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Bajo la cercana y, a su vez, desconocida superficie que pisamos, se revela un hermoso y delicado mundo subterráneo, un ecosistema que, lamentablemente, escapa a nuestra mirada, oculto tras el velo de nuestro desconocimiento.
El karst de la comarca de Tolosaldea guarda sus secretos con la discreción de un cuento aún por descubrir, revelando tanto la belleza subterránea como los desafíos ambientales que enfrenta. Y es que en Tolosa y Tolosaldea, estas zonas escondidas, que adquieren forma de simas y cuevas, se ven afectadas por una problemática cada vez más preocupante: desde hace varias décadas, muchas de ellas están contaminadas y llenas de basura. Este fenómeno, que ha permanecido oculto a la opinión pública hasta la actualidad, ha salido a la luz ahora gracias al trabajo que ha comenzado a realizar una nueva asociación local sin ánimo de lucro.
Lurpea Garbi está compuesta por un equipo de cinco personas aficionadas a la montaña, espeleólogos, biólogos, entre ellos el antropólogo forense Pako Etxeberria, además de un grupo nutrido de colaboradores. Parte del equipo es el biólogo y divulgador tolosarra Eneko Agirre, quien anteriormente fue gerente de la cueva Mendukilo en Astitz. El experto, centrado ahora en la divulgación de la entidad, se refiere al mundo subterráneo como el sexto continente, aún por descubrir.
Tolosaldea no es una excepción; recalca el biólogo que el karst de la comarca, tanto en superficie (exokarst) como en el subsuelo (endokarst), presenta una acumulación considerable de basura. Hasta el momento, Lurpea Garbi ha identificado cinco formaciones afectadas en Tolosa, lo que asciende a dos docenas en la comarca.
La asociación tiene como objetivo llevar a cabo un trabajo de georreferenciación de todos los puntos críticos con el fin de crear un mapa detallado en el cual recopilarán la tipología de basura presente en cada ubicación. Este catálogo no se limitará únicamente a denominaciones, sino que contendrá fichas bien documentadas.
Entre los desechos encontrados citan algunos: camillas de hospital, placas de uralita que contienen amianto, plásticos de todo tipo, cadáveres de animales, productos químicos, baterías, voluminosos, lana de oveja, pilas...
Uno de los puntos rojos del mapa en el municipio nos lleva a Usabal, donde se encuentra una sima de veinticinco metros de desnivel en las cercanías del polideportivo. Esta sima, tal y como afirmaron los espeleólogos de Amarozko Mendi Elkartea (AME) a este periódico hace varios años, es conocida como la «sima de los perros». Desde hace varios años, en este lugar se han encontrado restos óseos de mamíferos, principalmente de perros, además de una considerable cantidad de basura.
Otras referencias nos llevan a Txorrote, cueva situada en la falda del monte Mendikute en Albiztur; la cueva Leizeaundia en Albiztur; aledaños del sumidero Salubieta en la carretera hacia Albizturel municipio; camino entre San Esteban y Montezkue, además de varias pintadas en la cueva de Mendikute.
El biólogo enfatiza que hay numerosos lugares que muestran cierta cantidad de basura, pero algunos ya son extremadamente evidentes, ya que se acumulan toneladas. «Conocemos cuatro o cinco, que de hecho funcionan como vertederos subterráneos. En todos los casos, se observa que tienen una pista muy cercana donde es posible verter con un camión, y muchos de ellos son sumideros muy activos», añade.
Desde Lurpea Garbi tienen claro que el fenómeno es mucho más extenso. «En la década de los 80 y 90, esto fue una constante, no solo porque hubiera basureros ilegales en muchos rincones de la montaña en la superficie de la tierra, sino porque el fenómeno subterráneo es diferente. Puede ocurrir, como nos está sucediendo, que pasemos junto a una pista todos los días sin darnos cuenta de que a 50 metros hay una sima llena de basura», añaden.
El agua, como elemento fundamental de este ecosistema subterráneo, es especialmente afectada por esta contaminación y acumulación de desechos, convirtiéndose así en uno de los temas más complicados de abordar, junto a la fauna endémica, que sufre una gran alteración con el vertido de basura.
Tal y como detalla el biólogo, los días en los que llueve con fuerza, provoca movimientos de tierra y la basura queda camuflada, comenzando a filtrarse poco a poco en el interior de las montañas. Señala que otro efecto evidente es la abundancia de plástico en las cuevas, el cual se va descomponiendo, dispersando así los microplásticos. «En una cueva se encuentran mil cavidades a las que el ser humano nunca llegará, muchas veces de centímetros y milímetros. Los plásticos que se fragmentan se filtran gradualmente debido a la fuerza del agua en esos puntos, y resulta imposible sacar esa basura. En Albiztur, hemos retirado decenas y decenas de pilas de botón, que pueden contaminar 6.000 litros de agua, garrafas de aceites usados que se emplean para camiones y tractores, jeringuillas de productos sanitarios utilizadas para curar enfermedades y destinadas al engorde de animales... Son materiales altamente tóxicos, sobre todo, hablamos de metales pesados. El agua entra a través de los sumideros, se carga de metales pesados, alcanza las aguas subterráneas que cuentan con numerosos reservorios, los contamina y, aproximadamente una semana después, algunas de estas aguas que han ingresado en Bidania o Albiztur emergen en Irura», informa.
Agirre recalca que estas aguas llegan a las numerosas fuentes sin tratamiento sanitario que se encuentran en toda la comarca, como es el caso de la fuente de Amaroz en Tolosa. «Siempre fueron utilizadas por nuestros padres y abuelos, eran aguas inmaculadas que no debían clorarse, ya que eran las más limpias de nuestro entorno. Sin embargo, debido al fenómeno que experimentamos, causado por un lado por las basuras, y por otro, los purines, entre otros productos, el agua en muchos casos está contaminada, lo que aumenta el riesgo de enfermedades para las personas. La administración, los ayuntamientos o la mancomunidad coloca este tipo de carteles. A nuestro parecer, esta situación es inaceptable y es importante que la gente esté al tanto de la problemática», alerta.
En ese sentido, recalca que confundimos el agua transparente con agua limpia y advierte que aunque los metales pesados son invisibles, están presentes. «Por eso, la gente acude con garrafas para recoger agua en esos lugares. En algunos casos, no consumimos el agua directamente, pero la utilizamos para regar las huertas y, tarde o temprano, consumiremos esos productos», apunta.
No obstante, desde la asociación remarcan la importancia de la preservación de la calidad de estas aguas de cara a un futuro próximo, y es que Tolosaldea es un entorno kárstico, con su roca madre siendo la piedra caliza, con estructura de queso gruyere. «Está repleta de agujeros y simas. Los miles y miles de litros de agua almacenados debajo son un tesoro inmenso, siempre y cuando los preservemos de forma adecuada. Hoy no dejamos de discutir sobre el acelerado calentamiento global. Reconocemos el agua como un patrimonio, pero si las cosas continúan así en un futuro, como ya ocurre en Cataluña, la problemática empeorará y aumentará la necesidad de agua».
Dos miembros del grupo, activos en la exploración de cuevas con regularidad, informaron a Agirre sobre el hallazgo de varias cuevas y simas en un estado deplorable y llenas de basura. Para establecer vínculos con la administración, vieron la necesidad de crear una figura legal y en consecuencia, cinco personas se unieron para crear la asociación. «Desde el principio, tuvimos claro nuestro deseo de trabajar bajo el respaldo de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y de contar con su colaboración en caso de encontrarnos con fauna especial o yacimientos de la Prehistoria», cuentan.
A su vez, inciden en que es el momento de «sacar a la luz» este problema para que la ciudadanía tenga conocimiento de la situación. «Presentamos un breve documental en el Leidor. Después de la proyección, nos sorprendió gratamente la gran cantidad de personas que se acercaron para expresar su preocupación e inquietud al respecto. La responsabilidad es de todos, de los vecinos, de las asociaciones de vecinos y de la administración... Nuestro objetivo no es en absoluto encontrar culpables. Sabemos que esa basura ya está tirada y lo que queremos es sacarla de cara a futuro, limpiar estas zonas y evitar el problema, dejar a las próximas generaciones esos entornos limpios, tal y como son», inciden.
Aunque Lurpea Garbi se encuentra en sus inicios, sus miembros prevén que en un periodo de uno o dos años puedan realizar una evaluación real de los puntos críticos en Tolosaldea que derive en un Plan de Actuación. En estos momentos se encuentra inmersa en el desarrollo de una campaña de sensibilización y divulgación. En noviembre, a través de una exposición fotográfica itinerante dieron a conocer el estado de la contaminación en las zonas kársticas de Tolosaldea, que poco a poco han comenzado a ampliar a diferentes municipios y centros escolares con el objetivo de llegar a toda la población.
Su objetivo es dar a conocer la problemática, despertar la sensibilidad, concienciar a la ciudadanía y, al mismo tiempo, atraer voluntarios para recabar información de las zonas contaminadas, gracias a la colaboración de vecinos, guardas forestales, montañeros y la ciudadanía.
Hacen referencia al auzolan como un posible aliado importante para complementar y abordar diversas situaciones o proyectos puntuales de conservación ambiental. No obstante, consideran fundamental contar con más recursos; en ese sentido afirman que el papel de la administración será clave, especialmente en simas de gran profundidad o en el caso de productos tóxicos y especiales, donde los trabajos de intervención son más complicados y deben ser retirados por empresas especializadas y profesionales.
Para ponerse en contacto con la asociación se puede visitar su cuenta en Instagram o a través del correo lurpeagarbi@gmail.com.
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