Tolosa
Sábado, 27 de abril 2024, 10:21
Llegó para llenar el vacío de un triángulo en forma de plaza para transformarla, convirtiéndose así en un símbolo perdurable de su evolución cultural y en una expresión viva de las historias que se han entrelazado en este lugar a lo largo del tiempo.
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El ... próximo lunes se conmemorarán tres décadas desde que Oteiza abrió una segunda puerta conceptual en el paisaje de Tolosa. En una nueva fusión de la aleación del hierro y el carbono, 'Atauts, Construcción vacía con tres unidades positivo negativo' ('ate' y 'huts' en euskera) es, en esencia, una puerta vacía esculpida en acero que se asemeja a un portal suspendido. Más allá de su superficie física, el vacío que rodean sus alas simboliza las infinitas posibilidades que se despliegan más allá de lo tangible, entrelazándose con lo etéreo y explorando aspectos metafísicos.
A través de sus formas positivas y negativas, en su silenciosa y majestuosa presencia, invita a los espectadores a atravesarla y reflexionar sobre la relación entre la forma, el espacio y el tiempo, traspasando los límites del arte convencional y explorando nuevos horizontes estéticos y emocionales.
Se trata de una de las primeras obras de Oteiza trasladada a gran formato en un espacio público y urbano. Fue erigida hace ya tres décadas, a escasos metros de la Puerta de Castilla, desde la cual se podía acceder a Tolosa cuando contaba con la muralla medieval, ofreciendo una nueva percepción visual del mismo. Encontró su lugar en el centro del Triángulo un 7 de abril de 1994 y fue inaugurada el 29 de abril, junto con una segunda pieza del circuito, 'Oroimenaren Gaztelua', de Ricardo Ugarte, frente al Archivo Provincial, en el paseo San Francisco. Una obra de acero de tres metros de alto que hace referencia al pasado histórico y la memoria de la villa, que completaría la primera fase del itinerario escultórico.
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En los últimos años, la escultura ha sido destacada en calendarios y actividades, y continúa captando la atención de todo aquel que la visita. En 2009, artistas y jóvenes locales participaron en una quincena cultural que homenajeó al artista y su obra con diversas actividades, y su presencia ha sido una fuente de inspiración, incluso, para una obra musical de mismo nombre, del joven compositor tolosarra Jon Esnaola.
La instalación de la escultura pública comenzó a generalizarse en el siglo XX para conmemorar eventos importantes y como sistema de comunicación. No sería hasta la década de 1950, cuando comenzó a gestarse todo un movimiento creativo de gran importancia internacional que se caracterizó por desarrollar una línea abstracta. Poco a poco, fue convirtiendo el espacio público en expositivo y comenzó a integrarse en el paisaje urbano.
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'Atauts' forma parte de la 'Muestra Permanente de Escultura Vasca Contemporánea de Tolosa', iniciada en el año 1992, de la mano del Centro de Iniciativas de Tolosa (CIT), quien promovió el proyecto con motivo de su 25 aniversario, efectuando la donación de las obras al municipio.
Un grupo de tolosarras surgido de una iniciativa privada, no oficial, creó la 'Comisión de esculturas del CIT' con el fin de desarrollar una muestra permanente de escultura vasca contemporánea, a la que se sumaron Iñaki Epelde e Iñaki Echeverría. Su objetivo era dotar a la villa de patrimonio artístico contemporáneo de carácter público.
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Lo que originalmente pretendía ser una escultura conmemorativa se transformó en una colección de cinco obras, formando un recorrido al aire libre que finalmente se amplió a siete. Según la entidad cultural, esta colección posicionará a Tolosa como un referente de la cultura vasca y la escultura contemporánea, estableciéndola como la 'capital de la escultura vasca' y como un lugar único y privilegiado sin parangón en Euskadi.
El escultor pasaitarra Ricardo Ugarte resultó ser una pieza fundamental en el proyecto, no solo porque aportó su obra en el circuito, sino porque se implicó en la materialización de la pieza de Oteiza, ejerciendo de enlace y apoyo hasta la finalización del proyecto.
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Oteiza aceptó la propuesta con la condición de no instalar su escultura en solitario, sino de abrir la iniciativa a más miembros de la Escuela Vasca de escultura sugiriendo nombres concretos. Como recoge el libro 'Esculturas para el pueblo' editado en 2007 por el CIT, el artista afirmó sentirse «marginado» por el Gobierno Vasco con la instalación de esculturas de Eduardo Chillida, con quien mantuvo largos años de desencuentro, y Henry Moore en Gernika-Lumo, por lo que vio en esta iniciativa particular una forma de responder a su agravio. «Podría Tolosa disponer de los escultores excluidos para un importantísimo circuito de esculturas en reparación a la memoria de Gernika», señaló el oriotarra.
La obra sería materializada en la empresa Calderería yGalvanizados de Oiartzun. Aunque los artistas iban a donar sus obras a precios simbólicos, los costes de los materiales, la fabricación, los seguros, el traslado y la instalación corrieron a cargo de la entidad, mientras que el Ayuntamiento, encabezado entonces por el alcalde José Gurrutxaga, se comprometió a correr con los gastos de cuidados y conservación de las esculturas.
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Hoy en día, el Triángulo es inconcebible sin su presencia y se ha convertido en un símbolo distintivo y emblemático que sirve de unión entre diferentes ejes del municipio, y sobre todo la parte antigua o Parte Vieja y el ensanche, ahora zona céntrica de la ciudad. Sin embargo, su instalación no estuvo exenta de polémica. Los textos de la época publicados en este periódico revelan la polarización que causó, generando un cruce de críticas y elogios entre quienes la contemplaban; mientras algunos la encontraban fascinante y alababan su calidad, otros se mostraron críticos, la veían con desagrado o simplemente afirmaban no entenderla. Asimismo, la escultura experimentó varias pintadas en diversas ocasiones, lo cual enturbió y complicó aún más el proceso. La situación afectó al escultor, y a pesar de sus reiterados intentos de retirar la pieza, finalmente esta permaneció en su lugar hasta hoy
El propio Oteiza afirmó en más de una ocasión que el proyecto gestado en Tolosa era un modelo para Euskadi y el exterior, al que comparaba con «un tren que se puso en marcha y no podía detenerse».
Esta nueva puerta nos invita al espacio, no solo físico, sino también a la imaginación, recordándonos que el verdadero valor del arte radica en su capacidad de ampliar nuestras percepciones, perspectivas y emociones.
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