de Windows debido a su interfaz familiar».
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