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JUANTXO UNANUA
beasain.
Jueves, 25 de junio 2020, 00:18
Beasain, entre sus habitantes, cuenta con varias personas que ya son centenarias, capitaneadas todas ellas por Emiliana García, la amona de la villa que en enero cumplió 105 años.
Este año está anotada en el calendario la llegada al siglo de vida de varias personas de la villa y hoy se suma a este club la beasaindarra Lucía Dorronsoro Murguiondo, con sus 100 veranos bien cumplidos y mejor llevados.
Lucía es muy conocida y apreciada en la villa, trabajó en un comercio de ropa y después atendiendo la tienda anexa al negocio que su hoy difunto marido, Eustasio Ayestaran, tenía hace décadas en la esquina de las calles Mayor y Martina Maiz.
Lucía, ya centenaria, sigue siendo bien coqueta, conversadora y «de salir a diario a la calle a tomar el cortadito».
En el encuentro con este periódico rebobinaba en el calendario. Recordaba que nació el «25 de junio de 1920 en la casa Jeronimoenea de Idiazabal, ubicada en el cruce de dos carreteras, una hacia Segura, Zerain y Zegama y otra a Idiazabal», detalla.
Cuando tenía «nueve años vinimos a vivir a Beasain, el aita había comprado el caserío Andramendi, donde viví hasta que me casé, a los 23 años. Los hermanos más mayores nacimos en Idiazabal y los tres pequeños en Beasain».
Este caserío, prácticamente integrado en la trama urbana de la zona alta de la villa, cuenta con un manantial del que esta centenaria beasaindarra se acuerda muy bien. Al margen del extraordinario sabor del agua pura y cristalina, no olvida «cuántas personas subían a diario con garrafas o botellas a coger agua del mismo para el consumo en casa y para cocinar».
Al margen de la etapa escolar, siempre tocaba echar una mano en las tareas del caserío, «solíamos ayudar en la huerta».
En la década de los años cuarenta del pasado siglo «tendría yo unos 20 años, en el baile de la plaza conocí al que sería mi marido, Eustasio Ayestaran, nueve años mayor que yo; el había nacido en 1911. Estuvimos de novios tres años y nos casamos cuando yo tenía 23 años»
Fruto del matrimonio nacieron las dos chicas, «Begoña y Ana Mari y después José Ramón, el más pequeño». Familia ampliada «con siete nietos y once biznietos y no me importaría ser tatarabuela».
De joven, Lucía trabajó en un comercio de ropa en kale Nagusia. «Una vez casada mi marido tenía un taller de fontanería, entonces le decíamos linternería. Yo atendía la tienda, donde vendía artículos de loza y regalo», recuerda al detalle Lucía, quien se encuentra muy contenta «por cumplir 100 años».
A diario sale a la calle, no perdona «el cortadito, siempre acompañada de alguien de la familia. La salud me acompaña y el buen apetito también», remarca. En las comidas no perdona «el 'basoerdi' (copita de vino) y si se tercia, cava en alguna celebración o también de vez en cuando una cervecita».
Lucía se encontraba ayer «más que contenta» esperando a cumplir los 100 años. «No saldré de casa, tendré que estar atendiendo las llamadas de teléfono para felicitarme», decía.
Entre todas las muchas felicitaciones que hoy reciba le llegará la del municipio, en nombre de todos los beasaindarras, a la que sumamos la de este periódico. Zorionak.
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